- Riesgos de la IA en menores
- Falta de preparación de las familias
- Impacto en la educación
- Dependencia tecnológica
- La huella digital
- El reto de la educación digital
Más de la mitad de los padres emplean herramientas de control parental para supervisar la actividad digital de sus hijos, incluyendo el uso de inteligencia artificial, según un estudio sobre infancia y entornos digitales elaborado por Save the Children, la Fundación Orange y GAD3.
El informe revela que el 61% de los progenitores utiliza estas herramientas para restringir el acceso de los menores a ciertas plataformas o controlar el tiempo de uso.
Sin embargo, la percepción de los adolescentes es distinta: el 65% consideran que estas medidas de ‘control’ afectan su privacidad, mientras que un 60% aseguran saber cómo sortearlas.
Riesgos de la IA en menores
La irrupción de la inteligencia artificial en la vida cotidiana ha abierto un debate sobre su influencia en el desarrollo infantil.
Los especialistas alertan sobre el riesgo de que los menores dependan en exceso de estas tecnologías, algo que podría afectar su creatividad, a su capacidad analítica y a su pensamiento crítico.
“La IA es una herramienta poderosa, pero debe usarse como un complemento y no como un sustituto del aprendizaje tradicional”, advierte Daniel Morales, director de Sostenibilidad y Fundaciones en MasOrange, a Confidencial Digital.
Falta de preparación de las familias
El informe recoge las preocupaciones de los expertos sobre la falta de preparación de muchas familias para gestionar el uso de la tecnología en el hogar.
Un 56% de los padres y madres reconocen que sus hijos poseen mayor formación digital que ellos y que, en muchos casos, saben eludir los controles parentales.
Además, el 47% de los progenitores señala la complejidad de las plataformas digitales como una barrera para su supervisión, mientras que el 37% menciona la falta de recursos y de formación como un problema clave.
Impacto en la educación
Uno de los ámbitos donde la IA ha ganado más presencia es en la educación. Su capacidad para ofrecer respuestas inmediatas y para generar contenidos ha modificado la forma en que los jóvenes estudian y hacen sus deberes.
No obstante, los especialistas insisten en que su uso debe ser guiado y supervisado. “El problema no es la inteligencia artificial en sí misma, sino la manera como se usa. Si se convierte en una muleta para evitar el esfuerzo intelectual, puede afectar el desarrollo del pensamiento crítico”, comenta Morales.
Dependencia tecnológica
El estudio destaca que muchos adolescentes recurren a herramientas de IA para hacer sus tareas escolares, pero sin comprender del todo la información que reciben y manejan. Esto genera una dependencia tecnológica que, según los investigadores, puede provocar efectos negativos a largo plazo.
Por ello, recomiendan que el sistema educativo refuerce la formación en verificación de datos y en análisis de fuentes, para evitar que los estudiantes acepten automáticamente cualquier respuesta generada por la inteligencia artificial.
Además, los expertos subrayan la necesidad de fomentar actividades que potencien el pensamiento analógico y la creatividad.
“Es fundamental que los jóvenes no pierdan la capacidad de escribir, razonar y debatir. La IA puede ser un recurso valioso, pero no puede reemplazar el aprendizaje humano”, afirma Morales.
La huella digital
Otro de los puntos que preocupa a los adolescentes es su huella digital. Según el informe, el 46% de los menores expresa inquietud por la información que dejan en internet, pero más de la mitad admite no saber cómo proteger sus datos personales.
Este desconocimiento se traduce en una exposición constante a riesgos, como el robo de identidad, el acoso en línea y la manipulación de información.
Los expertos insisten en la importancia de educar a los jóvenes sobre la privacidad digital. “No basta con prohibir el uso de ciertas aplicaciones. Hay que enseñar a los menores a gestionar su identidad en la red, a configurar adecuadamente la privacidad de sus cuentas y a ser conscientes de lo que comparten”, explica Morales.
La importancia de que los padres den ejemplo
También recomiendan que los padres den ejemplo con su propio comportamiento, ya que un 14% de los adolescentes afirman que sus progenitores usan el móvil más que ellos, con una media de entre cuatro y cinco horas diarias.
El informe pone de relieve que, en muchos casos, los adultos tampoco son plenamente conscientes de los peligros de la sobreexposición en redes sociales.
Un 54% de los padres comparten imágenes de sus hijos en internet, una práctica conocida como sharenting, y el 39% lo hacen sabiendo los riesgos que implica.
Para los adolescentes, esta exposición puede resultar incómoda: el 16% consideran que sus progenitores publican demasiada información sobre ellos, y uno de cada cuatro se siente molesto por esa circunstancia.
El reto de la educación digital
La relación entre padres e hijos en el entorno digital es compleja. Mientras que el 68% de los progenitores defienden su derecho a revisar los dispositivos de sus hijos, el 65% de los adolescentes consideran que esta vigilancia constituye una invasión de su privacidad.
La tensión entre control y autonomía se hace evidente en el informe, que señala que muchos menores aprenden rápidamente a eludir los filtros parentales, lo que genera una sensación de inseguridad entre los adultos.
Los especialistas subrayan que el control parental no puede ser la única estrategia para proteger a los menores en internet.
“Es fundamental establecer normas de uso, pero también fomentar el diálogo y la educación digital. No se trata solo de restringir, sino de enseñar a los jóvenes a manejar la tecnología de manera responsable”, argumenta Morales.
Entre las medidas propuestas en el estudio se encuentran la limitación de tiempos de conexión, el fomento de actividades fuera de las pantallas, y la creación de espacios de conversación donde los adolescentes puedan expresar sus dudas y preocupaciones sobre el mundo digital.
“Es clave que los padres, no solo se enfoquen en prohibir, sino en acompañar. La mejor protección es una educación digital sólida”, concluye Morales.
El estudio ‘Infancia y adolescencia en entornos digitales’ se ha desarrollado en varias fases e incluye las perspectivas extraídas de las conversaciones con 17 expertos y de más de 2.500 entrevistas a padres y madres, adolescentes, profesores y población general.