Los componentes de Gritando en Silencio, en una imagen de archivo / INFORMACIÓN
Gritando en silencio
Recinto: Sala Marearock
Lo tenían todo para liderar la nueva ola del rock urbano nacional, pero llegó la pandemia y les robó su oportunidad. La carrera ascendente de Gritando en silencio se vio limitada con tres álbumes en el mercado y una gran legión de seguidores que iba creciendo a pasos agigantados. Ahora, en cambio, su entrega se mide de manera diferente. Porque lo que hace la banda sevillana liderada por el carismático Marcos Molina es por vicio, apagando sus fuegos internos que añoran tocar rock and roll. Han dejado de vivir de esto, volviendo a hacer de la música un hobby, y demostrando que todavía les queda mucha tralla que dar. La Sala Marearock no llegó a colgar el cartel de «entradas agotadas», pero el concierto mostró un gran ambiente desde el primer momento, donde los sevillanos contaron con la presencia del grupo de Cocentaina Mal-Kärma como teloneros. La banda presentó su primer EP Jouska (pt.1) demostrando que quieren ser savia nueva para el género con temas cargados de fuerza como El matadero o A la luna bocaos.
El reloj marcaba las 23.30 horas cuando Gritando en Silencio aparecía sobre el escenario sin entradas triunfales ni poses. Los cuatro músicos cogieron sus instrumentos y comenzaron a destilar actitud vertiginosa repasando canciones de sus cuatro discos, arrancando con el clásico recortado Mírame desnudo. La banda tiene un magnetismo especial, ese capaz de cautivar sin grandes alardes, del rock hecho con mano obrera, pese a que Marcos Molina tienda a gustarse mucho con sus sentidos solos de guitarra. Tienen la capacidad de sonar como los mejores cuando agarran los instrumentos, pero mostrarse mundanos cuando hablan con el respetable. No faltaron canciones como Almas de blues, Rumbo de colisión, Mi último cartucho, Vértigo o Rutina en las venas; pero el publicó enloqueció con A la luz de una sonrisa. El setlist era lo de menos, pero es de agradecer que sean capaces de mirar a la vida de frente y aliviar las penas a todos lo que lo necesiten. Un servidor así lo vivió, y pocos grupos son capaces de algo así, un acto casi mágico. Qué bonita hubiera sido la vida si la música les hubiera tratado bien.