Oye, Alberto, por favor te lo pido, basta ya, deja de retorcer todo lo que se te pone a mano para decirle a Pedro Sánchez que tiene la culpa hasta de haber nacido. Tu actitud acaba por resultar amarga a cualquiera que, teniendo dos dedos de frente, la tenga que soportar. Ni en el más sorprendente y extremo de los acontecimientos muestras la más mínima voluntad de compartir responsabilidades, no culpas, solo responsabilidades, cosa que también compete al líder de la oposición en cuanto que representante institucional de primera fila. Tu, Alberto, tienes que estar dentro del partido, no en la grada vociferando. Para ya, por favor te lo pido.
En estos últimos años, nos ha sucedido de todo y tu nunca estuviste a la altura de las circunstancias. Le achacas todos los errores, responsabilidades y culpas, ahora sí, culpas, a Pedro Sánchez, pero, aunque sólo sea por lo mucho y por la siempre reiterada forma en que lo haces, es inevitable pensar que, al margen todos y cada uno de los sucesos acaecidos, solo lo haces con la intención de procurar un único objetivo: derrocarlo. Suceda lo que suceda, tu siempre tienes solo una y siempre la misma opinión y uno y siempre el mismo deseo.
Por el amor de Dios, Alberto, relaja el verbo, o incluso te lo puedo pedir de otro modo, haz más cuerdo tu discurso, sujétalo al acontecimiento preciso, para que, entre otras cosas, no parezca un ronroneo imperturbable y, por eso mismo, insoportable. Ponte al tema, Alberto porque, mira lo que te voy a decir: España también te necesita a ti. No la rehúyas parapetándote detrás de Sánchez.
Te voy a poner un ejemplo lacerante sobre tu comportamiento ante este maldito apagón que acabamos de padecer: el lunes propones unidad de acción y el martes utilizas exactamente las mismas palabras que Mazón, que Mazón, eh, el de la Dana, sí, no cualquier otro, Mazón, para señalar a Sánchez con el dedo acusador, antes de que ni siquiera se sepa con precisión qué narices ha sucedido. Parece que sólo vociferas por si acaso. Y eso no ayuda a buscar soluciones sino a sembrar dudas. Hacer daño.
Te lo pido por favor, Alberto, céntrate. Para botarate ya basta Tellado.