El luanquín Ángel Fernández Artime (21 de agosto de 1960) ha formado parte del equipo de colaboradores estrechos del Papa Francisco desde su cargo de pro-prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, asumido hace tres meses y medio. Hijo de pescadores, fue rector mayor de la Congregación Salesiana, entre 2014 y 2024. Tuvo que dimitir de este cargo al ser promocionado por Francisco a la dignidad de cardenal (el 30 de septiembre de 2023) incluso antes de ser obispo (fue consagrado hace un año, el 20 de abril de 2024).
¿Cómo ha recibido la noticia de la muerte del Papa Francisco?
No me la esperaba. Yo era de los que creía y veía que el Papa iba mejorando; lentamente, pero mejorando. Francisco nos deja en un momento histórico importante.
¿Qué es ahora lo prioritario?
Ahora, tenemos que proceder con serenidad en los próximos días a la sepultura del Santo Padre, donde él ha querido y con la sobriedad que él quiso, en la Basílica Papal de Santa María Mayor. Por cierto, para mí muy querida, porque en ella fui consagrado obispo.
¿Cómo valora el legado de Francisco?
Lo que ha aportado el papa Francisco ha sido verdaderamente una providencia del Espíritu. Acostumbramos a hacer oposiciones, pero pienso que no tiene sentido ni es inteligente. Benedicto XVI, en su momento, hizo una extraordinaria aportación con su mirada intelectual, filosófica, teológica. Y en un momento dado dice: «Hasta aquí he llegado, creo que ha de venir otro». Y llega un Papa venido del fin del mundo, como él mismo dijo. Un Papa que ha querido estar siempre en el diálogo de la Iglesia con el mundo. Un Papa que ha buscado, por todos los medios, una Iglesia cada vez más cercana a los más humildes, a los más golpeados de la humanidad. Un Papa que ha sido muy crítico ante los abusos de poder, las guerras, las muertes. El Papa ha tenido una mirada siempre valiente y profética. Y, por supuesto, como es lógico, no siempre aceptada por todo el mundo, como le ocurre a cualquier Papa, como ha ocurrido en la historia.
¿Un Papa que preveía este desenlace?
Estaba muy preparado, por lo que muchas veces le escuché, para aceptar el momento final de su vida, y ha querido servir hasta el final. Me parece un privilegio el que ayer, un día tan significativo como el Domingo de Pascua, incluso pudiera despedirse del pueblo de Dios, naturalmente sin saberlo. No sé cómo se encontraría, pero pudo despedirse, saludando a la gente con su cansancio, con su dificultad para hablar, pero pudiendo moverse entre las 50.000 personas que estaban en la Plaza de San Pedro.
¿Y después del sepelio?
Los cardenales seremos convocados al Cónclave. Como creyente, creo realmente que, con todas las mediaciones humanas y con todas las dinámicas propias de quien piensa por sí mismo, y de quien quiere hacer las cosas con honestidad, se buscará elegir al mejor Papa posible entre los candidatos para este mundo de hoy. El elegido se encontrará con la rica herencia del ministerio petrino que deja Francisco.
¿Habrá continuidad o giro?
No creo que después de una determinada línea venga el efecto péndulo. Todo lo vivido es un camino. La historia de la Iglesia ha sido así. Mi mirada es de mucha esperanza, de mucha serenidad.
Se habla de algunos favoritos. ¿Usted cómo lo ve?
Comprendo que desde el mundo de la información se comenten cosas, pero ese tipo de cálculos no funcionan. Por eso la sabiduría popular española acuñó el dicho de que «quien entra papa, sale cardenal». Es imprevisible. Ojalá sea el mejor Papa posible para esta Iglesia de hoy, y para este mundo que es tan complicado. Porque no olvidemos que estamos hablando del jefe de un Estado muy pequeño, el más pequeño de la Tierra, pero a la vez es la figura moral más influyente en el mundo. Eso hay que reconocerlo, sea uno creyente o no creyente.
¿Usted había podido hablar con el Papa desde que le hospitalizaron el pasado 14 de febrero?
Junto con otras personas del Dicasterio al que pertenezco pudimos saludarlo y hacerle alguna consulta hace unos días, y lo habíamos encontrado mejorado, con mucho ánimo y con buen humor. No obstante, desde que fue ingresado, los contactos eran mínimos, como pidieron los médicos. Si alguien me preguntara si yo presentía un final tan prematuro, le respondería sinceramente que no. Y, como yo, creo que mucha gente cercana al Papa e incluso médicos. Pero, bueno, si ninguno somos dueños de la vida, imaginemos lo que sucede en situaciones de una enfermedad delicada. Pero insisto en que, por lo que le he escuchado varias veces, el Santo Padre estaba más que preparado para cualquier momento. Es, al menos, lo que él transmitía.
¿A usted le produce vértigo entrar en el Cónclave?
Vértigo no, porque aquí todos vamos en una condición de igualdad en cuanto que somos miembros del Colegio Cardenalicio. Cada uno vamos a poder votar a quien creamos que sería lo mejor para la Iglesia en este momento. Pero con serenidad y sabiendo que seguramente habrá personas extraordinarias.
¿Tiene candidatos?
No conozco a todos los cardenales que van a estar en el Cónclave, pero es seguro que hay perfiles muy valiosos que llegarán de todas las partes del mundo. En todo caso, vértigo no. Será una experiencia única, ciertamente. Pocas personas la viven en cada época. Y al mismo tiempo la vivo con una gran libertad de espíritu y mucha disponibilidad. Pienso que así se sentirán la gran mayoría o todos los miembros del Colegio Cardenalicio.
¿Usted entra con miedo a salir transformado en otra persona?
No, no, no. Entro sereno y queriendo buscar a quien sea el mejor, que naturalmente no sé quién será. Pero una persona que no tiene nada que ver conmigo, eso sin duda. Será para bien. Yo lo creo así.
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