“Es el cónclave más importante de los dos últimos siglos”

Durante años dirigió Il Sismografo, un blog que -haciendo honor a su nombre- trataba de señalar la dirección y amplitud de las oscilaciones y sacudidas de la Iglesia Cristiana Romana durante un terremoto constante, en tiempos de incertidumbre y escándalos que hicieron tambalear la Santa Sede como réplicas de un seísmo. Luis Badilla, un ex médico de origen chileno, mantuvo durante tres lustros una bitácora que marcaba las pulsaciones de un paciente de salud quebradiza, poco acostumbrado al escrutinio público.

El blog de Badilla, crítico con el curso del papado de Francisco, echó el cierre a finales de 2023. «El Sismógrafo se detiene aquí», anunció un 17 de diciembre. «Me hubiera gustado —nos hubiera gustado— continuar con este servicio, que ha alcanzado todos sus objetivos iniciales, y quizás algo más, incluso inesperado. Pero después de 17 años de vida, aunque con formatos y destinatarios diferentes, mi vejez, 78 años, y sus compañeras, las enfermedades, me instan a detenerme porque es bueno y prudente. Ya no tengo las fuerzas necesarias para seguir adelante», arguyó.

En una entrevista con El Independiente, Badilla desgrana las claves del cónclave y los latidos de un momento trascendental para el futuro de la Iglesia. Lo hace fiel a su estilo, tal y como detalló en su despedida de internet: «Nunca hemos cedido a la perniciosa costumbre eclesiástica de justificar las mentiras para no dañar —se dice— la imagen de la Iglesia. La sola historia de la pedofilia en el clero demuestra lo contrario. Una Iglesia cada vez más identificada con Cristo solo se sostiene con el poder de la verdad y, cada vez que lo hace utilizando el poder de la mentira, traiciona a su fundador».

Pregunta.- ¿Cómo de relevante es este cónclave?

Respuesta.- Creo que es el cónclave más importante en los últimos dos siglos. En estos 12 cónclaves y por lo tanto 12 papas, incluyo el que tendrá que ser elegido, estamos atravesando seguramente una situación muy crítica en parte porque es una crisis en la crisis, porque estamos primero que todo de frente a una crisis global de civilización. al interno de la cual la iglesia vive su propia crisis, como la política, la economía…. Por otro lado, es un conclave muy difícil porque habría sido necesario un mínimo de balance respecto al pasado y al Papa Francisco, pero es un balance muy difícil, casi imposible de hacer. Francisco es un personaje muy complejo y por lo tanto nosotros hemos tenido en su persona papas diversos: el Papa digital o o mediático; el Papa real; el Papa institucional; el Papa popular; el Papa en las relaciones exteriores. En la historia este cónclave todavía no tiene ni siquiera un mínimo de balance. Y en segundo lugar, hay una tensión entre sectores conservadores y reformistas pero también esa tensión está muy condicionada por lo que el mundo mediático ha hecho de la iglesia, el cónclave y del papado.

P.- ¿Qué sectores se enfrentan en este cónclave?

R.- Se enfrentan y sería bueno que la iglesia lo reconociera, que dijera que es un enfrentamiento o si queremos una discusión educada. No hay nada mal en el hecho de que la iglesia discuta, se enfrente, se compare y a un cierto momento se cuente, porque mantener esta hipocresía, la de papas que son elegidos con mayoría y con minoría, que son negociados, que se se conversa para encontrar el elemento medio y decir que después es secreto no es una cosa aceptable. Por lo tanto, una cosa buena sería que la Iglesia dijera: «Fue elegido con tantos votos. La oposición fue esta, los votos que que fueron dispersos son estos”. Que lo dijera abiertamente porque es un mecanismo para garantizar al sucesor de Pedro. No hay ningún mal en decir que en la iglesia desde siempre han habido conflictos y polémicas. Ya en los tiempos de los apóstoles, Pedro y Pablo tuvieron gravísimas controversias, enfrentamientos que están incluso en los evangelios.

P.- ¿Qué diferencia a un sector del otro?

R.- Lo que llaman sector bergogliano serían los reformistas, los cuestionan esta dimensión mediática del Papa, autobiográfica, dejando en un segundo o tercer plano la centralidad de Cristo. Para los que el dogma y la doctrina son fundamentales serían los conservadores, que el Papa llamó indietristas, que van hacia atrás. Son dos apreciaciones sustancialmente correctas. Pero hay mucho más y muy distinto a lo que piensa la lectura laica, porque en la Iglesia la palabra conservadora y progresista es difícilmente interpretable. Yo puedo encontrar, como ocurrió, un Papa Francisco conservador. El Papa Francisco sustancialmente no hizo reformas y mantuvo sus posiciones doctrinarias, dogmáticas, idénticas a las que tenía en Buenos Aires. La dimensión reformista revolucionaria en Italia se ha escrito como la de “el último socialista” es fundamentalmente el fruto de una interpretación mediática. Tanto es así que en estas horas en Roma los grandes y mejores amigos y colaboradores del Papa están diciendo: Él hizo un diseño de las reformas, pero no las hizo. Es el nuevo Papa el que las tiene que hacer. Demostración de que objetivamente reformas sustanciales identificables del Papa Bergoglio son muy difíciles de encontrar. Lo que hay mucho en abundancia son anuncios, proclamaciones, anticipaciones, deseos, inquietudes… Cuando el Papa quiso hacer una reforma y decir que la Iglesia no compartía más la pena de muerte, al día siguiente cambió el texto del catequismo. En este pontificado, desde ya el 2013, se preguntó: “¿quién soy yo para enjuiciar a un gay?” Esto se ha convertido en una especie de eslogan pontificio, de parte de la prensa y no solo de la prensa. ¿Dónde está la reforma? El catecismo. Sigue diciendo ahora 12 años después lo mismo que decían los pontificados de Juan Pablo II. Y este ejemplo podría hacerse en decenas de otros temas.

