La Tierra está en constante evolución y el aspecto de los continentes y masas de tierra firme no es, ni mucho menos, una situación estática. Al igual que una película, sigue cambiando y mutando, aunque no lo percibamos por la lentitud con que se desarrolla este proceso. El primer supercontinente que hubo en nuestro planeta ha sido denominado Vaalbará por los científicos y existió hace unos 3.800 millones de años. El último continente gigante, que se fragmentó formando los actuales, fue Pangea, hace alrededor de 300 millones de años. Sin embargo, todo indica que vamos hacia un nuevo supercontinente, para el que ya se tiene nombre: Pangea Ultima, que se calcula que se formará dentro de unos 250 millones de años.
Ahora, una herramienta parecida a Google Earth permite visualizar cómo han ido cambiando los continentes a lo largo de la historia de la Tierra, de modo que es posible ver cómo la tierra emergida ha cambiado su aspecto a lo largo de millones de años.
Ancient Earth, que así se llama la aplicación, permite saber dónde estaría tu ciudad si nos remontáramos a cada uno de los periodos geológicos del pasado, desde 750 millones de años atrás, pasando por la aparición de los dinosaurios o la llegada de los primeros homínidos.
En el centro, España hace 150 millones de años / Ancient Earth
La interfaz muestra el globo terrestre y puedes moverlo para ver cada parte del mismo. En la esquina superior izquierda se puede introducir el nombre de la ciudad (no todas están disponibles) y a la derecha hay un desplegable que indica eventos concretos a cuya época desplazarte. Arriba, en el centro, está la casilla donde introducir el periodo al que quieres remontarte.
Esta herramienta, por encima de todo, es un recordatorio de lo mudable es que algo tan aparentemente estable y sólido como son los continentes. El cambio climático y la consiguiente subida del nivel del mar está haciendo, ya actualmente, que la línea de costa haya iniciado una variación más grande de la que se esperaría solo por causas naturales. Esta modificación irá a más en las próximas décadas, según todos los pronósticos, y ello a pesar de que puedan reducirse drásticamente las emisiones de CO2 a la atmósfera.