El mundo se levantó este sábado 7 de octubre horrorizado ante las imágenes de edificios en llamas y de terroristas palestinos disparando indiscriminadamente a civiles en la frontera de Israel con la Franja de Gaza. El responsable del ataque es la organización terrorista Hamas, que asegura haber lanzado hasta cinco mil cohetes (otras fuentes hablan de poco más de dos mil) sobre el país vecino. El gobierno israelí cifró sus primeras estimaciones en veintidós víctimas mortales, aunque probablemente el número se incremente según avance el día. ¿Por qué así y por qué ahora? Estas serían algunas de las claves que explican lo sucedido y lo que puede suceder en los próximos días.
¿A quién pertenece la Franja de Gaza?
La Franja de Gaza es un territorio autónomo en manos del Estado de Palestina, heredero de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) desde que el 4 de mayo de 1994, el líder palestino Yasser Arafat y el primer ministro israelí Isaac Rabin firmaran el Acuerdo de El Cairo. Se trata de un territorio vecino a Egipto con salida al mar Mediterráneo y que ha sufrido diversas divisiones para acomodar a árabes y judíos a lo largo de los años.
En la actualidad, la Franja de Gaza, incluida la ciudad del mismo nombre y diversos campamentos de refugiados, cuenta con 360 kilómetros cuadrados y está encajonada entre el mar y el estado israelí, lo que ha provocado numerosas situaciones de tensión a lo largo de estas tres décadas, con continuos enfrentamientos entre ambos bandos. Israel puede fácilmente cortar los suministros a la Franja si así lo considera necesario y, a su vez, la Franja se ha convertido en el hogar de numerosos terroristas, que han gozado de la indiferencia cuando no del apoyo de las autoridades locales.
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Hay que recordar que el autoproclamado Estado de Palestina no tiene reconocimiento internacional oficial. En 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas lo admitió como «estado observador no miembro». Aunque posee su propia policía y goza del apoyo de sus vecinos árabes como siempre ha sido desde 1947, su estatus legal está en una especie de limbo. Varios primeros ministros israelíes han coqueteado con la idea de construir un muro entre el territorio de Gaza y el resto del país para evitar acciones terroristas, pero, aunque sí se han construido barreras a lo largo de la frontera, su eficacia se ha demostrado muy escasa. De hecho, Israel habla ahora mismo de veintiún frentes activos, es decir, no se trata de una incursión puntual.
¿Quién es Hamas?
Hamás surge como organización política y militar en 1987, durante la primera «Intifada«, como alternativa a la supremacía de la OLP de Arafat. A diferencia de la OLP, que, sin renunciar por completo al panarabismo, centraba su lucha en la recuperación de los territorios perdidos durante la ocupación de franceses e ingleses a finales del siglo XIX y cedidos después a organizaciones sionistas para la formación del Estado de Israel, Hamas siempre ha sido activamente fundamentalista y ha defendido el terrorismo para alcanzar los objetivos de su concepción fanática del Islam, tanto en Palestina como en el resto del mundo.
De hecho, Hamas calificó de traidor a Arafat tras los históricos acuerdos con Isaac Rabin y siguió con su lucha armada al margen de la propia Autoridad Nacional Palestina, a la que no reconoció durante más de una década. Estados Unidos y la Unión Europea, entre muchos otros países, incluyeron al grupo en su listado de organizaciones terroristas, aunque la decisión de la Unión Europea está aún bajo evaluación judicial.
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A partir de 2006, Hamas intentó dar el salto a la política, participando en el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (uno de sus líderes, Ismail Haniya, llegó a ocupar el puesto de primer ministro) y tomando el control casi absoluto de la Franja de Gaza. Desde allí, al margen de los ataques esporádicos a Israel, que derivaron en una guerra abierta en 2009, Hamas estableció una auténtica dictadura interna, que le ha costado la vida a numerosos palestinos a lo largo de estos años.
En los últimos años, Hamas y Fatah (heredera de la OLP) habían acercado posturas para establecer un único frente con una única voz. Es de esperar que el presidente palestino, Mahmoud Abbas, perteneciente a esta última facción, salga en cualquier momento a condenar los ataques.
¿Por qué se llama la operación ‘Tormenta de Al-Aqsa’?
