Paloma, Daniel, Miguel, Esther, Rafael, Marcos, Fernando, Lucas, Santiago, Sofía, Elena, José, Alejandro, Alma y Javier son los nombres de los 15 hijos que forman la familia Cuevas Benítez, que ha sido premiada por la Junta de Andalucía.
Belén Benítez es la madre de todos ellos y junto a su marido, Javier Cuevas, han contado su historia a ‘El Mundo’. Ella dejó la carrera de Física tras casarse con Javier Cuevas en 2001, siendo veinteañeros. Al poco, Javier consiguió un trabajo de arquitecto técnico y ella ha dedicado a la casa y a los hijos.
Sobre su peculiar familia, explican que no se trata de nada extraño, para ellos es lo más normal del mundo: «La familia existe desde hace 5.000 años. Nos están encasillando ahí. Parece que somos bichos raros. No somos los únicos. Lo que pasa es que en Europa nos han cambiado el agua. La gente no tiene hijos. Se ha invertido la pirámide de población. Cada vez hay más individualismo. Las personas se relacionan de otra manera. Se dejan atrás muchas cosas que son fundamentales».
Dios, imprescindible
Una familia, que además de sostenerse con un solo sueldo, cuenta con una figura imprescindible: «Pertenecemos al Camino Neocatecumenal. Estamos abiertos a la vida. Nuestra familia, si quitamos a Dios, no tiene sentido», cuentan al mencionado medio.
En España, tan solo hay 147 familias con 10 hijos o más y los Cuevas Benítez son una de ellas. «Sabíamos que tarde o temprano nos tocaría. Hace unos años premiaron a unos amigos. El reconocimiento no nos dice nada. Son nuestras cosas, es nuestra familia y ya está. Nosotros no queríamos batir ningún récord ni nada. Tenían mucho interés en concedérnoslo y lo aceptamos. Supongo que la Junta quiere fomentar la familia numerosa. Ya estamos con los medios y todas estas cosas, que nos cuesta un poco de trabajo», explica la pareja, ambos catequistas de la parroquia de la Virgen de las Angustias de Granada.
Los partos de 15 hijos
Los partos fueron lo más natural posible: «Hay una presión de los facultativos exagerada. Para nosotros es importante que el parto sea natural. ¿Para qué vamos a programarlo? Grandes profesionales se han arriesgado por nosotros, como cuando Daniel, el segundo, nació 24 o 25 días después de salir de cuentas. Belén se encontraba bien. Si está todo bien, para qué acelerar» y en cuanto a la educación, se alejan al máximo de las nuevas tecnologías: «Las redes, las tecnologías crean nuevas necesidades. Nosotros vemos fundamental comer todos juntos. A la hora de la comida, cuando estamos reunidos, llegan algunas quejas. La única que tiene móvil es la mayor. A los hijos no hay que darles todo lo que quieran. Ahora todo tiene que ser inmediato. Belén y yo hemos recibido otra educación. Les damos lo que necesitan, no lo que piden. Ya van viendo como algunos de sus compañeros sufren problemas por acceder, por ejemplo, a la pornografía».
¿Y el tema económico?
Al preguntar por tel tema económico o por las ayudas del estado, la pareja asegura que son «unos pobrecillos a los que el Señor ayuda». «No todo hay que basarlo en el dinero. Hemos tenido épocas muy buenas, en las que podíamos permitirnos de todo, y si ha habido que comer arroz blanco durante una semana, se ha hecho. Al final hemos acabado prosperando. Tiras para adelante y resistes. No hemos tenido ninguna ayuda económica. ¿Conoces ese refrán que dice ‘cuando nace un hijo trae un pan debajo del brazo’? Pues nosotros lo hemos experimentado. Necesitas tanto, y aparece. Necesitas equis, pues también», añaden.
La familia, que gasta 5 litros de leche diarios, se organiza al día: «Hacemos la compra a diario. Según vayamos necesitando. No vamos a supermercados a comprar para todo el mes o toda la semana. ¿Qué sentido tiene? ¿Voy a comprar 35 litros de leche? Cada uno se encarga de ir a por lo que hace falta».