‘La casa de los horrores’ de Oviedo. Así definió hace unos días esa vivienda el comisario principal de la Policía Local de Oviedo. Un suceso que ha replicado en nuestro país algunos relatos escalofriantes que hemos visto en otros países, donde los padres enjaulan y privan de libertad a sus hijos. Lamentablemente, algo similar a eso ha ocurrido en nuestro país.
El pasado 14 de abril, una vecina de Oviedo llamó a la policía porque se dio cuenta de que su vecino hacía cosas fuera de lo común. Este sábado en ‘Fin de Semana’, el periodista experto en sucesos Nacho Abad contaba que esta mujer se dio cuenta de que desde la casa se escuchaban sonidos de niños, pero nadie entraba ni salía de la casa. Apenas había actividad. Esos sonidos inexplicables hace que, finalmente, llame a los agentes.
«La Policía Local de Oviedo establece vigilancias y comprueba varias cosas», ha apuntado Abad. La primera es que quien quiera que viviera en aquella vivienda hacía la compra por Internet y los repartidores la llevaban hasta allí. Llamó la atención, por ejemplo, que hubiera grandes cantidades de comida, cuando en teoría «solo hay una persona empadronada en la casa, un hombre de nacionalidad alemana de 53 años».
Otro de los detalles que llamó su atención es que parecían verse movimientos en la parte superior de la casa cuando el hombre abría la puerta para recoger la comida. De hecho, los agentes vieron «tres caritas de niños en una ventana». Eso bastó para pedir una orden de entrada y registro. A partir de ese momento, comienza la horrible historia.
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ESTO ES LO QUE ENCONTRARON LOS AGENTES AL ENTRAR AL INTERIOR DE LA VIVIENDA
Nacho Abad ha explicado que cuando los agentes llamaron a la puerta, se encontraron con este hombre alemán y su mujer. Ambos llevaban mascarillas y, pese a que ella se opuso, acabó dejando que la policía accediera al interior. Eso sí, los obligaron a que se pusieran mascarilla.
Salida de furgón y un vehículo de la Guardia Civil de los padres hacia la cárcel de Asturias tras las declaraciones ante la juez
Dentro había tres niños, con mascarillas, «absolutamente descolocados alrededor de la mujer, con un temor brutal». Descubren que los padres pagan el alquiler de la casa cada mes. Según ellos, sus hijos estaban muy enfermos y no podían acercarse a ellos. Otro de los detalles que conocen es que el consumo de agua es muy elevado.
Una serie de datos que «mosquean» a los agentes. Envían a los menores al hospital para someterlos a diversos exámenes médicos y a los padres a prisión provisional por un delito de detención ilegal y abandono de menor, entre otros.
Eran tres niños, dos gemelos de ocho años y uno de diez. «Dormían en cunas que no eran apropiadas para su tamaño», ha asegurado Abad, así como que los padres educaban a sus hijos en casa. «Habían acondicionado en la primera planta una sala, varias habitaciones unidas, para poder dar clase y enseñarles», ha explicado.
También descubrieron que los niños llevaban pañales y descubrieron dibujos en sus cunas de monstruos. Además de todo esto, en el interior de la casa había en un baño «un gato con un solo ojo y un tumor en la cara importante», así como «excrementos y basura por todos lados».

Casa del matrimonio
LO PRIMERO QUE HICIERON LOS TRES MENORES TRAS SER LIBERADOS
Después de toda esta sucesión de hechos, Nacho Abad ha querido destacar un detalle que llamó enormemente su atención. Y es que cuando la policía sacó a los tres menores de la vivienda y estos salen a la luz del día, «tocan la hierba con la mano y de repente sienten escalofríos, se quedan alucinados con la textura de la hierba en la mano, y ven un caracol y flipan».
Nacho Abad ha concluido: «Habían estado tan encerrados durante tanto tiempo… tened en cuenta que, probablemente, no tengan recuerdos anteriores al encierro, porque si los menores tenían ocho años y les quitas cuatro de en medio, con cuatro poquitos recuerdos iban a tener. Y el mayor tenía diez, con seis, alguna sombra en la cabeza del pasado, pero muy poco».