Las secuelas no son visibles, pero son reales

«Llevaba una vida muy activa: tenía mi empresa, corría 10 km al día… Estaba sana. Una noche, cenando con la familia, comimos todos lo mismo. Nada raro. Pero esa noche empecé con vómitos y diarrea. Pensé que sería un virus estomacal. En menos de cuatro horas no podía ni mantenerme en pie«, explica a este diario Marianne Haverkamp, superviviente de sepsis.

Fuente