De adultos jugamos poco y cuando estamos rodeados de niños se debe recuperar el tiempo perdido, porque tiene múltiples beneficios para todas las franjas de edad.
Jugar no es solo una forma de entretenimiento. Para los niños, el juego es una necesidad vital. Así lo afirma Javier de Haro, psicólogo y educador con amplia experiencia en formación y acompañamiento familiar. En una reciente entrevista, explicó cómo el juego impacta en el desarrollo integral de los más pequeños.
“El problema es que pensamos que el juego es mero entretenimiento y, especialmente en el caso de los niños, el juego es una necesidad vital”, señala de Haro.
A menudo, los adultos infravaloran el papel del juego o lo relegan a los momentos de ocio. Sin embargo, el experto recuerda que el juego es mucho más que diversión e influye positivamente en múltiples aspectos.
“Tenemos que concienciarnos de la importancia que tiene el juego en el desarrollo a todos los niveles del niño: físico, psicológico, emocional”.
tiempo para jugar
Muchos niños, añade, no tienen tiempo suficiente para jugar o ven sustituido ese espacio por pantallas, algo que considera preocupante.
“Muchas veces no potenciamos lo que ellos pueden jugar. O lo sustituimos por pantallas. Y eso es algo muy peligroso”.
Javier de Haro subraya que el juego es una poderosa herramienta educativa y emocional. No solo fomenta el razonamiento, sino también la gestión de emociones y relaciones. “Los niños aprenden a regular sus emociones, a gestionar conflictos, a tolerar la frustración”.
Ante un niño que se enfada al perder, su consejo es claro: no dejar de jugar con él, sino seguir haciéndolo para enseñarle a gestionar esas emociones.
Diez minutos al día pueden marcar la diferencia, no hace falta más.
Educador y psicólogo
Incluir el juego en la rutina diaria, aunque sea por unos minutos, puede ser transformador para la relación con los hijos y su desarrollo.
“Jugar con ellos debería ser algo que tendríamos que hacer cada día. Aunque sean 10 minutitos, pero a diario”.
También advierte sobre las expectativas poco realistas hacia los más pequeños: “Queremos que niños de dos o tres años esperen el turno, que no se enfaden… pero no están preparados. Precisamente a través del juego les enseñamos”.
El psicólogo destaca tres factores clave a la hora de elegir un buen juego:
- Que el niño se sienta capaz:
“Un niño tiene que tener una expectativa de éxito. No que vaya a ganar siempre, pero sí que pueda jugar”.
- Que sea divertido:
“Tienes que reír. Y eso es muy importante”.
- Que sea un momento compartido:
“Si empiezan jugando contigo, va a ser mucho más fácil”.
Además, valora especialmente el juego simbólico, aquel en el que el niño imagina, representa, simula situaciones:
“Todo lo que sea potenciar el que un niño use la imaginación, simule situaciones… es súper sano. Se trabaja la empatía, el lenguaje, el conocimiento del mundo”.

Un videojuego
Uno de los riesgos que destaca es el exceso de tiempo frente a pantallas, que está sustituyendo al juego físico, manual y social. “Estamos sustituyendo mucho el juego físico y manual por pantallas. Y eso es un arma de doble filo”.
Por ello propone una práctica sencilla pero poderosa: el mindfulness del juego.
“Si tú estás jugando algo, disfruta de ese juego. No estés con mil cosas a la vez. Jugamos una cosa, terminamos, recogemos y vamos a otra”.
Incluso los contenidos escolares pueden ser abordados desde una perspectiva lúdica, lo que favorece el aprendizaje, especialmente en niños con más dificultades.
“Puedes convertir una lección en un concurso de preguntas o dejar que el niño haga de profesor. Todo lo que se aprende con emoción y diversión, se aprende mejor”.
Para De Haro, la motivación lo cambia todo:
“Cuando ellos están motivados, es como que cogen impulso. Y es más fácil aprender”.