El adelanto del congreso del PP (5 y 6 de julio próximos, Madrid) ha sido opacado por el terremoto de los wasaps entre Sánchez y Ábalos. La reunión del Comité Ejecutivo Nacional del pasado lunes, en la que Feijóo anunció su decisión de adelantar un año el cónclave, como él mismo lo ha calificado, se produjo en medio del ruido de unas conversaciones que retratan al presidente y su íntima relación con su número dos real tanto en el gobierno como en el partido durante años. El líder del PP llevaba semanas con la idea del adelanto en la cabeza, casi dos meses y no tenía nada que ver con las últimas escaramuzas mediáticas, sino con la convicción de que esta legislatura no concluirá en 2027, como pregona Sánchez, sino en concluirá por agotamiento en la próxima primavera.
El PP sigue primero en la mayoría de las encuestas. ¡Hasta el CIS le sitúa ya pisándole los talones al PSOE después del apagón! Sin embargo, aún está lejos de lograr una mayoría que le permita prescindir de Vox para gobernar. Hay quien piensa que esa ventaja insuficiente, una frustración que tiene su origen en la noche electoral del 23 de julio de 2023, viene motivada porque Feijóo no «ilusiona» a una parte de los votantes de la derecha. Eso le achaca Espinosa de los Monteros en su vuelta a los focos con motivo de la publicación de un libro y la decisión de crear una Fundación que, en principio, afirma, «no tiene por objeto convertirse en un partido».
Pero ¿ilusionaba acaso Aznar? O Rajoy… Y los dos lograron sendas mayorías absolutas.
Sí, hay que asumir que el gallego no es la alegría de la huerta, pero eso no le descalifica para ser el líder que necesita la derecha para echar a Sánchez del poder y reconducir la vida política española a la normalidad democrática. Me refiero a poner fin al sectarismo y la crispación que estamos viviendo desde que Sánchez ganó la moción de censura, hace ahora siete años.
Los que esperen del congreso del PP una revolución, que esperen sentados. Eso es no conocer a Feijóo. Nadie o casi nadie sabe cuáles son sus planes para el mes de julio. Su hermetismo es incluso más impenetrable que el que practicaban sus predecesores en Génova. Quien diga que tiene idea de a quién va a nombrar o a quién va a apartar de la dirección, o es un ignorante o un presuntuoso. Además, el líder del PP no quiere que las intrigas despisten al partido en los dos meses que faltan para la cita de Madrid. «Hay que estar a lo que hay que estar», dice un miembro de la dirección popular.
La renovación será más por adición que por sustitución. No habrá menciones a Vox ni se le cortará la cabeza a Mazón
Sin embargo, que no haya revolución no quiere decir que no haya cambios. Los habrá. Pero la renovación de la cúpula será «más por adición que por sustitución», puntualiza un hombre de la confianza de Feijóo. No se cortarán cabezas, pero habrá más cabezas. Una muestra evidente de esa voluntad de unidad dentro del partido es la decisión de encargarle a Alfonso Serrano, número dos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, la organización del congreso. Ni Díaz Ayuso, ni Moreno Bonilla, los barones con más peso en el partido, serán un contrapunto o se les visualizará como posibles alternativas a Feijóo, sino más bien los pilares sobre los que éste quiere cimentar su próxima victoria electoral.
Saber sumar. Esa ha sido la trayectoria del jefe de los populares desde que comenzó a gobernar en Galicia. En eso, como en tantas otras cosas, es bastante previsible. Aunque incorporar nuevos perfiles al núcleo duro es necesario. Se ha visto tras los últimos desastres, como el apagón o los fallos en el AVE. Génova debe contar con un equipo de dirigentes que pueda entrar en el fondo de los temas, tengan que ver con el sector energético, la defensa, o la política exterior, con argumentos y saliéndose del manido «Sánchez tiene que convocar elecciones». Es decir, lo que se conoce como un «gobierno en la sombra», algo de lo que ahora carece el PP.
Cabe esperar en el congreso una enmienda a la totalidad en el actual sistema de primarias, criticado internamente por la mayoría de los dirigentes y barones. Y, en cuanto a la ponencia política, lo que se persigue es un PP más abierto y transversal, con el objetivo de ampliar la base electoral del partido. «Más de centro», resume un miembro de la dirección popular.
¿Significa eso que se marcarán claras líneas rojas respecto a Vox? Tal vez. Aunque el objetivo es que Vox ni se mencione en el Congreso. «No podemos convertir a Vox en el protagonista del Congreso», advierte la misma fuente. Pero, en la ponencia política, añade, «se verá que hay una distancia enorme en los temas fundamentales entre lo que propone Vox y lo que propone el PP».
Tampoco se aprovechará el congreso para señalarle el camino de salida al presidente de la Comunidad Valenciana. «A Mazón hay que darle tiempo, tiene que liderar la recuperación y está haciendo un esfuerzo personal y político encomiable en medio de una presión política insoportable». En eso coinciden diversos miembros de la dirección del PP. Y es también lo que ha transmitido Feijóo tanto a Mazón como a su equipo en Génova.
Es difícil hacer apuestas sobre lo que ocurrirá en los próximos meses. Si Ábalos está de verdad dispuesto a tirar de la manta, o si los distintos casos que acosan al presidente en lo tribunales provocarán nuevos o inesperados seísmos. Todo puede suceder. Lo que sí parece claro es que la política española necesita una profunda transformación. Guste más o menos, ilusione más o menos, la verdad es que el único que puede liderar ese cambio desde la derecha moderada es Núñez Feijóo.