Difícilmente el FC Barcelona se ha encontrado antes con una explosión tan expansiva de un menor de edad. Lamine Yamal devora etapas a una velocidad que cuesta de creer. Cada semestre parece alcanzar una nueva dimensión. Si en la Eurocopa su figura se catapultó, tras la semifinal de Champions ante el Inter se transformó en algo más. ¿En cuántas tertulias y foros reputados se debatió esta semana sobre si ya es el mejor jugador del mundo? Otro nivel. Y tanta exposición conlleva sus desafíos.
El reconocimiento futbolístico ha ido en paralelo a su conversión en fenómeno social. Su vistoso estilo de juego y su emocionante calidad se refuerzan con una personalidad alegre y desacomplejada, como expone en sus redes sociales o en su nuevo tinte capilar. Su edad no coarta una seguridad en sí mismo que asombra. No solo en el césped, el hábitat donde proyecta precozmente su talento, sino también fuera. El pavor al micrófono que sienten compañeros de vestuario mayores no se percibe en él porque no existe. “El miedo lo perdí en un parque de Mataró”, dijo con agilidad mental antes de la ida ante el Inter. Un adolescente de 17 años muy singular, ajeno en apariencia al peso de la brutal atención.
Lamine Yamal, decepcionado, tras concluir la semifinal de Champions ante el Inter en Milán. / Spada / La Presse| Spada/LaPresse / Spada / La Presse| Spada/LaPresse / Spada / La Presse| Spada/LaPresse / LAP
Desde septiembre pasado ya no vive en La Masia, la burbuja que le ha protegido y le ha moldeado desde que entrara con apenas 12 años. Al ser de Barcelona, no le correspondía una habitación en el edificio de Sant Joan Despí, pero los responsables del centro entendieron que convenía cuidarle de cerca y adaptarle a hábitos adecuados.
Ahora reside en un piso cerca de la Ciutat Esportiva, al lado de un restaurante frecuentado por directivos. Su madre, Sheila Ebane, permanece en el Maresme, junto a su actual pareja y el pequeño Keyne, hermano de Lamine; su padre, Mounir Nasraoui, figura incómoda por las situaciones problemáticas que genera, se ha instalado en un piso de Pedralbes.
Siempre a su lado, su primo Moha, 12 años mayor. También su amigo íntimo de infancia, un ‘bro’ de verdad, llamado Souhaip. Moha le ha hecho de conductor a menudo, pero el FC Barcelona le ha puesto uno particular, al menos hasta que se saque el carnet de conducir. El 13 de julio alcanzará la mayoría de edad y podrá intentarlo. El chófer del club le lleva a la Ciutat Esportiva y le devuelve después a casa o adonde se tercie. A compromisos comerciales, por ejemplo.
No es de los que ande solo precisamente. Aparte del entorno cercano ya mencionado, suele moverse con al menos un par de hombres de la agencia de Jorge Mendes, el superagente que le arrebató la representación a Iván de la Peña hace unos dos años. Están encima de Lamine constantemente. Tipos instruidos que tanto saben interpretar contratos como abrir paso entre cazautógrafos.
Gancho comercial
Lamine Yamal es ya un personaje muy apetecible para las marcas. En poco tiempo ha firmado contratos con empresas de primer rango como Adidas, Oppo, Konami, Powerade y Beats, que le han convertido en protagonista de llamativas campañas publicitarias. Ingresa más por este concepto que por su sueldo actual de futbolista, que no alcanza los dos millones. Cuestión de edad. Pronto dejará de ser así.
Justo esta semana la casa de los auriculares desveló un anuncio en que se le retrata como El Jefe. Aparece junto a Morad, músico tan carismático como controvertido de L’Hospitalet, con el que ha tejido últimamente una buena amistad. En las celebraciones pone canciones suyas, guste o no al vestuario. Hasta en eso tiene descaro. También de Mike Towers, Beny Jr y cosas por el estilo. Música urbana, rap, dembow… Es su gusto.
Embajador de Unicef y enganchado como presidente de un equipo al divertimento de la Kings League, Lamine Yamal cumplirá en verano los 18 años y firmará un contrato más acorde al estatus que se ha ganado en el campo. Los términos están ya negociados con Jorge Mendes, pero no firmados, sujetos por tanto a revisión. En principio, firmará hasta 2030. Por entonces tendrá 23 años. Como no puede ser de otra forma, se incorporará al grupo de los mejor pagados, una vez el club resuelva el eterno escollo del límite salarial.
No hay la mínima duda de que ampliará el contrato actual, que finaliza en verano de 2026. No quiere otra cosa. ¿Pero cuánto costaría ficharle? Su valor de mercado, según Transfermakt, es de 180 millones, pero hasta eso ha dejado desfasado. El propio Laporta reveló una oferta de 200 millones, presumiblemente del PSG. Algunos medios hablaron de una segunda intentona por 250.
Ha crecido su juego, ha madurado como persona y ha elevado su ascendencia interna. No hace falta más que repasar las imágenes de su exhibición en el Inter-Barça. En Milán celebra a lo loco el gol de Èric, se molesta porque no le pasan el balón, porque lo pide siempre en los partidos de máxima presión, y anima a Cubarsí tras el penalti. Como reza el anuncio, tan joven y va camino de ser El Jefe. Ya nadie espera menos de él este domingo ante el Real Madrid.