La reconocida revista Science ha hecho un llamamiento a la comunidad científica para resistir a los recortes a los Institutos Nacionales de Salud (NIH) planeados por el presidente estadounidense Donald Trump.
La administración Trump ha lanzado un ataque sin precedentes contra el sistema de financiación de la investigación que ha sido el motor de la innovación y el progreso en el país durante más de siete décadas. El anuncio del Instituto Nacional de Salud (NIH) de reducir drásticamente el reembolso de costos indirectos para la investigación financiada con fondos federales ha desatado una tormenta de preocupación y resistencia en el mundo académico.
La propuesta, que limitaría el reembolso de costos indirectos a un mero 15%, frente al rango habitual del 50% al 70%, amenaza con desestabilizar el delicado equilibrio que ha permitido a las universidades estadounidenses liderar la investigación mundial. Este cambio no es una simple modificación presupuestaria; representa un golpe directo al corazón del sistema de investigación del país, señala la revista Science en un duro editorial.
Colaboración rota
El modelo actual de financiación, que ha sido la piedra angular del éxito científico estadounidense, se basa en una colaboración estrecha entre el gobierno federal y las instituciones de educación superior. Por cada dólar invertido en costos directos de investigación -salarios, equipos y suministros-, se necesita aproximadamente otro dólar para cubrir los gastos indirectos esenciales. Estos incluyen desde el mantenimiento de instalaciones especializadas hasta el personal de apoyo que garantiza el cumplimiento de las cada vez más complejas regulaciones federales.
La propuesta del gobierno Trump no solo reduciría drásticamente la contribución federal a estos costos indirectos, sino que también trasladaría una carga financiera insostenible a las universidades, sentencia Science.
Ilustra la magnitud del impacto con un ejemplo: consideremos una institución que actualmente recibe 200 millones de dólares en apoyo directo del NIH. Con la tasa actual de costos indirectos del 50%, esta institución recibe otros 100 millones de dólares para gastos de apoyo. Bajo el nuevo esquema, esta cantidad se reduciría a tan solo 30 millones, lo que representa una pérdida abrumadora de 70 millones dólares en la inversión federal total.
Consecuencias devastadoras
Las consecuencias de este recorte serían devastadoras y de largo alcance, advierte la revista. Las universidades se verían obligadas a tomar medidas drásticas para compensar la pérdida de fondos. Esto podría incluir el recorte de programas académicos vitales, el aumento de las matrículas -ya de por sí elevadas- y la intensificación de la búsqueda de donaciones filantrópicas. Sin embargo, estas medidas difícilmente podrían llenar el vacío dejado por la retirada del apoyo federal.
Más allá del impacto inmediato en las instituciones académicas, los efectos se extenderían a las comunidades circundantes. En muchos estados, los centros de investigación médica académica son los mayores empleadores. Estados como Alabama, Pensilvania y Missouri podrían ver cómo sus economías locales sufren un duro golpe si estos centros se ven obligados a reducir su personal o sus operaciones.
El argumento de que estos fondos son «costos indirectos» es engañoso, denuncia Science. En realidad, son inversiones esenciales en la infraestructura de investigación del país. Garantizan que la investigación se lleve a cabo de manera segura, ética y en cumplimiento con las regulaciones federales.
La retirada de este apoyo no solo pone en peligro la calidad y la integridad de la investigación, sino que también amenaza la posición de liderazgo de Estados Unidos en ciencia y tecnología en un momento en que la competencia global es más feroz que nunca.
Llamamiento a la movilización académica
Frente a esta amenaza sin precedentes, el mundo académico debe unirse, señala la revista Science. Los líderes universitarios tienen la responsabilidad de movilizar a sus campus y comunidades para defender el sistema estadounidense de investigación y enseñanza. Es un momento para dejar de lado las diferencias internas y centrarse en el desafío común que amenaza a todas las disciplinas, no solo a las científicas, añade la revista.
Este es un momento crítico para la educación superior y la investigación en Estados Unidos. La propuesta del gobierno Trump no es simplemente un ajuste presupuestario; es un ataque directo a un sistema que ha sido fundamental para el progreso científico y tecnológico del país durante generaciones, señala la revista.
La comunidad académica debe alzar su voz colectiva para defender la asociación entre el gobierno y las universidades que ha hecho de Estados Unidos un líder mundial en innovación. El futuro de la investigación estadounidense, y con ella, la competitividad global del país está en juego, concluye Science.