Pere Josep Cifre Serra tiene 30 años y nació en Mallorca. Se mudó a Barcelona para estudiar, ciudad en la que vive a día de hoy. Como neurocirujano trabaja en el Hospital Universitari de Bellvitge, así como en el Hospital Quirón-Teknon. Con frecuencia se encuentra con cerebros multilingües en el quirófano, y reconoce que estos son sumamente complejos.
Usted trabaja como neurocirujano, y prefiere operar a pacientes que se someten a llamadas operaciones en estado de vigilia. ¿Por qué?
Porque las operaciones en estado de vigilia me dan seguridad y me ayudan a realizar mi trabajo con mayor precisión. Hay muchos tipos de operaciones en vigilia. A menudo se usan en el tratamiento de tumores cerebrales. Especialmente en el caso de tumores primarios, que se originan en las propias células del cerebro y no como metástasis de otras partes del cuerpo, es mejor extirpar la mayor parte posible del tumor. Técnicamente, eso no suele ser un problema. Pero a veces las regiones cerebrales afectadas controlan funciones corporales importantes, como el habla o la motricidad. Funciones básicas que, si se pierden en una operación, afectan muy negativamente la vida diaria del paciente. Intentamos extirpar tanto del tumor como sea posible, pero conservando al mismo tiempo la mayor cantidad posible de funciones importantes para el paciente. En las operaciones en vigilia podemos proceder con mucha más precisión, precisamente porque podemos probar las funciones cerebrales mientras el paciente está despierto.
¿Cómo hay que imaginarse una operación así? ¿El paciente responde a preguntas de prueba mientras los médicos le operan el cerebro?
Más o menos. Nuestro equipo de neuropsicólogos elabora pruebas individualizadas que el paciente realiza antes, durante y después de la operación. En zonas cerebrales que solo controlan habilidades motoras, no es necesario que el paciente esté despierto: podemos hacer pruebas musculares también bajo anestesia. Pero si se trata, por ejemplo, de habilidades lingüísticas, todavía no existe ningún otro método tan preciso. Generalmente, las tareas lingüísticas son siempre las mismas. Casi siempre empezamos con tareas de nominación. Al paciente se le muestra en una pantalla la imagen de un objeto, por ejemplo, una manzana. Entonces tiene que decir: «Esto es una manzana». Luego aparece otra imagen: «Esto es un avión». Y mientras lo hace, nosotros hemos expuesto la superficie del cerebro y estimulamos distintas regiones cerebrales con una técnica específica. Si el paciente presenta de pronto una dificultad para encontrar palabras, sabemos que muy probablemente esa función está localizada en esa región. Recorrimos tres veces la zona cerebral afectada y creamos, por así decirlo, un mapa del cerebro. Si el trastorno del lenguaje ocurre siempre en el mismo lugar, sabemos que debemos respetar al máximo esa zona al extirpar el tumor. Eso se hace justo a continuación.
¿Pero no son todos los cerebros más o menos iguales?
Sabemos, por supuesto, más o menos dónde se localiza cada función. Las funciones motoras básicas, por ejemplo, siempre están en el mismo lugar. Pero cuanto más compleja es la función, más difícil es determinar con precisión dónde se encuentra. El lenguaje, por ejemplo, es más complejo, y no se encuentra en el mismo lugar del cerebro en todas las personas.
¿Y cuanto más idiomas habla una persona, más complicado se vuelve?
Exacto. Es interesante. Las funciones cerebrales en personas multilingües a veces están organizadas de forma distinta que en personas monolingües. El cerebro utiliza circuitos neuronales para aprender y usar el lenguaje, da igual si es alemán, español, catalán o inglés. En las pruebas con pacientes observamos una y otra vez que hay puntos en los que los diferentes idiomas se solapan, pero también hay puntos que, dependiendo del idioma, se encuentran en diferentes regiones del cerebro. Si, por ejemplo, estimulamos una zona concreta, el paciente puede recordar la palabra que se está probando en español, pero no en catalán. Cómo se organiza todo depende también de la edad a la que el paciente aprendió el idioma, si es una lengua materna o extranjera, y del nivel de dominio. Todo eso puede hacer que se utilicen regiones cerebrales completamente diferentes.
¿Cuanto antes se aprende una lengua, más profundamente se ancla en el cerebro?
Sí. No es lo mismo crecer en un entorno multilingüe desde niño pequeño que aprender un idioma a los 15 años. Por supuesto, también es posible aprender idiomas a los 70, pero cuanto mayores somos, más pierde el cerebro su plasticidad, es decir, su capacidad de adaptarse o cambiar. Entonces nos resulta más difícil construir o reconstruir funciones, lo cual a veces es necesario después de una operación. Con ejercicios dirigidos, se puede volver a aprender el lenguaje, incluso si la zona cerebral que lo manejaba ya no está. Pero es un proceso arduo.
¿Un cerebro multilingüe es, entonces, más complejo y complica las operaciones?
«Complejo» quizá no sea la palabra exacta, pero sí hay más áreas cerebrales desarrolladas. En las operaciones en vigilia, eso alarga naturalmente el procedimiento de prueba, porque hay que evaluar todo en más de un idioma. Pero también priorizamos: empezamos con el idioma que el paciente utiliza más en su vida diaria, en caso de que lleguemos a un punto en que, por el estrés, el paciente ya no pueda colaborar. Aun así, el multilingüismo es una riqueza, también para el cerebro. Quienes crecen bilingües pueden aprender otros idiomas con mayor rapidez. Y hemos podido demostrar que los cerebros bilingües o trilingües desarrollan incluso áreas específicas para lo que llamamos “switching”, es decir, la capacidad de cambiar espontáneamente de un idioma a otro. También tratamos de conservar esas áreas durante una operación si ambas lenguas son importantes para la vida diaria del paciente.
¿También pueden conservarse otras capacidades cognitivas con operaciones en vigilia?
Sí. Por ejemplo, tuvimos un paciente que participaba en campeonatos de ajedrez. A él le hicimos preguntas especiales de ajedrez. O la semana pasada, operamos a un desarrollador de software. Para él, el lenguaje de programación era muy importante.
¿Qué opina del entrenamiento cerebral en la vejez?
Ayuda a que las funciones cerebrales se mantengan activas. Eso puede retrasar o atenuar la demencia.
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