La tercera corrida de la Feria de San
Isidro 2025 en Las Ventas dejó una actuación destacada de Miguel
Ángel Perera, quien acarició la gloria con una faena vibrante al
cuarto toro de Fuente Ymbro. Sin embargo, la espada le jugó una mala
pasada, impidiéndole abrir la ansiada puerta grande.
El
cuarto toro, de nombre «Amargado», resultó ser un ejemplar
de gran calidad, con nobleza, clase y entrega en la embestida. Perera
lo recibió de rodillas en los medios, pasándoselo por la espalda en
un inicio de faena que encendió los tendidos. A lo largo de la
lidia, el diestro extremeño mostró temple y mando, destacando en
muletazos profundos por el pitón derecho. No obstante, una ráfaga
de viento rompió el ritmo de la faena, y por el pitón izquierdo el
toro no ofreció las mismas garantías. Finalmente, tras dos
pinchazos y una estocada que hizo guardia, Perera saludó una ovación
tras escuchar un aviso.
En su primer turno, el extremeño
lidió un sobrero de Chamaco tras lesionarse el titular de Fuente
Ymbro. El toro, de seria expresión y comportamiento reservón,
exigió al máximo al torero, quien supo extraer muletazos meritorios
por el pitón derecho. Sin embargo, la faena no alcanzó cotas altas
y fue silenciada tras dos avisos.
Paco Ureña, por su parte,
no logró conectar con el público en ninguno de sus dos toros. El
segundo de la tarde, de Fuente Ymbro, mostró clase pero el murciano
no encontró la fórmula para aprovecharlo, siendo silenciado tras su
labor.
En el quinto, otro sobrero de Chamaco,
se topó con un toro complicado y temperamental, siendo nuevamente
silenciado.
Ginés Marín destacó en el sexto, un toro
exigente y complejo de Fuente Ymbro. El extremeño mostró
disposición y entrega, limando aristas en la primera parte de la
faena y logrando momentos de buen toreo, especialmente al natural.
Labor seria del diestro que, aún si ser redonda, mostró capacidad y
oficio. Mató además de un perfecto volapié. La vuelta al ruedo
corrió por su cuenta, eso sí.
Antes, en su primero, Ginés gustó en
un inicio de faena muy torero y plástico, saliéndose más allá de
las rayas del tercio reduciendo la embestida del pupilo de Ricardo
Gallardo. Ginés logró imprimir compás y cadencia, y en un natural
de excelente factura, redondo y ceñido, el toro acusó el esfuerzo y
comenzó a apagarse. La obra, que prometía, se desinfló con la
pérdida de fuelle del animal. Pese a ello, Marín dejó un buen
cierre de faena antes de pinchar y dejar una estocada algo
desprendida.