Tres impactos en cinco años. Primer golpe. La pandemia, un enemigo invisible, la covid, culpable de un confinamiento total de más de un mes e imágenes de hospitales saturados y calles desiertas. La cifra de víctimas mortales en la Comunidad Valenciana asciende a casi 10.000 personas. Segundo golpe. El incendio de Campanar; un edificio convertido en una pira en cuestión de minutos, retransmitido en directo por los medios de comunicación, que acabó con la vida de 10 de sus vecinos. Tercer golpe. La barrancada del pasado mes de octubre, cuya cifra de víctimas mortales asciende a 227, y que dejó una superficie de 63,64 kilómetros cuadrados repleta de barro, residuos y desperfectos.
Tres tragedias, tres sucesos de gran impacto en solo un lustro. Más allá de las vidas perdidas -son lo más importante-, de los desperfectos y consecuencias económicas; se debe hablar, también, de las consecuencias psicológicas de vivir tres catástrofes en territorio valenciano, en la más absoluta proximidad. «La sociedad en general y las personas en particular pierden la sensación de invulnerabilidad -, explica Mar Valero, del grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes del Colegio Oficial de Psicología de la Comunidad Valenciana-. Solemos pensar que esas cosas no nos ocurren a nosotros, que solo les ocurren a los demás».
Una de las circunstancias añadidas en el caso del incendio de Campanar, del que se cumple hoy un año, y de la riada es la afectación en el proyecto de vida de las personas azotadas directamente. «No es un impacto puntual o un duelo -, explica el director general de Salud Mental de la Conselleria de Sanidad, Bartolomé Pérez-. Las víctimas ven truncadas sus vidas, su vivienda, su empresa, sus propiedades… Y, en el caso de la DANA, son miles de personas las que experimentan esta sensación».
Sobreexposición
Entre los síntomas emocionales más habituales, están el miedo y la ansiedad, por los que la «gente deja de hacer cosas que hace habitualmente, para no verse expuesta a estas circunstancias». Una de ellas es el aislamiento de la realidad, al abandonar el contacto con los medios de comunicación y las redes sociales, donde se produce una sobreexposición a los sucesos vividos. «Se produce una sensación de estar reviviendo continuamente lo ocurrido y que la emergencia permanece en el tiempo», apunta. Como ejemplo, las tres catástrofes antes citadas. Las imágenes del incendio de Campanar se retransmitieron en directo, cuando había aún personas atrapadas en los balcones. Y, en el caso de la DANA, el asunto ha centrado durante semanas el contenido de las televisiones, periódicos; sin olvidar los filtros del algoritmo de las redes sociales o los mensajes compartidos en las aplicaciones de mensajería instantánea.
Otra consecuencia derivada de esta sensación de no dejar atrás la tragedia es el aumento de la agresividad. «La población tiene la sensación de no avanzar y no encuentra respuestas a su problema«, añade el director general. En estos casos, la recomendación de los profesionales psicológicos es no consumir el contenido de los medios de comunicación.
Uno de los grupos más vulnerables son los menores. Save the children alertó del impacto psicológico de la DANA en 71.000 menores. Como explica su director en la Comunidad Valenciana, Rodrigo Hernández, «algunos de ellos han sufrido regresiones: se han olvidado de leer a los nueve años, se hacen pis en la cama a los seis años o han desarrollado fobia al agua o a salir de casa«. La acumulación de los tres golpes en cinco años los ha convertido en una generación «mas vulnerable» por dos motivos. En primer lugar, porque han entendido «que van a vivir peor que sus padres» y, en segundo lugar, porque «están expuestos a las redes sociales donde hay una realidad a la que muy difícilmente van a poder llegar«. ¿Por qué los menores son más vulnerables? Para Pérez, se debe a su «maleabilidad» porque, hasta los 15 años, los menores «están construyendo su personalidad» y ven «una ruptura de su mundo seguro»
Otros colectivos vulnerables son las personas mayores, las de menores recursos económicos y los inmigrantes porque, según Valero, «no cuentan con una red de apoyo social y tienen mayor dificultad para enfrentarse al suceso vivido» y, además, porque siente la obligación o la «presión» de ayudar a sus familias en su país de origen. Según manejan en la Generalitat Valenciana, un 10 % de la población afectada por la barrancada es de origen latino.
Un concepto: la resiliencia
Pese a todo lo explicado, Valero aportar tranquilidad, ya que «solo un pequeño porcentaje de la población desarrollará algún tipo de trastorno psicológico«; es decir, «la gran mayoría de personas son capaces de enfrentarse a estas circunstancias«. Los tres profesionales hablar del concepto de resiliencia, como factor clave para poder gestionar el impacto psicológico de vivir una tragedia como las tres mencionadas. «No podemos generalizar y cada caso es un mundo -, añade el director general-. En algunos casos, el impacto es inmediato y, en otros, aún no sea visto».
Por eso, desde Sanidad, están realizando mucha observación de la evolución para evitar el desarrollo del estrés postraumático. ¿Durante cuánto tiempo se debe mantener la alerta? «Al menos, durante dos o tres años», reconoce Pérez. Sin embargo, existe cierto optimismo en el departamento de Marciano Gómez porque la Navidad ha ido mejor de lo esperado: «Nos generaba bastante preocupación, incluso miedo -, prosigue el representante de la Generalitat-, pero no ha habido un incremento destacado de los casos graves». En este sentido, Sanidad ha creado seis unidades de trauma en los hospitales de las zonas afectadas por la barrancada, que tratarán los casos de estrés postraumático, como ya hizo -hasta diciembre, cuando se disolvió los módulos de la unidad habilitada para tratar a las víctimas del incendio en el edificio de Maestro Rodrigo.
Una de las diferencias con la tragedia de Campanar, según Pérez, es que entonces se recuperó «la normalidad mucho antes» porque hubo «unidad política» frente a la tragedia. «El clima político tras la DANA-, añade- no contribuye a reducir el impacto psicológico» de la barrancada. Justo esta semana, el foco de los médicos de comunicación ha vuelto a centrarse en la tarde del 29 de octubre y, concretamente, en el envío del mensaje por EsAlert, su contenido y el retraso en autorizar su difusión.
En apoyo a la atención psicológica tras la DANA, el Ministerio de Sanidad anunció la creación de nueve unidades pioneras en emergencias para combatir los casos de estrés y ansiedad en la zona cero, con la participación de hasta 42 profesionales, según una serie de criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La previsión era que comenzaran a funcionar en el mes de febrero, pero aún no están activas. El Consejo de Ministros aprobó el martes 18 de febrero una dotación económica de tres millones de euros para el convenio de colaboración con la Generalitat Valenciana, aunque desde el ministerio no aclaran en qué momento comenzarán a funcionar. Los plazos iniciales no se han cumplido.