La Policía Nacional y la Policía Local de Santa Cruz de Tenerife han montado un gran despliegue por una revuelta en el centro de acogida integral (CAI) de inmigrantes que gestiona Cruz Roja en la antigua cárcel de la capital tinerfeña.
Decenas de unidades de ambos cuerpos acordonan la entrada principal de esta instalación, después de que los internos se hayan atrincherado en el interior con palos. La razón: los inmigrantes están en contra de que la Policía se lleve a una menor ingresada en este centro que ha sido declarada en desamparo.
El operativo es tal que algunos vecinos no pueden salir de sus edificios en la calle Pío Baroja, donde se encuentra el acceso principal a este recinto de acogida de inmigrantes.
Según las primeras versiones recabadas por EL DÍA, todo tendría que ver, presuntamente, con la detención, por razones que se desconocen, de un inmigrante que se encontraba junto a su hija, menor edad, en este centro que gestiona Cruz Roja.
Debido a esta detención, los tribunales habrían declarado, supuestamente, en desamparo a la hija y ordenaron que se trasladara la tarde de este jueves de este centro a otro para menores no acompañados. Los otros inmigrantes se niegan a que se produzca este traslado y se han rebelado contra los agentes.
Centro acordonado
Los policías mantienen acordonados todos los accesos al centro, en el que viven, principalmente, madres y padres con niños muy pequeños o personas que se han hecho cargo de menores migrantes. De hecho, en el exterior se encuentra personal de la limpieza y otros inmigrantes del centro, incluido una mujer con un niño, que no pueden acceder a las instalaciones.
En la calle, en la esquina entre Benito Pérez Armas y Pío Baroja, se encuentra aproximadamente una veintena de migrantes del centro visiblemente tranquilos, acompañados por personal de Cruz Roja. Sin embargo, entre la gente llama la atención el gran despliegue policial.
En concreto, se encuentran alrededor de una veintena de unidades de la Policía Nacional y la Policía Local, así como dos ambulancias.
En torno a las 22:00 horas de este jueves, la policía seguía intentando calmar los ánimos en el interior del centro, donde no se ha producido ningún incidente grave ni se han reportado heridos.
Malas condiciones del centro
Según informa la agencia EFE, en este mismo centro, la mañana de este jueves, un grupo de usuarios ha denunciado que soportan malas condiciones, como comidas en mal estado, amenazas y comportamientos racistas por parte de los trabajadores, así como que en ocasiones se separa las madres de sus bebés de forma forzosa.
También se han quejado de que, siendo 150 personas las que hay en este recurso, mayoritariamente mujeres, menores y algunos padres, solo tienen asignada una psicóloga, una abogada y dos trabajadoras sociales; de que «nadie» les explica sus derechos y de que apenas les enseñan español y no saben más que saludar, pese a que algunos llevan más de un año en el mismo.
«La Cruz Roja debería garantizar nuestros derechos, pero realmente son quienes los están violando y a la vez quienes tienen nuestro presente, futuro y el de nuestros hijos en sus manos», ha señalado a las puertas del centro Amadou, de Senegal, quien vivió una situación similar en el campamento de Las Raíces y en otro centro en Sevilla.
Una mujer, también usuaria de este centro de migrantes de la capital tinerfeña, ha relatado que a ella la separaron de su hijo, y que a una compañera le sucedió lo mismo: fue al hospital y al regresar ya no estaba y desde entonces no ha podido mantener contacto con el menor.