A Christian Lagata le fascinaba todo aquello que se ocultaba detrás de la valla. No era una frontera normal. La que separaba su Rota natal de la base naval que Estados Unidos levantó en 1953 ha estado rodeada de teorías rocambolescas: vuelos ilegales, armas nucleares, espías secretos… Nada era igual a ambos lados del muro. De ahí que, con la osadía del novato, bien chiquito, quisiera adentrarse en un universo que poco compartía con la Andalucía en la que se crio. “De pequeño no era consciente de lo que suponía vivir cerca. Era algo tan familiar que nunca me paré a pensar lo que conllevaba. Fue algo que descubrí paso a paso”, relata. Lo hizo sin miedo, colándose en las instalaciones en diferentes ocasiones. La música, la comida y la ropa eran distintas. Otro país se abría ante sus ojos, deseosos de fotografiar cada rincón. Un anhelo que, con el tiempo, ya en Madrid, acabó convirtiéndose en el proyecto más ambicioso de su carrera.
“Me hice amigo de los hijos de los militares que se alojaban cerca de mi casa. Algunos pasaban largas temporadas y otros, en cambio, el verano. Era muy divertido porque siempre traían cosas que aquí no habían llegado aún. Por aquel entonces, la mayoría residía fuera de la base y hacía vida en el pueblo. Desde su creación abrieron muchos establecimientos pensados por y para ellos”, añade. Una realidad que, como si fuera la típica película de Hollywood, con su drama y beso final, fue conquistándole sin darse cuenta. Desde entonces, se ha dedicado a descifrar el lugar que despertó su vena artística. El resultado es ‘Up Around The Bend’, la panorámica de un ecosistema que sólo existe a esta orilla de Cádiz. Este 2025, cumple 10 años.
La llegada de los americanos a la España sureña se notó, en primer lugar, en la música. Gracias a los marines, entraban canciones censuradas y prohibidas durante la dictadura de Franco: “Imagínate lo que supuso para los jóvenes acceder a los discos que se hacían en los Estados Unidos de los 60 y 70. Una locura. Décadas después surgió el hip hop andaluz, tan potente y rudo con grupos como SFDK y La Mala Rodríguez. Esa influencia viene de Rota”. Desde fuera, sonaba espectacular. Sin embargo, dentro, debía serlo aún más. Algo que corroboró las veces que la pisó gracias al padre de un colega: “Las visitas me marcaron bastante porque todo era nuevo: los edificios, los semáforos, las tiendas, los muebles… Era como un decorado de cine, donde lo único que lo separaba de la realidad era una verja de metal. Antes del 11S no era complicado entrar. Íbamos cada 4 de julio, ya que organizaban conciertos, barbacoas y mercados”.
Cuatro patrullas de policía
En 2011, mientras fotografiaba a su amigo Aaron en el Ford Mustang que acababa de comprarse, el coche de sus sueños, puso en marcha su primer proyecto como fotógrafo: “Esta imagen me hizo entender que lo que tenía delante era una rareza. Existía un pulso entre el entorno y los elementos que no terminaban de encajar. De repente, entendí que había algo que rescatar”. Así que agarró su cámara analógica 6×6 y, en blanco y negro, comenzó a inmortalizar la base y sus alrededores desde fuera. Su intención era hacerlo también dentro, pero la valla era inquebrantable. Como artista no podía introducirse, así que no le quedó otra que sortear la ley. “Dado que era imposible por cuestiones legales, decidí centrarme en el lado español”, dice.
Caminó horas y horas por el perímetro, retratando las casas, los paseos y las rutinas. Conocía al milímetro la carretera que lo conectaba con El Puerto de Santa María. Aquella vida fue tomando cuerpo en su objetivo, hasta que cuatro patrullas de la policía militar estadounidense le acorralaron. Lo sabían todo sobre él, lo habían estado observando. “Me requisaron varios carretes. Este ejercicio ‘voyeur’ sigue presente en mi nueva obra”, recuerda. ¿Se acabó, entonces? No. Christian encontró el modo de seguir adelante: “Después de darle vueltas, pensé que una buena forma de obtener esa información era a través de las cuentas de Facebook de los trabajadores de la base. Como tenía conocidos y frecuentaba los mismos bares, no me resultó difícil dar con sus perfiles. Fue una gran decisión, así empezaron a convivir sus fotografías con las imágenes analógicas que tomaba”.
Acceder a lo prohibido
La investigación concluyó con una exposición en la sala Kursala de Cádiz, así como un fotolibro donde recoge sus principales conclusiones. Pues, en el fondo, con esta iniciativa también ha podido dar respuestas a dudas que le han acompañado durante 39 años. “Ahora me veo recorriendo aquellos lugares y preguntándome cosas parecidas. Rota se ha convertido en un espacio donde no pasa el tiempo y que me sigue removiendo”, cuenta el artista, entre cuyos referentes se hallan Robert Adams, John Gossage y Diane Arbus. Hoy, centrado en la escultura y la instalación, continúa buscando lo que le representa como persona: “Pagaría por volver a vivir la sensación que tuve al tomar la primera fotografía con mi cámara 6×6”. En ello está.
P. Sin la valla, la frontera, la base militar y sus implicaciones, ¿su vida hubiera sido otra?
R. La profesional seguro que sí. Cada día tengo más presente la verja y el deseo infantil de acceder a lo prohibido. En la actualidad, sigo construyendo para terminar haciendo agujeros y observar desde el otro lado.