Es triste ver cómo se pierden ciertas tradiciones, especialmente aquellas que han sido el alma de un pueblo durante generaciones, creando lazos entre vecinos y llenando de vida sus calles y plazas. Lastres se despide de un colectivo que ya forma parte de su historia y que ha sido un pilar en la conservación de los bolos cuatreada en la zona: la Peña Manín, que tras años de dedicación y pasión por este deporte, se ha visto obligada a cesar su actividad.
Fundada por vecinos de la localidad colunguesa, la peña Manín de Lastres se unió a la Federación Asturiana de Bolos hace 17 años, aunque su actividad comenzó mucho antes. Durante todo este periodo, fue el reconocido hostelero Eutimio Busta, quien asumió su presidencia. Sin embargo, la pérdida de afición en la zona, el escaso relevo generacional y la ausencia de apoyo económico, están detrás de la decisión que lleva al inevitable fin a este club deportivo local.
«A mí me gustaría que siguiéramos, pero nos falta colaboración y no tenemos ingresos, pero sí muchos gastos», cuenta Busta y reconoce que a última hora tan solo eran siete las personas que componían el grupo, «casi no teníamos a gente para la junta directiva».
La desaparición de esta peña llastrina es, por otro lado, un reflejo de la crisis que atraviesa el deporte en la región: «Esto que está pasando aquí, pasa en toda Asturias. La cuatreada, que se jugaba desde Oviedo hasta el Oriente, tiene cada vez menos presencia porque cada vez juega menos gente»·, lamenta. Y es que, actualmente en la comarca, apenas quedan tres peñas conocidas: La Venta los Probes de Llanes, la de Belonciu de Piloña y la de San Martín de Collera en Ribadesella.
Época de esplendor
Los bolos, no obstante, tuvieron su época de esplendor durante el siglo pasado, siendo durante años el centro de la vida social de pueblos como el de Lastres: «Antes los bolos eran como el fútbol de ahora. Yo empecé a jugar con siete años y jugué toda la vida. Lo tuve que dejar hace una década porque me operaron del corazón», recuerda Eutimio Busta que actualmente tiene 88 años, «era algo que gustaba mucho, a mí y a todos. Era el entretenimiento de los fines de semana. La gente iba a misa y después se ponían a jugar», cuenta.
La peña Manín nació de esa afición generalizada en la localidad colungesa, donde un pequeño grupo de vecinos decidieron ponerla en marcha. Juntos llegaron a competir en todas las boleras de dentro y fuera la región, acumulando numerosas victorias y trofeos: «Nosotros no éramos ni muy buenos ni muy malos cuando empezamos, pero ahora empezábamos a despuntar», afirma con orgullo su presidente. De hecho, uno de sus jugadores más destacados, Pablo Manso, ha sido varias veces campeón juvenil de Asturias.
Uno de los eventos más emblemáticos organizados por la peña llastrina era el concurso de bolos que celebraban en las fiestas de San Roque. En él, los premios no consistían en trofeos o dinero, sino en piezas de bonito fresco del Cantábrico de entre 10 y 25 kilos: «Con eso la gente se animaba mucho», señala Busta. La decimoquinta edición del torneo se celebró en agosto de 2024.
«Siempre animábamos el cotarro»
También fue el año pasado cuando el colectivo fue galardonado con la «Faba de Honor» que cada año se entrega durante la Semana de Les Fabes de Colunga, un reconocimiento que premia en este caso su importante labor en la promoción de este deporte. Sin embargo, a pesar de los buenos recuerdos, el sentimiento hoy es de tristeza: «Da mucha pena. Los bolos y la peña no solo servían para revitalizar el pueblo, sino que favorecía la convivencia entre los vecinos. No es que fuéramos los mejores jugadores, pero siempre éramos los que animábamos el cotarro».
Con la desaparición de la peña bolística Manín de Lastres, la comarca pierde uno de sus últimos bastiones en la defensa de los bolos cuatreada, un deporte que pervivía en el concejo de Colunga gracias a su actividad. Durante años, el club reunió a mayores y pequeños en torno a la bolera, ubicada junto a la iglesia de Santa María de Sábada, fomentando el deporte tradicional y la convivencia comunitaria. Se cierra así un capítulo importante de la historia local.