P.- ¿Le faltó valentía a Francisco para acometer esas reformas que vuelven a sobrevolar este cónclave?

R.- Podría ser que le haya faltado valentía, que los sectores que se han opuesto a este tipo de anticipaciones hayan sido muy fuertes. El mismo dio una razón 4 o 5 meses atrás, cuando concluyó el último sínodo. Dijo textualmente dos veces, incluso lo escribió en un documento: “los tiempos no están maduros”. Por lo tanto, todas las reformas que él tenía en la cabeza, que anunció, que predicó, yo me permito decir que consistían fundamentalmente en el anunciar para crear un clima y los climas se crean con el pasar de los decenios. No se puede crear un clima nuevo en la iglesia para que madure una cierta idea, por ejemplo, que las mujeres puedan ser diáconos o que se pueda dar el el presbiterio, el sacerdocio a hombres casados. Eso va a terminar siendo realidad en la iglesia. Lo que pasa es que no se hace de un día para otro. El error del Papa, a mi juicio, ha estado en el anunciar permanentemente reformas porque creó también un miedo infundado, una reacción airada a la cual él mismo como persona no se hizo de lado para evitarlo sino participó en primera persona en las polémicas.

P.- A la vista de esos sectores, ¿cómo podría ser el nuevo Papa?

R.- Hay que elegirlo con 89 votos. Por lo tanto, tiene que llegar ​a una mayoría. Seguramente esa mayoría está tratando de construir un movimiento en torno a Parolín, que debería llegar a los 89 votos. Seguramente la mitad de esos votos no los tiene todavía y los tendrá que negociar. Y si cómo tendrá que negociarlos con el sector contrario a Bergoglio, ese sector va a poner condiciones. Por ejemplo, le va a decir a Parolín: «Queremos conocer los acuerdos secretos con China. Queremos conocer el texto. Queremos conocer el texto de las cartas que el Papa o documentos que el Papa firmó para eliminar del cónclave el cardenal Becciu. Los queremos conocer. Queremos explicaciones del por qué usted participó voluntariamente en la destrucción de la Secretaría de Estado…. Hay una mayoría en al inicio favorable a los candidatos llamados bergoglianos, pero no son suficientes. Tiene que haber un compromiso, un acuerdo con la otra parte que no tiene buenos candidatos. En ese contexto, a mi juicio, es una hipótesis de trabajo: va a surgir un tercer candidato, hm, que tendría que ser un hombre no identificado con el sector de Francisco y tanto menos con el sector no bergogliano, pero que debe dar garantía a las dos partes”.

P.- ¿Cuál sería esa tercera vía?

R.- Yo tengo un nombre en la cabeza y lo voy a decir por primera vez: Péter Erdő. Responde a muchos problemas actuales que no son solamente el de ser candidato intermedio. Por ejemplo, es un gran canonista, un hombre de ley, un hombre que tiene gran sentido del derecho, que es un problema de la iglesia. Una dificultad que deja Papa Bergoglio es un sentimiento, una percepción de gran arbitrariedad, capricho e impulsividad. La necesidad más inmediata, casi fisiológica, de gran parte de la iglesia y de la jerarquía es que la Iglesia ha sido gobernada en estos años de modo más bien autoritario y sin ninguna certidumbre. Erdő sería una respuesta. Erdő es un hombre de de inmensa cultura, un poliglota, muy discreto, que contrasta radicalmente con la figura de Francisco. Desde el punto de vista personal, el Papa Francisco ha tenido como defecto también el de haber puesto al centro de la narración pontifical su biografía personal, ​infravalorando, olvidando que nosotros los católicos somos discípulos de Cristo, no somos súbditos de un soberano.

P.- ¿Puede influir en el cónclave ese populismo de extrema derecha que ha triunfado en Estados Unidos y en otros lugares del mundo?

R.- Todo influye, todos con todo nos influenciamos. La iglesia insiste en que está en el mundo. Es una cosa que Bergoglio trató de hacer con mucha pasión y hay que continuar porque la iglesia flotando como un ectoplasma en el espacio no funciona ni no existe. Y Cristo no la fundó para eso, la fundó para estar en el mundo. Una iglesia que no está en lo que es el hombre contemporáneo, sus desafíos, sus angustias, sus necesidades, no es una iglesia a la altura de la realidad. Por lo tanto, todo la influencia: la crisis global, el populismo. La angustia en estos momentos que nos acercamos al conclave, ¿serán estos 133 hombres capaces de interpretar lo que está sucediendo en el mundo y sucediendo en la iglesia y en otras confesiones religiosas como la ortodoxa? Serán capaces de leer qué cosa realmente representa para Europa, por ejemplo, la política de Putin. Serán capaces de leer y de tener la inteligencia mínima adecuada para interpretar el cambio radical de Estados Unidos. Hay un condicionamiento: si son capaces de leer los signos de estos tiempos y por lo tanto de interpretarlos. No digo proponer soluciones porque el cónclave no existe para proponer soluciones a las crisis del mundo sino para proponer al hombre mejor, capaz de dar a la iglesia un papel y una misión adecuada y positiva en manera tal que el ​ cristianismo siga siendo presente en el mundo con coraje y audacia, como decía el Papa Francisco, en la plenitud del misterio de Cristo, de la fe cristiana, sin relativizarla. Y sin esqueletos en los armarios. No nos podemos más permitir nombrar jerarquías, obispos, cardenales, sacerdotes, párrocos que en un momento de la historia explotan con escándalos y verdades no conocidas.  

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