Aunque, de momento, el ataque se ha ceñido a la frontera de Gaza con Israel, el objetivo declarado del líder de Hamas, Mohammed Deif, es extender la lucha por todo Israel y provocar una insurrección que llegue a Jerusalén, donde se encuentra la mezquita de Al-Aqsa, uno de los grandes templos musulmanes y emblema de la lucha por la liberación palestina en esta disputadísima ciudad.
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De ahí que el grupo terrorista haya decidido llamar a su operación ‘Tormenta de Al-Aqsa’, una manera de dejar claro que sus intenciones van más allá del ataque puntual y un aviso de que operaciones similares pueden producirse en otros puntos de Israel. En el complejo de la mezquita se encuentran varios templos judíos y los conflictos son constantes. Sin ir más lejos, la semana pasada, la policía israelí desalojó a varios musulmanes del entorno de Al-Aqsa para dejar entrar a judíos ortodoxos. Es el pretexto que da Hamas para justificar el ataque desmedido de este sábado.
¿Esperaba Israel un ataque así?
No. Israel es un país que, desde su concepción, vive en alerta constante. Sus servicios secretos y su ejército gozan de una merecida fama en todo el mundo gracias a su eficacia, algo que ha brillado por su ausencia en este caso. No cabe duda de que el hecho de que nadie hubiera previsto un ataque de tal envergadura hará que rueden cabezas en las altas esferas de la defensa del estado. Obviamente, una operación de este tipo no se planea en horas ni en días. Se trata de un absoluto fracaso de la inteligencia israelí.
Aunque los conflictos en Jerusalén no justificaran un aumento de la alerta -son el pan de cada día, desgraciadamente-, las negociaciones con Arabia Saudí para normalizar relaciones diplomáticas sí han podido suponer una motivación para Hamas. Es razonable pensar que el grupo terrorista viera en este acuerdo con uno de sus principales patrocinadores una manera tácita de resolver el conflicto entre Israel y Palestina respetando el «statu quo» actual, algo con lo que no están en absoluto de acuerdo.
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Este tipo de acciones, y la esperable reacción de Tel Aviv al respecto, hacen que la zona vaya a vivir una escalada de tensión que puede complicar mucho la firma de dicho acuerdo. Ni Arabia Saudí querrá dar la sensación de apoyar a Israel en pleno estado de guerra, ni Israel acabará de fiarse en estos momentos de las autoridades saudíes.
¿Qué consecuencias puede tener el ataque?
De entrada, Israel ya ha declarado el «estado de guerra». Se trata del mayor ataque que recibe en décadas. Una crisis superior incluso a la de 2009. Los bombardeos al otro lado de la frontera se han iniciado ya este mismo sábado, pero no tiene pinta de que la cosa vaya a acabar ahí. El primer ministro Benjamin Netanyahu ha insistido públicamente en que los ataques suponen una declaración de guerra y, en ese sentido, las consecuencias son imprevisibles y probablemente vayan mucho más allá del asesinato puntual de determinados líderes de Hamas o el bloqueo económico de la Franja de Gaza.
En estos momentos, con los cadáveres aún calientes y las imágenes tan recientes, la sensación es que todo se tambalea. Israel quiere vengarse y su superioridad militar es tal que tendrá que refrenar sus impulsos para no convertir la zona en un hervidero a nivel mundial. ¿Se atreverá Israel a invadir Gaza y los territorios autónomos de Cisjordania? ¿Ocupará su ejército la parte árabe de Jerusalén? En caso de hacerlo, ¿su decisión será momentánea y circunstancial o supondrá una marcha atrás definitiva en todo lo conseguido durante las últimas tres décadas?
En ello influirá mucho la geopolítica. Estados Unidos y Rusia, países enfrentados, pero a la vez aliados de Israel, tratarán de mitigar la respuesta, pero no está claro qué pueden ofrecer para ayudar a la defensa de los israelíes. Desde Líbano, el grupo terrorista Hezbollah ya ha llamado a una insurrección musulmana en todo el mundo. Es de suponer que Al-Assad, en Siria, dirá lo que le diga Putin. La brutalidad y el efectismo del ataque pone muy difícil cualquier intento de moderación posterior. Las próximas horas serán clave en ese sentido.
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