Dos años después de que su cadáver fuera rescatado del fondo de un pozo, los hijos y la pareja de Juan Miguel Isla, el empresario de Manzanares (Ciudad Real) asesinado en julio de 2022 por el hombre que lo estaba ayudando a vender una finca valorada en más de medio millón de euros, no saben cómo murió. Antonio Caba, su presunto asesino, guarda silencio en prisión, consciente de que esa es una de las pocas incógnitas que quedan por despejar en la investigación que realizaron los investigadores de la UCO, la unidad de élite de la Guardia Civil.
Por eso Nardy, la viuda del empresario ha pedido a la jueza que exhumen su cadáver y lo sometan a una segunda autopsia, según ha conocido el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica. La Audiencia de Ciudad Real debe decidir si acepta practicar esa prueba después de que el juzgado de instrucción 2 de Manzanares se negara, argumentando que el empresario «ya fue sometido a un análisis forense suficientemente exhaustivo«.
Sumisión química
La primera autopsia practicada al cuerpo de Juan Miguel Isla, en muy mal estado tras más de ocho meses sumergido en el agua, no fue capaz de determinar la causa de la muerte y se limitó a establecer dos hipótesis muy diferentes entre sí: o lo mataron a golpes o fue apuñalado. Lejos de despejar dudas, el examen del cadáver añadió más interrogantes, al revelar que Isla también pudo ser víctima de sumisión química antes de ser asesinado: el hombre tenía en su cuerpo restos de venlafaxina, un fármaco antidepresivo que ningún médico le había prescrito.
La única persona que sí ha arrojado luz en este tiempo sobre cómo fue asesinado Isla es Gaspar Rivera, el segundo hombre encarcelado por este crimen, un jubilado con deudas por su adicción al juego que ayudó al asesino a deshacerse del cuerpo del empresario. Rivera asegura que Caba mató al empresario «de un tiro» y que luego le ordenó a él «recoger los casquillos de bala del suelo».
Gaspar Rivera y Antonio Caba, en una imagen obtenida por la Guardia Civil mientras los vigilaban. CASO ABIERTO / SUCESOS
Se deshizo de una pistola
La familia de la víctima y los investigadores de la UCO dan credibilidad a su declaración, sobre todo después de que estos últimos descubrieran que, un día después de la desaparición de Isla, el acusado de matarlo se deshizo de una pistola de su propiedad, de la marca Astra, que entregó al hermano del empresario.
«Con todos los datos que hay, resulta sumamente plausible que la muerte de don Juan Miguel Isla la provocase un arma de fuego. No entendemos qué podría ganar el señor Rivera fabulando acerca de cómo se produjo la muerte. Muy al contrario, estando asistido de letrado, (Gaspar) habló de ‘un tiro’ a pesar de que esto podría reforzar el elemento alevoso de la muerte (del empresario), con su correspondiente amplificación de la responsabilidad penal para él», señala Juan Manuel Medina, el abogado de la viuda de Isla, en su escrito a la jueza.
Aficionado a las armas
El abogado recuerda que el acusado, al que la UCO intervino varias armas de fuego ilegales en su casa, «ha demostrado ser un aficionado a las armas de fuego, poseyendo varias de distinta índole, algunas incluso que requerían la técnica propia de un hombre versado en armamento especial, como las pistolas de avancarga». Y que «no tiene reparo alguno en pasearlas en su vehículo particular, conducta extraña en alguien que solo las posee por puro coleccionismo».
Además de por este crimen, Antonio Caba está en prisión por el asesinato de otro hombre, Jesús González Borrajo, desaparecido en 2019. La Guardia Civil recuperó su cuerpo en junio de 2023 en el pozo de una finca de Manzanares.

Antonio Caba, uno de los encarcelados por el crimen, tenía armas y munición en su casa. / SUCESOS
El letrado afirma en su escrito que «es importante que se determine si efectivamente no existen heridas mortales de bala en el cadáver» del empresario, para lo que proponen una segunda autopsia y proponen que la lleve a cabo una forense de la Policía Nacional, la doctora Josefina Lamas, por ser especialista en Antropología Forense y tener «amplia y acreditada experiencia en estos estudios durante los 25 años que estuvo destinada en la Comisaría General de Policía Científica».
El abogado de Nardy añade que el estado del cadáver de Isla, saponificado por haber estado sumergido durante ocho meses, «pudo inducir a error a los primeros autores de la autopsia», por lo que, a su juicio, es «procedente y necesario» realizar una segunda autopsia al cuerpo del empresario.