Tarde de exigencia y compromiso en el
coso de Colmenar de Oreja con una variada corrida con los hierros de Ana Romero
y de Luis Agarra Polera. La terna, compuesta por Fernando Tendero, Carlos
Olsina y Guillermo García Pulido, supo resolver el comportamiento de cada toro,
pero el temple y la espada certera de este último acabaron marcando la
diferencia para cruzar la Puerta Grande.
Abrió plaza un serio toro de Ana Romero,
largo y bien armado, que dejó su impronta en el quite por chicuelinas de
Fernando Tendero, que ya entonces mostró su disposición. El animal, encastado y
humillando por el pitón derecho, ofreció una faena con profundidad, aunque
menos claro por el izquierdo. Tendero compuso una labor de buen gusto y
pulcritud, cerrando por ayudados a dos manos ante un ‘Tesorero’ que no permitía
distracciones. El manchego libró por los pelos un achuchón hacia tablas que a
punto estuvo de costarle un disgusto. Mató con efectividad y paseó la primera
oreja de la tarde entre la ovación al toro en el arrastre.
El segundo, de Luis Algarra, fue
aplaudido de salida por sus hechuras. Con plaza y presencia, derribó al picador
en su primera entrada al relance y volteó feamente a Carlos Olsina tras la
suerte de varas. Se rehízo el francés, templando por naturales largos en los
medios y conectando por el pitón derecho en series ligadas y limpias. La
nobleza del castaño permitió momentos de lucimiento. Olsina culminó con una estocada
casi entera que le valió cortar un trofeo.
El tercero, serio y con cuajo de Algarra,
se pegó dos buenos golpes contra las tablas y después perdió las manos en un
par de ocasiones. Guillermo García Pulido supo leer el comportamiento del toro
y lo condujo con mando y suavidad, entendiendo as alturas que demandaba. La
última tanda al natural fue las más conseguida por su limpieza y profundidad.
Pinchó antes de dejar una estocada efectiva, lo que redujo el premio a una
oreja, aunque hubo petición fuerte de la segunda.
El cuarto, también de Algarra, imponente
de presencia pero sin llegar a los tendidos, fue el menos lucido en cuanto a
transmisión. Tendero, que basó la faena por el izquierdo, sacó muletazos
limpios y bien dibujados. Sonó un aviso tras la suerte suprema y, aunque hubo
petición, se conformó con una vuelta al ruedo.
El quinto, un cárdeno claro muy en Santa
Coloma de Ana Romero, mantuvo siempre la mirada despierta y el peligro latente. No fue un
toro fácil, pero exigía precisión y firmeza. Carlos Olsina no llegó a acoplarse
del todo en una faena de más voluntad que lucimiento, pero dejó buena impresión
con la espada, rematando de forma digna y saludando una ovación.
El sexto, otro de Ana Romero, resulto
incierto de salida, sin regalar nada. Pero García Pulido, muy maduro pese a
ser su cuarta corrida de toros, encontró el sitio exacto para llevarlo cosido a la
muleta con un temple exquisito. Faena de mérito y técnica, en la que sacó el fondo que tenía el toro. La espada, efectiva
al segundo intento, aseguró la oreja que abría de par en par la Puerta Grande
para el toledano, que cerró así una tarde de compromiso y solvencia.