Esperemos que se pongan de acuerdo antes de que tengamos que volver a casa

Se hacen colas. Se pasan vallas y controles de seguridad, alguno incluso se asusta al ver patrullar a los soldados con sus futuristas fusiles antidrones. Pero nadie da vuelta atrás. El objetivo es entrar en la plaza de San Pedro del Vaticano y estar allí en el momento de la anhelada fumata. Nariz arriba. Ojos clavados hacia la chimenea de la capilla Sixtina. Allí donde días atrás la instalaron los bomberos y donde ahora está de jarana una familia de gaviotas, indiscretamente retratada. Primero por los fotógrafos emplazados en el brazo de Carlomagno; luego por los turistas. Que hacen muchas preguntas, preguntas que no tienen respuesta. 

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