El apagón que el lunes dejó sin luz durante 10 horas a España privó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de herramientas tecnológicas para hacer frente a la lucha contra el narcotráfico.
Esta circunstancia fue aprovechada por los tripulantes de las embarcaciones semirrígidas que desde hace meses atraviesan el río Guadalquivir, convertido en una de las principales puertas de entrada de cocaína tanto de la Península como de Europa.
Según fuentes de la lucha contra el narcotráfico consultadas por EL ESPAÑOL, durante la jornada del «cero energético», la afluencia de narcolanchas se multiplicó en el Guadalquivir, especialmente por la noche.
Esta información se ha visto confirmada por los chats de los traficantes en Telegram a los que ha podido acceder este periódico. En esos canales, los narcos se avisan entre sí de todos los movimientos de los agentes en la zona sur, principalmente en las provincias de Cádiz y Sevilla.
En uno de esos chats, al filo de las cinco y media de la tarde, cuando se empezaba a recobrar la comunicación y la electricidad al sur de la península gracias a la aportación energética de Marruecos, uno de esos lancheros celebraba: «Hoy se han quedado los perros estos sin cámara ni radar».
Al caer la noche, los pilotos de las narcolanchas aprovecharon para actuar.
En los últimos meses, las imágenes de las narcolanchas campando a sus anchas y llegando incluso hasta Sevilla han elevado la preocupación y la impotencia de los agentes de Policía Nacional y Guardia Civil.
Esto no sería posible sin la ingente cantidad de colaboradores con los que cuentan las organizaciones criminales que están metiendo por el río toneladas y toneladas de cocaína.
Problemas de comunicación
Al quedarse sin electricidad todo el territorio, la Guardia Civil y la Policía Nacional tuvieron que priorizar la seguridad en las calles y en los comercios, sobre todo en aquellas zonas a las que la luz regresó más tarde.
Los agentes tan solo contaban con sus coches patrulla, y llegó un punto en que se quedaban sin gasolina, ya que los boquereles no funcionaban.
«Las emisoras no tenían cobertura y las walkie-talkies se estaban quedando sin batería», señala un efectivo de seguridad ciudadana de la Policía Nacional. Pese a ello, no hubo que lamentar incidentes de especial gravedad en todo el territorio.
Muchos grupos de UIP doblaron turnos para que no se produjesen alteraciones del orden público y no hubiese sensación de inseguridad. Miles de funcionarios, como señalan desde el Sindicato Unificado de Policía (SUP), acudieron de forma voluntaria e inmediata a prestar servicio y brindar apoyo en diversas dependencias y unidades de toda España.
«De igual manera, muchos otros prolongaron sus jornadas durante cuantas horas fueron necesarias hasta que se restableció el orden en sus respectivas demarcaciones», señalan desde este sindicato.