El VAR ha perdido todo el crédito que tenía, que no era poco. Jornada tras jornada sigue fallando por la ‘mala praxis’ de los colegiados y en esta ocasión le ha tocado al Valencia sufrir las consecuencias del pésimo nivel arbitral español. Gil Manzano, que debía aburrirse en una segunda parte con muy poco fútbol entre Alavés y Valencia, se inventó un penalti que luego ratificó en la pantalla a pesar de que sus compañeros quisieron salvarle del ridículo. Con el gol desde los once metros de Joan Jordán se consumó la derrota de un Valencia que empezó a perder con un planteamiento erróneo en el que falló todo, especialmente la doble punta y un centro del campo sin recorrido ni verticalidad.
No es Mendizorroza un escenario precisamente cómodo, y menos aún cuando el Deportivo Alavés siente la soga del descenso apretando levemente en su cuello. El Valencia CF, inmerson en una fantástica racha de 10 partidos consecutivos sin perder, saltó al césped a asumir el resto con un once condicionado por las bajas de Foulquier, Almeida y sobre todo Javi Guerra. Carlos Corberán optó por un 4-4-2 con Rafa Mir acompañando a Hugo Duro en punta de lanza buscando más presencia en área contraria, pero lo primero con lo que se topó fue con Alavés que se adueñó del centro del campo. Antonio Blanco, Guevara y Guridi, con la ayuda de Aleñà, le ganaron la partida inicial a Pepelu y Barrenechea, que echaban de menos a su Javi Guerra.
Con ese guion, y tras un tímido aviso de un Luis Rioja recibido con algunos pitos en su vuelta a Mendizorroza, el conjunto local llevó la voz cantante durante casi la totalidad de la primera parte, tanto que Giorgi Mamardashvili tuvo que ser el MVP del primer acto. En el minuto 15 el georgiano salvó por primera vez al Valencia gracias a una gran parada de reflejos al cabezazo de Jon Guridi. Con el sustó todavía en el cuerpo de los jugadores blanquienegros, ayer de naranja y verde, Tenaglia quiso firmar uno de los goles de la jornada con un remate muy lejano. El bote y la marabunta de piernas despistó a Giorgi, que a punto estuvo de errar antes de hacerse con el cuero definitivamente. Trató de desperezarse el Valencia pero el Alavés, impulsado por el miedo del descenso, no daba tregua y seguía obligando a Mamardashvili a emplearse a fondo. En un lanzamiento de falta, Aleñá buscó la escuadra, pero le salió algo centrado y se topó con el gigante georgiano, que se está despidiendo del Valencia como merecía.
Fueron 25 minutos inicial de dominio babazorro, tanto de balón como en las ocasiones, y al equipo de Carlos Corberán le tocaba dar un paso al frente. Rafa Mir optó por salir de su zona de confort y pegarse más al centro del campo, permitiendo a la medular ganar presencia aunque no sirviera para generar jugadas de peligro. Rafa Mir no es Javi Guerra y tampoco Almeida. Por lo menos fue suficiente para sacudirse las embestidas blanquiazules, que se tomaron un respiro en el tramo final del primer acto. Entonces se abrió alguna vía para el Valencia, que generaba más sensación de peligro por la banda derecha de Luis Rioja. La mejor ocasión, aunque ni siquiera se consumó en un tiro a puerta, llegó por ese costado: Barrenechea y Dieg López combinaron bien, y el asturiano recibió en una posicióin favorable en la frontal mientras el argentino tiró un desmarque de ruptura pidiendo a gritos el pase al hueco de su compañero. Diego se tomó un segundo para decidir si chutar o asistir y fue tiempo suficiente para perder la acción. Con ese conato de oportunidad y tras haber sobrevivido al dominio babazorro en una mala primera parte del Valencia, los jugadores se marcharon a vestuarios con el empate a cero en el marcador.
Tras el descanso, el objetivo principal para el Valencia era recuperar la solidez en el centro del campo y dejar de sufrir tanto atrás, y la realidad es que lo cumplió. El guion en defensa fue otro, pero lamentablemente en ataque no y el Valencia siguió mostrándose incapaz de crear jugadas de peligro. Las bajas de Javi Guerra y Almeida pesaron más de lo previsto y la doble punta no funcionó de la manera esperada. Corberán, visiblemente nervioso en alguna acción, agotó su paciencia y cambio el esquema. Sadiq entró por Hugo Duro e Iván Jaime por Diego López, buscando que la figura de un enganche conectara el centro del campo y el ataque, desconocidos durante todo el partido. Pasaban lo minutos y las sustituciones causaron poco efecto, en otro claro síntoma de que no era el día del Valencia.
Gil Manzano quiso ser el protagonista
Con el partido en su fase más calmada y a falta de ocasiones claras de gol, el colegiado del partido Gil Manzano decidió convertirse en el protagonista de la tarde. Fue en una jugada a balón parado a favor del Alavés que derivó en un balón llovido al área. Mamardashvili salió dispuesto a despejar con el puño el balón y falló en su intento, golpeando a la nada y tropezando en su tropiezo con Santiago Mouriño, que se fue al suelo. El colegiado, seguramente, entendió que el guardameta del Valencia había golpeado en la cabeza al defensa blanquiazul, y por eso decretó lanzamiento desde los once metros, pero nada más lejos de la realidad. Por eso el VAR, dispuesto a salvar a su compañeto, le avisó rápidamente que se acercara a la pantalla a ver mejor la jugada y, por ende, corregirla. Fue entonces cuando Gil Manzano, en un delirio de los suyos, mantuvo su decisión inicial. Desde el punto de penalti Joan Jordán no falló y puso el 1-0.
A contracorriente, Corberán movió aún más el banquillo. Fran Pérez, Canós y Aarons fueron los elegidos para buscar la remontada, pero tampoco iban a tener mucho peso en lo que restaba de partido. De las botas de Fran, eso sí, nació la única ocasión clara que tuvo el Valencia de empatar. El canterano generó una buena acción con Iván Jaime y la aproximación desembocó en una pared que dejó a Iván Jaime en buena posición de remate dentro del área, pero su disparo con izquierda salió flojo a las manos de Antonio Sivera.
Manejó a la perfección los tempos finales el Alavés, conscientes de que no se debía jugar mucho más para sus intereses. Los del Chacho Coudet no perdieron ni un pizca de solidez defensiva, aunque tampoco necesitaban mucha al encontrarse al peor Valencia de los últimos meses. Un Valencia dubitativo en defensa y tierno en ataque, sumado a una incomprensible decisión de Gil Manzano en la acción que decidió el partido, terminó con la racha de partidos sin perder del Valencia, que se queda en diez. Y, sobre todo, enfría de sobremanera las posibilidades de Europa a falta de solo dos partidos para el final de la temporada.