Madrid, Yeda, Sevilla… Montjuïc. Esta es la hoja de ruta de los clásicos de un curso en el que podrían haberse celebrado hasta siete, pero que acabará con cuatro. El último se jugará este domingo, y no tendrá carácter decisivo, pero sí será trascendental para el desenlace de la Liga, porque si lo gana el Barça le situaría con 7 puntos de diferencia y 9 por disputarse. Parte con una ventaja anímica el cuadro azulgrana, además de la ambiental por el escenario de Montjuïc, con el 3-0 de las victorias que se ha apuntado esta campaña.
Aunque desde la trinchera madridista se ve con otra óptica. La eliminación en la Champions, además de un palo anímico por la crueldad de la forma, debe pesar en las piernas de los azulgranas, que tuvieron que disputar 120 minutos para dilucidar el desenlace de la semifinal ante el Inter. Algo que Ancelotti sostiene que condicionará el partido para los locales.
Ha fulminado Hansi Flick la tendencia a la derrota del Barça de Xavi, que acumulaba cuatro consecutivas después de haber conquistado la Supercopa en enero de 2023 a costa de los blancos y un 0-4 en el Bernabéu, resultados que también se le volvieron en contra en la Supercopa de 2024, y en la semifinal de Copa en el Camp Nou.
Los jugadores del Real Madrid, desolados, en el tercer clásico de la temporada. / Valentí Enrich / SPO
El panorama con que se presentaba el inicio de la campaña actual era el de un Real Madrid imbatible, campeón de Liga y de Champions con el añadido de Kylian Mbappé frente a un Barça empobrecido, con dos fichajes (Dani Olmo y Pau Víctor) y un esqueleto formado por jovencillos de la cantera. La realidad sobre el terreno de juego ha sido muy distinta y la explican los resultados: goleada en el Bernabéu por 0-4, paliza en la final de la Supercopa por 2-5 y remontada en la conquista de la Copa del Rey por 3-2.

Alejandro Balde enseña la camiseta de Lamine Yamal, autor del 0-3 en el Bernabéu. / Valentí Enrich / SPO
12 fueras de juego y cuatro goles
Acudía al Barça a disputar el primer clásico con tres puntos de ventaja después de haber arrollado tres días antes al Bayern en la Champions (4-1) y al Sevilla (5-1) el domingo anterior. Fueron seis al salir del Bernabéu, valiosa ventaja que desapareció en un mes, cuatro jornadas después. Seis bajas sufría Hansi Flick: Ter Stegen, Eric Garcia, Araujo, Christensen, Bernal y Ferran Torres.
Sin embargo, alineaba al once de gala. Pero con Iñaki Peña bajo los palos, que se doctoró con una actuación sensacional que selló la portería a cero. Hizo cuatro paradas; en realidad, fueron muchas más en acciones que fueron invalidadas. El Barça sorprendió con su presión adelantada y una defensa muy alta que ridiculizaron al Madrid con 12 fueras de juego.

Raphinha eleva una vaselina sobre Lunin tras superar a Lucas en el clásico del Bernabéu. / Valentí Enrich / SPO
Desorientado y frustrado, sin saber cómo avanzar, el Madrid recibió los cuatro impactos en la segunda mitad, cuando debería haberse corregido en el descanso. Marc Casadó descubrió el boquete en el centro de la defensa para poner a Lewandowski en carrera y luego fueron los demás quienes desnudaron las flaquezas de Lucas Vázquez. Baldé centró con comodidad a Lewandowski, Raphinha asistió a Lamine Yamal, que clavó un derechazo a la escuadra, y Raphinha volvía a superar a Lucas Vázquez.
El Madrid se presentó al partido con la baja de Rodrygo, lo que permitió a Ancelotti meter cemento en la medular armando un 4-4-2 con Valverde, Tchouameni y Camavinga, pero el parche de Lucas Vázquez en el carril derecho y la aparición de Lunin por un lesionado Courtois pasaron factura a los blancos. Mbappé se marchó frustrado de su primer clásico atrapado por la trampa de Flick en los fuera de juego, y el Barça castigó la falta de contundencia blanca en su área. Era octubre y el madridismo lo entendió como un accidente intrascendente.

