Un impacto en la Luna podría generar un cráter considerable y liberar una nube de partículas que podría interferir con las operaciones espaciales en el sistema Tierra-Luna. Además, se trataría de una oportunidad única para estudiar en tiempo real los efectos inmediatos de una colisión lunar a gran escala.
Según explica Julia de León , investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), «sería increíble observar un impacto con un objeto mayor a 50 metros, ya que nunca hemos presenciado algo así».
Características y composición del asteroide
El análisis espectral realizado por el Gran Telescopio Canarias (GTC) ha revelado que 2024 YR4 está compuesto principalmente por silicatos de hierro y magnesio, lo que indica que se trata de un asteroide rocoso. Estas características lo convierten en un objeto ideal para estudios científicos relacionados con los impactos cósmicos y la formación lunar.
Por otro lado, las observaciones infrarrojas realizadas por el telescopio James Webb han permitido precisar aún más su tamaño y propiedades térmicas. Este tipo de datos es esencial para evaluar con mayor exactitud su trayectoria futura y las posibles consecuencias de cualquier colisión.
El caso del asteroide 2024 YR4 ha puesto a prueba los protocolos internacionales para responder a amenazas cósmicas. Organismos como la Red Internacional de Alerta contra Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor para Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG), ambos respaldados por las Naciones Unidas, han coordinado esfuerzos para rastrear el objeto y evaluar posibles medidas mitigadoras.
A pesar de que el asteroide comenzará a desvanecerse del alcance visual terrestre en los próximos meses, se han programado nuevas observaciones con telescopios avanzados para mayo de 2025. Estas permitirán actualizar los cálculos orbitales antes de que el asteroide vuelva a ser observable en 2028.