los escritores (también) van a la oficina

Un día cualquiera en la oficina, pongamos que un lunes poco o nada prometedor de principios del mes de mayo y, de pronto, Enrique Vila-Matas en el ascensor. ‘Montevideo’ bajo el brazo, porque ‘Canon de cámara oscura’, el último, aún huele demasiado a nuevo, y lectores entrenados, de esos de apuntes y doble subrayado, al fondo del pasillo. ¿Sant Jordi a domicilio? Mejor aún. “Estuvo muy bien, fue muy surrealista pero muy divertido”, explica uno de los trabajadores de la Fundació La Caixa que participaron junto al autor de ‘Historia abreviada de la literatura portátil’ en el club de lectura que la entidad organiza para sus trabajadores desde hace un par de años.

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