La expansión de la gripe aviar, una infección que se propaga con la fauna silvestre y que ha obligado a sacrificar varias decenas de miles de aves en granjas y corrales en países de Europa central como Hungría y Polonia, empieza a preocupar a las asociaciones de consumidores, que hace un mes ya lanzaron una alerta por la escalada de precios de los huevos. Desde finales del verano pasado, pero sobre todo desde principios de este año, están constatando también una subida del importe de la carne de pollo, uno de los alimentos más consumidos en España. Así, mientras en el conjunto de la Unión Europea este producto se ha encarecido en un 3% desde septiembre, aquí ha sumado un incremento del 1,6% en los tres primeros meses del año, según el IPC. Eso después de unos años en que los precios del pollo incluso habían bajado.
«Es cierto que quizás ahora estamos viendo alguna subida de precio, pero no es algo que a los productores nos preocupe demasiado… De un tiempo a esta parte hemos conseguido que los precios se estabilizaran, que dejaran de ser volátiles«, tranquiliza Joan Anton Rafecas, presidente de la Federació Avícola de Catalunya (FAC), que agrupa a los ganaderos que se dedican a criar pollos, gallinas, pavos y codornices en esta comunidad. Con todo, según la Lonja de Bellpuig (Lleida), uno de los mercados de referencia para el precio en origen de este producto, la cotización del pollo blanco en canal fue la semana pasada de 2,58 euros el kilo, esto un 6% más que a principios de año. Y según el último índice de precios al consumo (IPC) publicado por el INE, las carnes de aves llevan desde principios de año marcando una tendencia al alza, cuando, por contra, el indicador general ha empezado a moderarse.
«Después de unos años de altibajos, primero por la pandemia de covid y, luego, por el estallido de la guerra de Ucrania, que disparó los costes de producción, la verdad es que el impacto de la gripe aviar podría haber sido mucho peor, pero tras esa época convulsa los avicultores hemos aprendido a ajustar mejor nuestras producciones, con lo que la inquietud ahora es menor», agrega el granjero. «El sector funciona como un sistema de vasos comunicantes en el conjunto de la Unión Europea -prosigue Rafecas-, de manera que si en un país falta producto, se compensa con lo que se produce en otro país miembro», cuenta para explicar por qué las oscilaciones entre los Veintisiete no son tan acusadas como por ejemplo sí son en Estados Unidos.
Un consumo impulsado por el turismo
El consumo de carne de pollo, explica Rafecas, mantiene un ritmo ascendente en los hogares españoles, donde es el cuarto alimento más consumido (por detrás de las ensaladas verdes, de las pizzas y de las ensaladas de tomate), según los datos del ‘Informe anual del consumo alimentario en España de 2023’, el último que ha publicado completo el Ministerio de Agricultura. «Pero donde realmente ha aumentado el consumo es en el llamado canal horeca, o sea en la hostelería, la restauración y el cátering, que ha crecido en buena parte impulsado por la avalancha turística que está viviendo España», indica en este sentido el presidente de los avicultores catalanes.
En 2023, «la compra de carne fresca de pollo se incrementó por parte de los hogares españoles un 15,2% con respecto a 2022», recoge el informe anual del ministerio, que en pocas semanas publicará el análisis correspondiente a 2024. «En cuanto al consumo per cápita, alcanza la cifra de 11,97 kilos por persona al año, incrementándose un 13,9% con respecto al año anterior, el equivalente a consumir 0,14 kilos/persona/año más», añade. En noviembre de 2024, ese volumen se había incrementado a 12,15 kilos anuales por persona.
En todo caso, las dinámicas de mercado y de consumo no parece que vayan a convertir a la carne de pollo en un segundo capítulo de la crisis de precios que experimentaron los huevos el pasado mes de marzo, cuando la OCU denunció un aumento de precio del 25% en apenas dos semanas. «El sector está tranquilo como hacía años que no lo estaba», insiste Rafecas.
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