A las 23.44 de la noche del domingo, horas después de que el Barcelona derrotara al Real Madrid (4-3) y dejara la Liga prácticamente vista para sentencia, la Real Federación Española de Fútbol colgó en sus redes sociales el audio con el que el cuerpo arbitral, dirigido en el terreno de juego por Alejandro Hernández Hernández y Juan Martínez Munuera desde el VAR, justificó la anulación de un gol a Fermín que hubiera zanjado el duelo en el minuto 95. Hubiera sido el 5-3.
El balón había rebotado en la mano de Fermín, pero la acción continuó y el centrocampista azulgrana, sin que el árbitro señalara nada, robó la pelota a Fede Valverde para iniciar su carrera hacia Courtois y armar su disparo a gol.
«Álex [Hernández Hernández], escúchame, acabamos de detectar una mano. ¿Vale? Vente a verla, porfa», le advirtieron desde la sala VOR.
Cuando la imagen quedó congelada en la pelota golpeando el brazo izquierdo de Fermín, en el segundo 37 del audio difundido por la RFEF, puede escucharse con nitidez: «Menos mal». El comentario, que no fue transcrito por la Federación y cuya autoría se presupone a Martínez Munuera, se produjo antes de que Hernández Hernández acudiera al monitor a revisar el episodio.
Después, el árbitro principal dijo: «Vale, perfecto, la mano está arriba claramente. Voy a cancelar el gol».
En otro de los episodios conflictivos de la tarde, Martínez Munuera invitó a Hernández Hernández a que visionara una mano de Tchouaméni en el área después de un disparo de Ferran Torres. El futbolista francés del Real Madrid tenía el brazo despegado del cuerpo. «Ahí tienes las imágenes, es un tiro a puerta. No tenemos muchas más cámaras potentes», le decían al árbitro principal desde la sala VOR. «Se produce el impacto con el brazo hacia abajo, para mí no es penalti», se justificó Hernández Hernández para obviar la acción.
Escaramuza
La escaramuza arbitral, pues, continúa en un fútbol español que, lejos de protegerse, ha permitido que una bruma de sospecha aceche al colectivo que preside Luis Medina Cantalejo. El Comité Técnico de Árbitros (CTA), de hecho, celebró el pasado jueves una reunión en la sede de LaLiga en la que prosiguió con su intención de corregir sus disfunciones. Un encuentro en el que, según desveló el diario As, participó tanto Hernández Hernández, el árbitro del clásico y que forma parte de la comisión de reforma del arbitraje, como una representante del Real Madrid vía telemática, Begoña Sanz, directora general adjunta de la entidad.
Dicha reunión llegó después de la grave crisis vivida en la víspera de la disputa de la final de la Copa del Rey en Sevilla, cuando el Real Madrid amagó con no presentarse al partido si no cambiaban a los árbitros designados, Ricardo de Burgos Bengoexea (árbitro principal) y Pablo González Fuertes (VAR). La argumentación, que el primero se había echado a llorar durante la comparecencia pública de la mañana previa a la final -«a mí hijo le dicen que soy un ladrón», dijo-, y que el segundo había arremetido contra los vídeos de Real Madrid TV en los que la cadena oficial del club blanco señala a los colegiados que juzgan sus partidos.
Tuvieron que intervenir altas instancias gubernamentales y estatales para que el Real Madrid reculara y jugará la final de Copa después de haberse negado a entrenar el día antes en La Cartuja y a ofrecer la rueda de prensa de su entrenador, Carlo Ancelotti, y de su capitán, Luka Modric, ante los medios de comunicación. El Real Madrid cayó en la prórroga de la final de Copa frente al Barcelona (3-2) en una noche que acabó con Rüdiger lanzando hielos al árbitro.