Se dice que lo bueno se hace esperar y el dicho se ajusta fielmente al caso de la concesión de la Ryder Cup de 2031 a Camiral Golf & Wellness, el fenomenal complejo de Caldes de Malavella (Girona).
Empezaron las negociaciones y se estimó que podría haber un anuncio en 2023. Nada. Se dio después por descontado que antes de verano de 2024 saldría fumata blanca. Tampoco. Autoridades del golf apuntaron a finales del año pasado. Silencio. Ahora, bien entrado el 2025, aún no se ha podido abrir el cava. Si existe algún tipo de nerviosismo, se disimula.
Imagen del espectacular hoyo 13 del campo Stadium de Camiral. / EP
La Ryder Cup es un acontecimiento excitante y transformador, con capacidad para movilizar a miles de visitantes. En la edición de Roma en 2023 se produjo una afluencia de 270.000 espectadores. Está constatado que el turismo del golf se mantiene alto durante años después del legendario torneo, que enfrenta a los mejores golfistas de EEUU contra los de Europa en un clima apasionado. La única ocasión en que España ha organizado antes una Ryder fue en 1997 en Valderrama (Cádiz) y aún se recogen frutos de aquello.
Todas las instituciones públicas involucradas están a favor de la candidatura catalana, empezando por el Gobierno central, y el circuito europeo que designa la sede en su territorio, también. ¿Qué falta para la firma que supondría una de las grandes noticias para el deporte catalán y español de los últimos tiempos? El visto bueno de la Generalitat.
Sin plazos marcados
Desde el ejecutivo catalán se explica que el proyecto fue una herencia del Govern anterior, de ERC, sin apenas detalles en el traspaso y que ha sido necesario un largo trabajo de recopilación de información para conocer con exactitud toda la inversión que requiere, aparte de un análisis del retorno económico, social e implicaciones medioambientales.
Es un proyecto que la Conselleria d’Esports lleva de la mano de Presidència y que se ha encallado por cómo se estructura su parte de la financiación. El presupuesto rondaría los 140 millones, de los cuales 40 debería encargarse la Generalitat. En la plaza Sant Jaume se han buscado fórmulas a través de un equipo de trabajo para que el peso del gasto no recaiga por completo en la administración.
No hay marcado un plazo para revelar la solución y en el Govern no se quieren sentirse presionados -y presiones las ha habido, políticas y empresariales- pese a las premuras que perciben tanto de la Federación Española como la Catalana de golf y la propia organizadora de la Ryder.
De cara a la galería se alienta el optimismo, aunque el camino está siendo largo y pedregoso. “Ha costado bastante pero todo está encaminado definitivamente. Ahora se ha metido en la directa y debe ser definitivo. Si me preguntas si el cambio político ha sido fundamental, yo creo que sí”, declaró este mes Ramon Nogué, presidente de la Federación Catalana de Golf, al diario Sport. Desde el ‘resort’ de Camiral se prefiere guardar un precavido silencio.

El capitán del equipo Europa, Luke Donald (C), y sus compañeros de equipo celebran con el trofeo tras ganar el torneo de golf Ryder Cup 2023. / EFE
Camiral, propiedad de un empresario irlandés de fondos frondosos llamado Denis O’Brien, tiene ya diseñado el terreno de juego de la Ryder Cup. Desestimada la construcción de un tercer campo con una urbanización adosada de 185 viviendas, la organización ha optado por un recorrido que fusiona los dos campos actuales, el Stadium y el Tour, y que se adapta a las necesidades de seguridad, hospitality y flujo asistencial. Faltaría construir una grada en el tee del 1 para unos 15.000 espectadores, aproximadamente.
En septiembre de este año verán a los 24 mejores golfistas del mundo en la Ryder de Bethpage Black, Nueva York; en 2027 le toca a Adare Manor en Irlanda, y en 2029, en Hazeltine, Minessota. En 2031 vuelve a ser el turno de Europa y el fastuoso espectáculo debería plantarse en Camiral, aunque se esté haciendo esperar. No debería ya mucho más.
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