En el VIII Seminario de Arboricultura y Paisaje ha participado con una conferencia titulada Protección, gestión y conservación de árboles y arboledas singulares de Gran Canaria. ¿Cuál es la situación actual de esos ejemplares emblemáticos de la isla?
Mi exposición fue genérica y la protección de los árboles singulares en el territorio español no es muy buena, pero me he quedado gratamente sorprendida con lo que ocurre en Gran Canaria. A nivel nacional hay catálogos sin actualizar y no hay inventarios bien hechos por falta de medios técnicos y económicos. Sin embargo, esta isla está en un nivel bastante bueno si se compara con las comunidades autónomas de la Península, pues hay presupuestos y un servicio técnico en el Cabildo que se encarga de esos árboles.
¿Cuáles son las recomendaciones principales para conservar esos árboles?
Es muy importante hacer un buen estudio de ellos, como el estado estructural, biomecánica, situación fitosanitaria o análisis del entorno, así como un informe histórico de las actuaciones que se han hecho previamente para luego redactar un plan de gestión y llevarlo a cabo. Eso lo que falta en muchos catálogos, pero en Gran Canaria hay interés, buen seguimiento y presupuesto, por lo que van por muy buen camino. En el año 2021, con el Ministerio de Medio Ambiente, hicimos una publicación de los catálogos de árboles singulares de todas las regiones y fue bastante decepcionante. Salvo la Comunidad Valenciana y Baleares, la mayoría de los registros estaban sin desarrollar y con muy poca información de los árboles. En aquellas fechas, en Gran Canaria estaban realizando ese catálogo y ahora hemos comprobado que hay interés de las administraciones en que se conserve ese patrimonio natural tan importante.
¿Qué especies singulares de Gran Canaria son más relevantes?
Considero que la sabina canaria, que en esta isla es bastante escasa y es muy interesante que esté dentro del catálogo. Es un monumento. Y luego los almácigos, que también escasean y son un referente de la laurisilva. Esas dos especies son las más interesantes porque tener árboles en laderas es una rareza.
Una plataforma de colectivos ciudadanos preocupados por los árboles de Gran Canaria ha lanzado la alarma por la desaparición de ejemplares simbólicos y de masa forestal, sobre todo en la capital y otras áreas urbanas. ¿Es tan preocupante? ¿Se puede hacer una comparación con otros territorios?
A nivel urbano, los bosques son las formaciones más amenazadas en la Península y en las Islas. Hay muy poca normativa que proteja a las especies que están dentro de las ciudades. Se cometen auténticas barbaridades con esos árboles, como las talas abusivas, podas drásticas que no tienen ningún sentido, pues lo que se necesita en las ciudades son árboles grandes con copas frondosas para que den sombra y los demás beneficios. Es ridículo hacer esas podas tan drásticas. Y luego están las talas que se hacen sin ningún tipo de conciencia de su importancia. Parece que el árbol es un mobiliario urbano, igual que una farola, que se quita y se pone. A veces le dan más importancia a la farola que el propio árbol. No se le deja espacio, pero son necesarios para hacer ciudades más mas naturales y, sobre todo, mas agradables para vivir. Esa movilización ciudadana es muy interesante por el cambio climático y las llamadas islas de calor.
¿Cómo se deben realizar esas podas y talas? ¿Son necesarias?
Es una cuestión que se debe dirimir de una forma técnica, por gente que sepa de arbolado urbano. Que sean profesionales de verdad de la poda, no personas que se compran una motosierra, ensayan un rato y se suben al árbol. Debe ser gente que sepa si un árbol debe ser podado o no. A veces se necesita podar por problemas urbanos o de interacciones con otros elementos, pero hay que saber hacerlo de forma adecuada. La mejor poda es la que no se nota. Hay que respetar la estructura del árbol, pues ellos desarrollan la más optima para mantenerse en pie. El menos interesado en que se caiga una rama o se rompa es el propio árbol. Si rompemos esa estructura, genera otra aleatoria porque necesita sacar brotes muy rápido al haberle quitado la parte de donde come, que es la copa. Así, se forma una copa más desordenada, que no es la más segura. Hay que mantener la estructura natural del árbol y solo la deben hacer los que sepan, un profesional de la arboricultura.
«La arboricultura es una profesión con futuro, pero yo los protejo porque un árbol me salvó la vida»
¿Influye la proliferación de flora invasora en la isla, sobre todo el llamado rabo de gato?
Sí. Hay muchas especies invasoras y el caso del rabo de gato en Gran Canaria es muy claro. En la Península hay muchísimas especies que se están metiendo en las ciudades y en los espacios naturales, por lo que son un peligro y hay que controlarlas. Hay que planificar y gestionar mucho mejor los bosques urbanos porque lo que vemos a diario en toda España es que no hay todavía un conocimiento por parte de la sociedad de la importancia de los árboles y de cómo hay que tratarlos.
Canarias tiene una clima muy particular y de él depende en gran parte la vegetación que existe. Ante el calentamiento global, ¿esa meteorología beneficia o perjudica más que al resto del planeta?
Son islas y a las zonas aisladas les afectan muchísimo los cambios climáticos. Están muy cerca del mar y cualquier cambio incide más que en los continentes. Es importante tomarse muy en serio el calentamiento global, que no es solo el aumento de temperatura, sino vientos, tormentos o inundaciones. Sobre todo en las ciudades, donde se concentra la mayoría de la población. Hay tener más verde y suelos abiertos de forma natural que consigan que ese agua que cae se infiltre rápidamente. Ese cambio climático ya está aquí y no sabemos hacia donde va a dirigirse.
¿Qué le motivó a especializarse en la protección y gestión de los árboles? ¿Es un ámbito profesional con futuro?
Sí. Tiene mucho futuro porque hay poca gente que esté preparada para la gestión. Yo tengo mucho trabajo, me llaman de muchas partes, a veces para intentar arreglar los errores de otros. No hay muchas personas que expliquen a la gente por qué un árbol tiene un determinado problema o por qué no se debe podar. En mi caso concreto fue porque un árbol me salvó la vida. A los 20 años me caí por un barranco y ahí sí que lo vi clara su importancia. Es increíble que sean los seres vivos más desconocidos del planeta pese a que llevan aquí desde antes del Jurásico. Hay que entenderlos bien para que tengamos todos una vida saludable.
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