“Nosotros llevamos 15 años en esto. Los discotecas móviles nos fuimos haciendo un hueco poco a poco y tengo la sensación de que ahora mismo estamos empatando con las orquestas”. Quien habla sabe de lo que habla. Es Marcos Lemos, propietario de Emeaudiovisuales, que dispone de cuatro discotecas móviles, entre ellas la más grande de España, Eme Music. “Tiene 24 metros de largo por once de alto, con cien cabezas móviles [de iluminación] y un cuerpo de baile único, con cuatro bailarinas. El DJ es Marcos Magán, locutor de una radio de León”, relata vía telefónica desde Ourense mientras prepara los bolos del fin de semana.
La disco móvil es la nueva reina de las fiestas en los pueblos, que acaban de arrancar ahora su andadura. Si antaño no había verbena si no había una buena orquesta, con sus músicos, sus bailarinas y sus cantantes, ahora la discoteca móvil está robándole protagonismo en las fiestas populares. “Cada año salen 20 o 30 nuevas”, relata el empresario sobre una tendencia que se vio acentuada tras el coronavirus.
La falta de personal, el aumento de los gastos -gasolina y noches de hotel cada vez más caras- y la bajada de consumo en las barras de las verbenas -lo que el Ayuntamiento de turno recauda con ellas va a financiar los espectáculos de las fiestas- han hecho que desaparezcan alrededor de un 30-40% de las orquestas, según fuentes del sector.
De 100 fechas a 50
“Nosotros hemos pasado de tener 90-100 fechas al año a tener 40-50. Muchas orquestas han dejado de funcionar. Está muy flojo”, admite Mavi, dueño con su mujer de la Orquesta Ipanema, nacida en 1998 en León y que trabaja en muchos pueblos de Castilla y León.
“Antes las barras trabajaban mucho, pero ahora con el botellón… el Ayuntamiento ya no recibe tanto por la subasta de las barras. Si antes podían venderlas por 3.000 euros a mayores ahora igual recaudan 600, y es poco. Antes gastaban todo el dinero solo en una orquesta, pero ahora se gasta el dinero en otras cosas”, explica el veterano empresario, cuya orquesta mueve 17 personas, 10 de ellas en el escenario.
Si tienen que hacer pernocta, los gastos se disparan, y algunos ayuntamientos no llegan a asumir el caché. “Cada vez todo está más caro. Antes comías por diez euros un menú, pero ahora por 15 o si es fin de semana ya tienes que comer de carta. El gasoil es muy caro y dormir también”, enumera Mavi, cuya orquesta cuesta entre 12.000 y 15.000 euros un día de fin de semana de agosto, cuando más caro se cobra porque todos los pueblos están en fiestas.
Falta de personal para las orquestas
A todo ello hay que sumar la falta de personal cualificado. “Hay mucha falta de chóferes, de montadores; si ya no los encuentras para todo el año, imagínate para este trabajo, que cuando acaba la temporada cada uno va para su casa”, lamenta.
Actuación de la Orquesta Panorama en Vigo en el año 2019. / BERNABÉ/CRIS M.V.
La situación se ha complicado tanto para las orquestas que algunas míticas, como Panorama y Paris de Noia, ambas de Galicia y cuyos cachés suelen superar los 30.000 euros por noche, alargan sus temporadas cada año y tienen más bolos fuera de Galicia que nunca.
“Nosotros solemos compartir actuaciones con ellos en algunos sitios; ellos actúan tres horas y luego nosotros otras tres”, cuenta Marcos Lemos, que asegura que en Galicia su disco móvil triunfa porque “aquí hay cultura de escenarios muy grandes, aunque sea una aldea pequeña. Gustan mucho”.
En su empresa disponen de tres tráilers -el grande, otro de 13,60 metros y el de once-, para los eventos más importantes [llegan a tener hasta 10.000 espectadores], y uno rígido, de ocho metros, “el más económico y más versátil, para fiestas más pequeñas”. “Para entrar en algunos sitios es muy complicado. Hay que tener conductores muy hábiles”, relata.
El precio base, que varía en función de lo lejos que se tienen que desplazar -por cada cien kilómetros es un extra- y si tienen que hacer noche allí, es para la más grande de al menos 5.000 euros. “Somos más económicos que una orquesta, claro. Vamos ganando terreno lentamente. Todavía hay pueblos que prefieren gastarse 7.000 euros en una orquesta pequeña que en una disco móvil”, señala.

Una actuación de Eme Music, la disco móvil más grande de España. / CEDIDA
Para este verano tienen ya reservadas el 80% de fechas, principalmente en Galicia, Asturias y Castilla y León. En el equipo hay diez personas, entre ellas cinco montadores y técnicos, cuatro bailarinas y el Dj. “Es el equipo mínimo”, cuenta Marcos, que confiesa que cree que parte del éxito viene de que hay “un cambio generacional. La gente de los pueblos iba antes a las macrodiscotecas y salas de fiesta; ahora los jóvenes no tienen poder económico y la gente prefiere una discoteca gratis como la nuestra”.
«Cada vez nos llaman más»
Jhefry es el responsable de las discotecas Sound Station, radicada en León. “Nosotros trabajamos donde nos valga la pena ir, depende de las fiestas. Cada vez nos llaman más porque el coste de una orquesta es mayor. Al final, si un pueblo tiene 3.000 euros para gastar tiene que contratar unos músicos para la procesión, unos juegos infantiles y para la noche tiran de disco móvil que les sale más barato que un trío”, asevera el empresario, que señala que el precio final “lo marca el sector” y lo que se negocie, pero tiene una queja: “No puede ser que sigamos cobrando a veces lo mismo que hace diez o 15 años”.
Su empresa tiene varios camiones escenarios, de dos ejes, lo que le permite “acoplarnos a los diferentes precios”. “Cada vez hay más gente que se dedica a esto, es normal, igual que empecé yo en su día de chaval como entretenimiento”, afirma Jhefry, que admite que es complicado encontrar DJ completos, ya que los jóvenes no controlan tanto la música de los 80 o de los 2000, que es la que suelen poner al principio de la noche “para el público más mayor”.
“Al final hay crecimiento en el sector porque hay demanda”, concluye Jhefry, que afirma aun así es un negocio que hay que estar siempre alerta porque a veces te encuentras con ayuntamientos “que no son responsables y han gastado más de la cuenta y hay líos. Por eso lo mejor es cobrar la mitad por adelantado y la otra mitad antes de empezar”.