Joan Laporta, con el trofeo de la Supercopa, junto a la plantilla. / STR / EFE
La lección se repite
La final de la Supercopa los reunía de nuevo en Yeda en enero con un Barça relegado al tercer lugar en la Liga, a cinco puntos del Madrid y a seis del Atlético. No hubo cambio más relevante que la alineación de Wojciech Szczesny bajo los palos. Llevaba dos partidos en la portería cuando concurrió este segundo clásico del curso. También sucedió que el Madrid marcaba un gol, mediante Mbappé, en un contrataque, después de tres ocasiones del Barça.
El panorama favorito de Ancelotti: anclar el equipo atrás para sorprender al ambicioso cuadro azulgrana. Ni así pudo impedir que se precipatara otra catarata de cuatro goles aun teniendo a Thiabut Courtois bajo los palos, esta vez en la primera mitad. El problema no residía en la portería, sino en su deficiente estructura.

Alejandro Balde festeja su gol, el momentáneo 1-4 en la final de la Supercopa, y Raphinha por detrás. / «Associated Press/LaPresse Altaf Qadri» / LAP
Lamine Yamal volvió a marcar con un gol messiánico. Y Lewandowski, esta vez de penalti. Y Raphinha, con un estupendo cabezazo solo en el área, a centro de Koundé. Y Balde, que pasó de asistente a goleador en un contragolpe armado con su amigo Lamine Yamal. La manita cayó en la reanudación. En el segundo clásico de su vida, Casadó daba su segunda asistencia. En octubre a Lewandowski; en enero a Raphinha para el doblete del brasileño. Rodrygo marcó de falta gracias a la expulsión de Szczesny.
El Madrid volvió a mostrar la misma fragilidad defensiva, esta vez con una zaga en la que repetía Lucas Vázquez como lateral y Tchouameni formaba pareja en el eje con Rudiger. Carletto alineó a los ‘Cuatro Fantásticos’, que fracasaron estrepitosamente, pese a ser el clásico de esta año en el que los blancos discutieron más posesión a los de Flick (49% por 51 de los culés).
El cuadro blanco disparó más, 19 veces por 13 del Barça, pero de la mitad de los lanzamientos azulgranas que cogieron puerta acabaron en la red. Carlo Ancelotti regresó muy tocado de Arabia y el entorno del presidente llegó a proponerle el relevo por Santiago Solari, en lo que suponía el segundo aviso para el italiano. El primero llegó en noviembre, después del 1-3 en el Bernabéu ante el Milan, críticas que fueron acalladas por un 4-0 ante Osasuna en un encuentro en el que estuvo cuestionada la continuidad de Carletto.

Koundé dispara al marco de Courtois para anotar el 3-2 de la final de Copa. / Valentí Enrich / SPO
Tercer clásico, segundo título
La final de Copa elevaba el nivel de trascendencia por la mayor importancia del título en juego. Fue la tercera victoria consecutiva de Flick, el único que ha seguido la estela de Pep Guardiola, que reunió cinco seguidas ante el eterno rival. El marcador de Sevilla fue el más apretado, hasta el punto de que se jugó una prórroga. El equilibrio habitual volvía al clásico, que siguió teñido de azulgrana. El 3-2 dio a entender que el Madrid ha recortado las diferencias futbolísticas. El historial acumulado como visitante en los últimos años (cuatro victorias en cinco partidos) cultiva la ilusión blanca, que espera reengancharse a la Liga o despedirse definitivamente de ella.

Kylian Mbappé marca el gol del momentáneo empate a uno en La Cartuja. / Julio Munoz / EFE
El Barça estrenó goleadores en La Cartuja. Pedri colocó un balón cruzado a la escuadra llegando como segunda línea, Ferran dejó en evidencia de nuevo al agresivo Rüdiger, salvando además la mala salida de Courtois, y Koundé culminó el triunfo al interceptar y aprovechar un mal pase de Modric a Brahim.
Entre tanto, el Madrid había remontado el gol de Pedri con dos acciones a balón parado en siete minutos. Primero, una falta lanzada por Mbappé; después, un córner cabeceado por Tchouaméni. Siete minutos después, indiferente al marcador adverso, se producía una nueva remontada del Barça. A la conclusión del partido, Ancelotti reunió a los suyos en el vestuario de La Cartuja y realizó una lectura optimista de esta última derrota: «Este es el camino. Solo nos ha faltado suerte. Si seguimos así, les ganaremos el partido de Liga en Montjuïc».
Carlo volvió a apostar por poblar el mediocampo, dejando a Rodrygo en el banquillo, y el Madrid ganó en robustez defensiva. Ese será el camino que explorará este domingo en el clásico en Barcelona. Un 4-4-2 con un mediocampo de buen pie en el que reunirá a Ceballos, Arda y Bellingham alrededor de Valverde. Lo inquietante es que Lucas Vázquez y Tchouameni volverán a aparecer en la zaga porque no tiene otras alternativas.