Europa está acelerando sin frenos hacia una guerra comercial con Estados Unidos. Pese a que varios políticos, como el ministro de Exteriores francés, Jean-Noel Barrot, han aclarado que “a nadie le interesa entrar en un conflicto con la UE”, y que quieren evitar una guerra comercial, las respuestas a los impuestos propuestos por el presidente estadounidense, Donald Trump, están haciendo exactamente eso.
Barrot ha advertido contra «un conflicto comercial” y ha asegurado este lunes que la Unión Europea (UE) responderá a cualquier arancel que imponga el presidente de Estados Unidos con el bloque. Sin embargo, Trump ha anunciado que este lunes entrará en vigor la primera tanda de aranceles que afectarán al acero y al aluminio. Esta nueva tarifa supone un incremento del 25% de los impuestos preexistentes, un porcentaje mayor que el que impuso en su primer mandato -el 15% en acero y el 10% en aluminio-.
A lo largo de la semana, anunciará otra serie de aranceles para igualar los impuestos de otros países. “Es muy simple, si nos cobran, nosotros les cobramos”, afirmó Trump.
Los mismos aranceles del pasado
Pese a la alerta internacional por las nuevas cuotas, las industrias a las que van dirigidas son una copia del pasado. El último mandato de Trump también estaba repleto de políticas proteccionistas y tarifas sobre el resto del mundo para preservar a la industria nacional. Al imponer aranceles, buscaba que la UE tomara una posición más favorable respecto a ciertos productos estadounidenses. Bruselas accedió a reducir los aranceles sobre las langostas a cambio de la compra de soya y de gas natural liquidado, lo que limitó el conflicto comercial al acero y aluminio -Joe Biden lo disolvió-.
Hace pocos días, Trump acusó a la Unión Europea de ser “muy malo” con los productos estadounidenses, amenazando con la imposición de aranceles sobre productos alimentarios y de vehículos (aranceles que probablemente estarán incluidos en sus próximos anuncios sobre productos sujetos a impuestos esta semana). El líder del comité del comercio en el Parlamento Europeo, Bernd Lange, le contó al Financial Times que estarían dispuestos a reducir los aranceles preexistentes al 2,5% para intentar disuadir una guerra comercial con Estados Unidos.
Dado que Trump ha conseguido llegar a un acuerdo temporal con México y Canadá y el patrón que ha marcado desde su último mandato, es muy posible que las órdenes ejecutivas se guían por el espectáculo con la esperanza de que desencadenen acuerdos donde se moderarán las tarifas a cambio de condiciones que benefician al país. Sin embargo, Trump se caracteriza por su imprevisibilidad. Un eurodiputado comentó que es difícil para la UE crear planes de reacción cuando se está tratando con una persona “totalmente impredecible”, según Reuters.
Los Big Tech de Estados Unidos
Los directores ejecutivos de empresas tecnológicas estadounidenses formaron parte de los protagonistas durante la inauguración de Trump a mediados de enero. Ha conseguido aliarse con la mayoría de los big tech (grandes tecnológicas) estadounidenses, incluso con aquellos con los que había mantenido relaciones tensas en su último mandato, como Mark Zuckerberg.
Dado que los aranceles del 25% afectarán a la mayoría de los países del mundo -sin incluir a China, México y Canadá por sus acuerdos particulares-, algunos están reaccionando con sus propias propuestas de conflictos comerciales. Brasil ha anunciado este lunes que está valorando imponer impuestos a empresas tecnológicas estadounidenses. El presidente brasileño, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, ha dejado claro que no tomaría un rol pasivo en las propuestas de Trump, tanto en materia económica como en migratoria. Sin embargo, los detalles de la medida de Brasil no se han aclarado.
En el terreno europeo, los empresarios aliados con Trump han tenido choques con la Unión por sus investigaciones de las grandes tecnológicas estadounidenses y por sus regulaciones en materia de privacidad y moderación, entre otras. Actualmente, Apple, Alphabet (empresa matriz de Google), X y Meta están siendo investigados bajo actas que protegen y moderan varios aspectos de la seguridad digital y es probable, según Reuters, que Amazon se una a la lista brevemente.
Zuckerberg le ha pedido a Trump que frene los avances de la UE y Musk ha tenido choques con reguladores en varias ocasiones. Es posible que utilice los aranceles hacia la UE para contentar a sus aliados, pero la Unión es firme en su aplicación de la regulación del espacio digital.
¿Por qué está aplicando estos aranceles Trump?
Pese a los anuncios y el comportamiento radical del presidente estadounidense, sus políticas no son tan aleatorios como parecen. Los aranceles son el fundamento del comercio exterior de cualquier país y sirven como protección para productos nacionales además de una forma de control del comercio. No obstante, la retórica de Trump al presentar las relaciones comerciales de Estados Unidos con otros países ha sido poco equiparable con la realidad. De forma positiva o negativa, los países del mundo dependen de ciertas importaciones, lo que significa que impuestos altos sobre cualquier producto extranjero dañará la economía estadounidense. Pese a querer proteger al mercado, Trump no puede proteger un producto que Estados Unidos no tiene ni puede producir, como el café.
No cabe duda de que Trump está empleando su policía económica exterior como una forma de proteccionismo, pero también como control. En el caso de México, Trump defiende que los aranceles son una forma de represalia hacia el país porque no estaba moderando el influjo de fentanilo e inmigrantes sin documentación en Estados Unidos. En el caso de Europa, se puede observar un patrón similar; la UE tiene una industria automóvil y agroalimentaria potente, lo que hace que productos americanos sean más difíciles de comercializar en el exterior. Los aranceles tienen, en su fundamento, una lógica reaccionaria al mercado global, que además buscan proteger los intereses del superpoder. Sin embargo, en esta búsqueda por el equilibrio de la economía -además del déficit masivo del país-, la economía será víctima de las políticas de Trump, lo que finalmente repercutirá en los bolsillos de los estadounidenses a través de la inflación.