Podemos supedita una posible alianza en Andalucía a los próximos pasos de Izquierda Unida a nivel nacional y apunta a su salida del Gobierno como condición de posibilidad para un pacto. Desde hace meses ambas fuerzas trabajan a nivel andaluz para reeditar la coalición que sellaron en las últimas elecciones de 2022. Mientras IU-A ha fijado junio como plazo para anunciar el acuerdo, en Podemos Andalucía han exhibido su voluntad de acuerdo. Al menos hasta ahora. Porque lo cierto es que esta voluntad de la federación andaluza choca de plano con la estrategia adoptada por la dirección de Ione Belarra, que en los últimos días ha endurecido sus posiciones y condiciona esta alianza a exigencias ajenas al territorio.
La formación está centrada en acumular la mayor fuerza posible a nivel nacional de cara a las próximas generales, donde tienen a Irene Montero de candidata y donde aspiran a cobrarse su venganza hacia Yolanda Díaz. Rechazan cualquier posibilidad de acuerdo futuro con la dirigente gallega, nombrada en 2021 por el propio Pablo Iglesias.
Y en esta pugna por volver a ser el principal actor a la izquierda del PSOE, son conscientes de la relevancia de IU, un partido con gran implantación territorial y poder institucional en cientos de ayuntamientos, la mayoría en Andalucía, su feudo más importante y donde más sentirían la factura en caso de una nueva división en la izquierda. Los morados ven clave recuperar como aliado para las generales al partido de Antonio Maíllo, ahora integrado en la coalición Sumar, y condicionan todas las alianzas territoriales a que rompa con Díaz…y también con el Gobierno de coalición.
Este mismo martes, Belarra apuntó a la salida de IU del Gobierno como condición para cualquier acuerdo con Podemos, y vinculó cualquier alianza autonómica al ámbito nacional, equiparando ambos escenarios. «Desde Podemos, tanto en Andalucía como a nivel estatal, estamos trabajando para hacer crecer las fuerzas de la paz y para construir candidaturas por la paz y contra un rearme criminal», comenzó la secretaria general de Podemos en declaraciones a periodistas en el pasillo del Congreso.
La diputada morada, preguntada por su posición sobre un pacto andaluz, puso directamente la pelota en el tejado de IU, que ocupa un asiento en el Consejo de Ministros. «Quien tiene que tomar una decisión en este momento no es Podemos, son las fuerzas políticas que hacen parte de un Gobierno de la guerra que está empujando un régimen de la guerra», defendió la también exministra, que continuó refiriéndose de manera implícita al partido de Antonio Maíllo instándoles a tomar partido: «Tienen que decidir si están por hacer crecer las fuerzas de la paz, por construir candidaturas por la paz, o si van a continuar empujando el consenso de guerra desde ese Gobierno», continuó.
En Podemos creen que en estos momentos existe un debate a nivel interno en Izquierda Unida sobre una posible salida del Gobierno. Un debate en el los morados presionan para decantar la balanza a su favor. El propio portavoz de IU en el Congreso, el también secretario general del PCE, Enrique Santiago, dejó esa puerta abierta hace algunas semanas, pero el partido cerró después filas y defendió su continuidad, pese a mantener duras críticas hacia el plan de defensa anunciado por Pedro Sánchez.
¿Tres papeletas?
La prioridad absoluta para los morados es fortalecerse a nivel nacional, y los territorios quedan supeditados a este objetivo, aunque conlleve la pérdida de su única cuota de poder institucional, como en Navarra; o aunque implique el sacrificio de su representación en Andalucía, donde amagan con ir en solitario, abriendo un escenario con tres papeletas a la izquierda del PSOE –Por Andalucía, Podemos y Adelante Andalucía– que imposibilitaría una victoria progresista. La gran incógnita es si esta posibilidad, que ya mencionan en privado, se plantea realmente es un intento más de presión a IU, en su estrategia de vincular los pactos territoriales a un pacto nacional.
La coalición Por Andalucía aunó en 2022 bajo una misma papeleta a Podemos, IU, Sumar (entonces Más País), Verdes Equo, Alianza Verde e Iniciativa del Pueblo andaluz, y desde hace meses estas fuerzas mantienen un calendario de reuniones para dar continuidad tanto a la coalición como a la marca electoral, asumiendo que se renovará. Unas conversaciones que afrontan su recta final, y que cuentan con la voluntad continuista de la federación andaluza de Podemos, que sin embargo no tiene capacidad para sellar acuerdos por sí misma, puesto que sólo la dirección estatal del partido está autorizada para sellar pactos electorales. La cúpula morada podrá por tanto bloquear acuerdos en territorios para presionar a IU por sellar acuerdos a nivel nacional.
En IU han puesto junio como plazo máximo para anunciar un nuevo acuerdo para reeditar Por Andalucía, a falta de buscar un nuevo candidato que aspire a la Presidencia de la Junta de Andalucía y sustituya a la anterior candidata, Inma Nieto, que no aspira a reeditar el puesto. En esta formación avanzan que seguirán los plazos establecidos, ante la necesidad de ponerse en «modo electoral» a partir de septiembre, ante la inminencia de las próximas elecciones andaluzas, que se celebrarán como tarde en junio del año que viene, pero que podrían adelantarse a primavera.
En caso de que Podemos no se sume a este acuerdo, Por Andalucía y las fuerzas que lo integran iniciarán su propia campaña. Algo que, según IU, «no cierra la puerta» a que puedan incorporarse más tarde, aunque sí que advierten, «no con las mismas condiciones» que en caso de haber pactado en un primer momento, puesto que el diseño de las listas y el reparto de recursos ya estarán previamente cerrados.
A esto se suma la difícil situación de Podemos en Andalucía, que llevó las negociaciones tan al límite en las últimas elecciones que selló la coalición en el último minuto y quedó fuera del registro, de manera que a ojos de la Junta Electoral Central no tiene representación en el Parlamento andaluz. Una circunstancia que deja en duda tanto las subvenciones para la campaña electoral como la publicidad en medios públicos y presencia en debates electorales.
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