Racing – Deportivo / LOF
Al Deportivo se le quedó sin filo el colmillo. Si algo había mostrado en esta segunda vuelta, es que no era buena idea encontrárselo en un callejón. Cada vez que tocaba la puerta de tu casa, era como ver a la muerte en la mirilla. Inabordable, nocivo para sus rivales, hasta certero el equipo de Óscar Gilsanz, que ganó en Burgos, Eibar, Oviedo… Es larga la lista de cadáveres.
Pero el Deportivo en Santander, sin hacer un mal partido, volvió a enseñar a esa versión ingenua que lució en los primeros compases de la temporada. Pudo ganar, hasta habrá quien piense que lo hubiese merecido. Llegó mucho, mostró buenas maneras, pero le faltó ser decisivo en las áreas. Es imperdonable el primer gol del Racing, el segundo también. Entre Helton Leite, Obrador y Pablo Martínez le pusieron una alfombra de flores a un equipo cántabro de mínimos. Se notó la tensión de quien sí se jugaba algo, justo lo que le faltó al Dépor.
Recuperar aquella extraviada ingenuidad hace que afloren males que no han dejado de irse. Un día en el que la segunda línea no marcó aparecen en el tendal las vergüenzas de la delantera. Barbero no tiene madera para ser delantero titular de este equipo, al menos es lo que ha mostrado esta campaña, más allá de que tenga buena capacidad para asociarse con sus compañeros. Eddahchouri dio más opciones al equipo a su salida, pero el Dépor le trajo para meter goles y empieza a quedar a deber. Si algo le ha fallado a este equipo en esta liga, es su nueve. Solo con uno de verdadero nivel, algo de lo que ha adolecido, habría podido pelear por el ascenso. Está lejos. Tierra de nadie, tierra merecida.