La directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha instado a los países a resolver las tensiones comerciales «cuanto antes», preservando la apertura y eliminando la incertidumbre que se ha extendido por todo el mundo desde la llegada del presidente estadounidense, Donald Trump, a la Casa Blanca y su imposición gradual de aranceles. «La incertidumbre sale muy cara. Sin certidumbre, las empresas no invierten, los hogares prefieren ahorrar y no gastar», advirtió en su discurso durante las reuniones de primavera que el organismo internacional está celebrando esta semana.
Georgieva ha recordado los resultados que se extraen del último informe de Perspectivas Económicas Mundiales, presentado el pasado martes, donde se rebajaron a la baja las proyecciones mundiales de crecimiento de forma general. Una de las excepciones es España, donde el FMI espera un crecimiento del 2,5%, dos décimas más, para 2025. El pesimismo del documento procede de la incertidumbre, algo que ha añadido más volatilidad en los mercados. «
El mundo se está enfrentando a una nueva y significativa prueba, y se enfrenta con los márgenes de maniobra anticíclicos muy bajos debido a los años recientes», señaló aludiendo a la aparición de la pandemia en 2020, las distintas guerras y la crisis energética, entre otros motivos. A su juicio, esto «hace que sea más urgente pasar a la acción en un mundo que cambia rápidamente«.
Impulsar el consumo y ajustar la fiscalidad
La máxima representante del FMI destacó tres prioridades generales. La primera, la más urgente, es que los países resuelvan esas tensiones comerciales, si bien cada uno se enfrenta a diversos problemas. Por ejemplo, mientras China necesita actuar para impulsar el consumo privado y el cambio en los servicios, en Estados Unidos ha aconsejado revisar los déficits fiscales. En el caso de la Unión Europea, Georgieva ha afirmado que «es hora de completar la Unión de Mercados Capitales».
En relación a la fiscalidad, la directora general ha instado a los países a definir sendas de ajuste «creíbles, graduales» en algunos casos, que protejan las inversiones. Al mismo tiempo, ha instado a que la movilización de los recursos nacionales «tiene que ser parte del plan»: «No podemos tener países con unos ratios de ingresos al PIB por debajo del 50%», apuntó. Y a los bancos centrales les ha aconsejado «recurrir a los datos» para ver cuáles son las expectativas para gestionar, puesto que ya no es posible que todos los organismos vayan a la par porque los países siguen distintos ritmos.
Por último, ha insistido en la necesidad de redoblar el crecimiento para incrementar la productividad. «Hasta ahora, había poco crecimiento y altos niveles de deuda», recordó. Esta es la razón por la que «ahora es el momento de esas reformas que son tan necesarias y se han ido retrasando», con el fin de otorgar una posición privilegiada a los emprendedores. «El objetido compartido de todos debe ser una economía mundial compartida y más resiliente», añadió.
España, motor de Europa
El organismo internacional revisó al alza la cifra de crecimiento para España 0,2 puntos porcentuales hasta el 2,5% para 2025 y de un 1,8% para el próximo 2026. En plena guerra comercial, España cuenta con una economía centrada en los servicios, enfocada especialmente al turismo. En un contexto así, las economías más industriales y exportadoras son las que más sufren frente a los aranceles y los vaivenes comerciales. Precisamente, es la fortaleza del turismo, unida al dinamismo del mercado laboral y la ejecución de los fondos europeos, lo que ha contribuido al ‘tirón’ de la econoía española en los últimos años. «Mejoramos las previsiones de España por la fuerte exportación de servicios y el impulso del mercado laboral por la inmigración, aunque también se verá afectada por los aranceles y las tensiones», ha explicado Deniz Egan, jefa de la división de estudios económicos mundiales del FMI, durante la presentación del informe.
El FMI también pidió a España adelantar parte de los ajustes de la deuda y prevé que el país cierre el 2025 con un déficit del 2,7% y una deuda pública del 100, 6% sobre el PIB. Son cifras más optimistas que las ofrecidas por el Gobierno, que espera un ajuste del déficit del 2,8% del PIB gracias al fin de los descuentos fiscales y las ayudas directas, y también alineadas, puesto que el Ejecutivo también espera que la deuda pública se sitúe en el 100,6% sobre el PIB para el ejercicio actual. El FMI prevé que la deuda descienda del 100% en 2026 y se sitúe en el 93% para 2030 y que el déficit se recorte hasta el 2% en este mismo año. «Dada la posición relativamente sólida de España, tanto fiscal como económica, ahora existe margen para adelantar parte del ajuste que se estaba considerando, ya que los niveles de deuda pública en España siguen siendo muy elevados», explicó durante la rueda de prensa Era Dabla-Norris, subdirectora de Asuntos Fiscales del FMI.