A la espera de que llegue a España Lecanemab, el fármaco que ralentiza hasta un 27% el alzhéimer y que fue aprobado el mes pasado por la UE, investigadores del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, que acoge a científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Autónoma de Madrid, han identificado un mecanismo que contribuye al desarrollo temprano de la enfermedad, mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas.
Se trata de una proteína producida por células no neuronales del sistema nervioso que podría usarse, si el hallazgo se consolida en fases posteriores de la investigación, como diana terapéutica frente a una enfermedad que es la principal causa de demencia, la padecen unas 800.000 personas en España y, a día de hoy, no tiene cura.
La novedad de la investigación radica en que, en lugar de poner el foco en cómo se forman y cómo se podría eliminar las placas amiloides acumuladas en el cerebro, la causa más conocida del alzhéimer, ha analizado células no neuronales pero sí fundamentales del sistema nervioso y su actividad en una etapa previa y silenciosa de la enfermedad, menos estudiada.
En concreto, los científicos han estudiado el papel de las células de glía, entre ellas los astrocitos, en la patología neuronal y, en particular, en los primeros cambios observables en cerebros de pacientes y en modelos de animales.
Las células de glía, aunque no están involucradas directamente en transmitir señales como las neuronas, proporcionan soporte físico y mantienen la arquitectura del sistema nervioso, por lo que tienen un papel crucial en el correcto funcionamiento del cerebro. Y los investigadores han descubierto en un modelo de ratón que un tipo de célula glial, los astrocitos, pueden jugar un papel clave en el origen de la enfermedad a través de la producción excesiva de una proteína llamada SFRP1.
El hallazgo indica que la acumulación de la proteína induce a alteraciones en la sinapsis neuronales que preceden a la pérdida de memoria y a la acumulación de placas
La pérdida de memoria
En condiciones normales, la proteína SFRP1 regula la comunicación entre células durante el desarrollo cerebral. Sin embargo, su acumulación en el cerebro adulto, como ocurre durante procesos inflamatorios crónicos asociados al envejecimiento o a la enfermedad de Alzhéimer, tiene efectos perjudiciales, dado que induce a alteraciones en la sinapsis (conexiones) neuronales que preceden a la pérdida de memoria y a la acumulación de placas.
Según el equipo científico, integrado también por miembros de la Universidad Pablo de Olavide y de la VU University Amsterdam, «estas alteraciones se correlacionan con el deterioro cognitivo mucho más que la conocida presencia de placas amiloides y afectan directamente a la capacidad de aprendizaje y memoria«.
Además, el hallazgo, que ha sido publicado en la revista ‘Cell Reports’, muestra cómo el exceso de la proteína SFRP1 interfiere con un proceso fundamental para el aprendizaje y la memoria, denominado potenciación sináptica a largo plazo (LTP, por sus siglas en inglés). Este proceso permite que las conexiones entre neuronas se fortalezcan cuando se usan repetidamente, facilitando la consolidación de recuerdos. Si este mecanismo se debilita —como ocurre en el modelo experimental del estudio—, las neuronas no pueden comunicarse eficazmente y dificulta la formación de la memoria, un rasgo característico en las fases iniciales de la enfermedad.
«El aumento de la proteína SFPR1 en etapas tempranas parece actuar como un motor activo de la patología, no como un simple acompañante de otros procesos degenerativos”
La diana terapéutica
Por todo ello, Guadalupe Pereyra, una de las autoras, sostiene que «el aumento de la proteína SFPR1 en etapas tempranas parece actuar como un motor activo de la patología, no como un simple acompañante de otros procesos degenerativos”. De hecho, estudios previos ya habían detectado niveles elevados de esta proteína en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con la enfermedad de Alzhéimer, incluso antes del diagnóstico clínico.
Por ello, los científicos creen que el hallazgo posiciona a la SFPR1 como una diana terapéutica emergente, abriendo la posibilidad de intervenir, si el hallazgo se consolida en fases posteriores de la investigación, en fases tempranas y silenciosas de la enfermedad, cuando las neuronas aún pueden recuperarse.