Después de una razzia inesperada y ante la falta de resistencia del ayuntamiento de Palma, las tropas francesas de Sire Bernard Arnault vestidas por Coco Chanel, escudadas en sus bolsos de Louis Vuitton y vomitando munición de la joyería Tiffany han procedido a la toma del Castell de Bellver. La ocupación es una fugaz exhibición de fuerza, por lo que solo tendrá una vigencia temporal de dos semanas, tiempo suficiente para orquestar un desfile militar de los vencedores engalanados.
Habrá codazos entre los provincianos patricios locales, para colarse en una deslumbrante exhibición extranjera donde solo pueden aspirar al papel de figurantes. Para Arnault, accionista de control del imperio del lujo LVMH bombardeado ahora mismo en China, la triunfal expedición a Mallorca le permite duplicar sus fortines en la isla, porque La Residencia de Deià ya está englobada en la cartelera de su división hotelera Belmond, que abarca el Cipriani veneciano y el Orient Express. Sin olvidar en el portfolio la tienda de Louis Vuitton en el Borne, concebida como un simple estandarte publicitario antes de convertirse en una explotación muy rentable, con ampliaciones constantes y colas en el exterior.
La rendición de Cort ante los potentados franceses ha sido excusada por Jaime Martínez y sus subordinados en que la conquista precedente de LVMH fue el Partenón ateniense. Es discutible, porque los griegos que compiten en saturación con los mallorquines negaron la Acrópolis donde reside su identidad a Gucci de François-Henri Pinault, el adversario más enconado de Arnault.
Además de sus bases en tierra firme, Arnault ha armado la flotilla encabezada por su yate ‘Symphony’, de 150 millones, para pasar revista a sus propiedades mallorquinas desde el arruinado paseo marítimo. El empresario selló su futuro cuando le preguntó a un taxista neoyorquino si conocía el nombre del presidente de Francia, para recibir la esclarecedora respuesta de que «conozco a Christian Dior». Casi doscientos mil millones de euros de fortuna personal después, llegó a ser el hombre más rico del planeta y a tutearse con el hooligan Elon Musk, el pianista semiprofesional contra el solista de la motosierra.
Los tiempos han cambiado, y el inquilino de Bellver debe conformarse con la mitad de la fortuna de Musk, también en decadencia. El único castillo de planta circular del planeta, de inspiración improbable por su formato, encaja con el anillo predominante en las creaciones de joyería. Los residentes sufrirán las restricciones de acceso impuestas por los conquistadores franceses, pero nadie sugirió que una ocupación militar fuera relajada.
Arnault desembarca vencedor en Mallorca, tras sufrir la mayor humillación imaginable en su propio feudo. El virus chino que ha afectado a las coronas doradas lo ha relegado a la segunda posición en el panorama del lujo mundial, por detrás de sus compatriotas de Hermès. El estilo deslumbrante y ‘flashy’ sucumbe ni que sea temporalmente ante el clasicismo irreductible, a falta de decidir si la equitación hermética también hubiera tomado la fortaleza palmesana, de portón entreabierto alevosamente por Cort.
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