«Gorda». «No tener un bonito cuerpo. Verme demasiado gorda». «Tener grasa en las caderas«. «Que mis muslos sean demasiado grandes. Tener ‘mucha’ mejilla». «Costillas anchas». «Mi cuerpo en general, sobre todo el abdomen». «Verme cuadrada. No tener glúteos, grandes senos«. «Tener labios raros o la forma de la cara». «Mi abdomen, mi pelo, mi voz, tener poco glúteo, tener la cara asimétrica y redonda, verme gorda». «Mi cara entera». «No tener curvas». «Vientre plano, mi piel». «No me gusta nada de mí, soy una bola y mi físico es una mierda». Son respuestas de niñas de entre 11 y 13 años de edad de institutos vigueses y del área, así como del resto de la provincia, registradas en un programa de prevención de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y violencia estética que profesionales están impulsando en la actualidad y que dejan constancia de la «fuerte presión estética» que está afectando al alumnado, especialmente a las menores, en edades cada vez más tempranas.
Si bien estas afirmaciones revisten especial gravedad y reconoce que la situación sí «alarma», también confiesa que no le «sorprende», puesto que afirma que es el día a día en las aulas. Educadora social y agente de igualdad, impulsora de una de estas intervenciones de prevención de TCA y violencia estética, Lucía Pereda comenta que «el aspecto físico y la presión sobre los cuerpos siempre está ahí, incluso en otro tipo de programas como los de pornografía. De hecho, es que es la principal causa de ‘bullying’ en este país. En este programa trabajamos la influencia de los medios, de las redes, en el autoconcepto y en la percepción de los cuerpos, no trabajamos directamente TCA, sino que abordamos aquellas cuestiones que pueden derivar en ellos».
De su experiencia con los menores, Pereda explica el importante sesgo de género existente, ya que las principales inseguridades que muestran los niños están relacionadas con el concepto de «fortaleza», a través de atributos como la altura o la musculatura, mientras que en las niñas los complejos se erigen en torno al peso y prácticamente todas las partes de su cuerpo, lo que está estrechamente relacionado con el concepto de «belleza». La profesional apunta que, «a lo largo de la historia siempre ha existido una presión estética sobre los cuerpos de las mujeres, pero el problema es que ahora nos bombardean 24 horas con ella. Esto está muy relacionado con el capitalismo, con la idea de que lo valioso, especialmente en el caso de las mujeres, es su cuerpo, por lo tanto, el mensaje es que valemos en la medida en que nuestra belleza se ajusta al canon estético«.
Tenemos que hablar de cuerpos diversos, hablar de que el peso no es 100% controlable y de que no podemos discriminar a las personas por el cuerpo que tengan
Licenciada en Psicología y doctora en Psicopedagogía, la viguesa María Calado expone que «en un trabajo que hice para el Instituto de las Mujeres, analizando la realidad de las jóvenes de nuestro país, encontramos que hay un montón de mensajes que siguen cosificando el cuerpo de las mujeres en función de esos ideales que siguen vigentes: delgadez, juventud y también de mujer blanca, porque es lo que se nos presenta en medios y redes, lo que sigue marcando que sigamos pendientes de nuestro cuerpo e insatisfechas con él», a lo que añade que «estos mensajes se lanzan desde múltiples agentes que tienen gran influencia, desde las familias y grupo de iguales, a campañas en centros educativos sobre obesidad que estigmatizan mucho el cuerpo de las niñas, o incluso en consultas médicas, sobre todo en el caso de las que no tienen cuerpos normativos y a las que se les receta una primera dieta, cuando este es el principal factor de riesgo para el desarrollo de TCA».
Ambas profesionales coinciden en que, para rebajar esta «fuerte presión» sobre las y los menores, la prevención y el acompañamiento son fundamentales. Lucía Pereda señala que «en las aula intento desmontar mitos como asociar un mayor peso a estar gordas y reforzar las características de personalidad por encima de la percepción física. En las familias sería interesante acompañar en el consumo de redes para ofrecer una perspectiva crítica». Por su parte, María Calado indica que «tenemos que ser ambiciosos y cambiar la mentalidad de todos los agentes que influyen. Tenemos que hablar de cuerpos diversos, hablar de que el peso no es 100% controlable, sino que tiene mucho de genética también, y de que no podemos discriminar a las personas por el cuerpo que tengan»,