«Es una hazaña sin precedentes en cefalópodos». Así describe el CSIC el hallazgo de un pulpo con nueve tentáculos en aguas de Ibiza: el animal experimentó una bifurcación de uno de sus brazos tras sufrir un ataque y consiguió con el tiempo que este fuera funcional. La observación del ejemplar, efectuada por científicos del Instituto de Investigacións Mariñas, de Vigo, y del Centre Oceanogràfic de Balears, se prolongó durante cinco meses.
Este hecho se trata de un hito, ya que «revela no solo la regeneración inusual de un brazo dividido en dos, sino también el uso diferenciado y adaptativo de ambos brazos regenerados», explican los propios autores del estudio, publicado en la revista ‘Animals’, a través de una nota de prensa difundida este miércoles.
En la imagen, un caso idéntico al ahora descubierto en Ibiza, que fue hallado en Japón en 2020 / Agencias
El seguimiento del animal se realizó a través de vídeos submarinos y de manera ‘in situ’, todo una proeza, ya que «los métodos actuales utilizan, por lo general, experimentos ‘ex situ’ o de laboratorio para examinar el comportamiento de la especie», concretan.
El pulpo, un macho de ‘Octopus vulgaris’, reorganizó el uso de su nuevo tentáculo de forma funcional después de ser víctima de un ataque que le hizo perder varias extremidades. Este gran paso «sugiere mecanismos neuronales complejos que podrían inspirar nuevas aplicaciones en robótica, neurociencia y medicina regenerativa» -como en la construcción de prótesis-, abunda la investigación, cuya singularidad reside en documentar «cómo se usan los brazos regenerados y bifurcados en un entorno salvaje».

Investigadores del CSIC examinado un pulpo / CSIC
Concretamente, sus tentáculos bifurcados fueron empleados «de manera especializada: uno con mayor frecuencia en alimentación y otro en comportamientos exploratorios», mostrando, así, que estos cefalópodos «pueden adaptar el uso de sus brazos en función de las lesiones y la recuperación»: «Los brazos dañados fueron usados con menor frecuencia en conductas arriesgadas, lo que podría apuntar a una forma de memoria del dolor o aprendizaje por experiencia».
A partir de esta novedad, se abren ahora nuevos interrogantes como el tiempo de regeneración de las neuronas y si estas se distribuyen en un brazo y no en otro, entre múltiples incógnitas.
La investigación forma parte del proyecto Ecosuma y lleva la firma del grupo Ecobiomar del Instituto de Investigacións Mariñas (IIM-CSIC, Vigo) y del Centre Oceanogràfic de Balears (COBIEO-CSIC).