Hace unos días, Ancelotti le echó en cara a Endrick un remate ante el Getafe que sacó Djené bajo palos. El entrenador italiano dijo que «el ‘coup’ de teatro en el fútbol no existe». Pues en el césped no existirá, pero lo que hizo el Real Madrid en la previa de la final de Copa fue un ‘coup’ de teatro en toda regla.
El equipo blanco, cuyo canal señala y critica árbitros, se molestó por las respuestas de De Burgos Bengoetxea y González Fuertes, los árbitros de la final. Como una dama despechada, el Real Madrid se mostró ofendido y pidió, como la Reina de Corazones en Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, que le cortaran la cabeza, de manera figurada por supuesto, a los colegiados, especialmente a González Fuertes.
La RFEF no sólo no atendió a las demandas blancas, si no que nunca pensó en cambiar a los árbitros. El enfado del Madrid fue en aumento, o eso parecía, y deslizó que se planteaba no jugar la final tras darle plantón a la Federación al más puro estilo Novia a la fuga.
Al final, todas esas amenazas de no estar en la final quedaron en nada porque el Real Madrid dijo que nunca había pensado en no jugar la final. Así, casi como el final de Los Serrano’ acabó el ‘coup’ de teatro de un Real Madrid en la previa de una final que pase lo que pase mañana, ya está bajo sospecha y, lo que es peor, manchada.