En 1997, y tras salirse en una temporada inolvidable en el Barça (49 goles en 47 partidos), Ronaldo Nazário, por aquellos tiempos, ‘O Fenómeno’, recibió el Balón de Oro e hizo historia al ser el más joven en ganarlo. Tenía el brasileño en aquel momento, y vistiendo ya la camiseta del Inter, 21 años y 3 meses de edad. Prácticamente tres décadas después, y si se hace justicia, la máxima distinción individual para un futbolista será para un chaval que todavía no ha cumplido la mayoría de edad. Un récord más que pulverizaría Lamine Yamal, el jugador del momento, y a buen seguro, de los próximos años.
En la carrera por el Balón de Oro influyen muchas variables. Son un centenar de periodistas de los países con mejor ranking FIFA los que votan en la elección. Todos ellos con sus gustos y sus preferencias. Pero no hay, a día de hoy, un futbolista con las cualidades de Lamine Yamal. Por juventud, por descaro, por calidad técnica, por estar en el equipo adecuado para dar rienda suelta a su imaginación. Por mil motivos.
El Barça ha vuelto por sus fueros y lo ha hecho de la mano de Hansi Flick en la dirección técnica y de Lamine Yamal sobre el verde. Acompañado, claro está, de jugadores que, como Raphinha o Pedri, también están entre los candidatos por méritos propios. Cuentan el brasileño y el tinerfeño con serias opciones de subir al podio. Pero el de Rocafonda está tocado por una varita mágica. Sus compañeros lo ven cada día y le darían el Balón de Oro con los ojos cerrados. Solo a él se le señala como el heredero natural de Leo Messi. Por algo será.
La ‘premonición’ de Rodri
En los últimos tiempos ha ido aflorando en Lamine, además, una capacidad natural de liderazgo inaudita a este nivel en un chaval de 17 años. El de Rocafonda se ha echado al equipo a sus espaldas en situaciones adversas y ha conducido la reacción del Barça. En partidos que son vistos con pasión en todo el mundo, como unas semifinales de Champions League o los clásicos ante el Real Madrid. Sin ir más lejos, el del pasado domingo en Montjuïc. Con golazo a un señor portero como Courtois y su actitud premonitoria en la celebración: ‘tranquilos, que aquí estoy yo’. Dicho y hecho.
Lamine ha conseguido también que los que saben de verdad lo tengan claro. Cada vez que se le pregunta a su entrenador por el canterano azulgrana sale de la boca de Hansi Flick la palabra «genio». Simone Inzagui, el mister del Inter de Milán, reconoció que no había manera de pararlo. Henry, Haaland… y Rodri. El vigente ganador del Balón de Oro, ya se lo anticipó, cara a cara, en la pasada gala: «Sigue así, sigue trabajando. Estoy convencido de que lo ganarás muy pronto».
Dembélé, el gran rival
Cosas del fútbol, la meteórica explosión de Lamine Yamal vino propiciada, en parte, por la salida de Ousmane Démbéle del club azulgrana con destino a París. La historia dirá que el ‘mosquito’ y el de Rocafonda coincidieron una vez en el césped… durante 7 minutos. Fue en un Barça-Betis (4-0) de la temporada 2022/2023, el partido del debut de Lamine como azulgrana. Dos años después, son los favoritos a conquistar el Balón de Oro.
Lamine Yamal no es ambidiestro, pero su zurda vale por dos, y es más genial y constante que un Dembélé capaz de lo mejor… y también de lo peor. A favor del parisino está que el París Saint´Germain jugará la final de la Champions League, el gran escaparate europeo, y participará en el Mundial de Clubes.
Pero en el duelo directo es donde se podría desequilibrar la balanza. Si Lamine ya le ganó la partida a Ousmane en la final de la Eurocopa de 2024 (con gol incluido para el azulgrana), el enfrentamiento que lo puede decidir todo es el España-Francia del próximo 5 de junio en el Mercedes-Benz Arena de Stuttgart por un puesto en la final de la Nations League.
El Balón de Oro se otorga en función de la temporada y el de Rocafonda ha marcado 16 goles y ha repartido 21 asistencias en 52 partidos para liderar a un FC Barcelona que firmará un histórico triplete nacional (Liga, Copa del Rey y Supercopa de España). Además de su indiscutible protagonismo con la Roja y de jugar una Liga, la española, con más coeficiente y prestigio que la francesa. Y un último dato: el valor de mercado de Lamine Yamal es de 180 millones de euros. El de Dembélé, de 75. Nadie, tampoco Salah y mucho menos los madridistas Mbappé, Vinicius o Bellingham, están a su nivel. Lamine es el crack, el mejor, y así debe ser reconocido.