Una de las cosas que más me sacan de quicio es la sobreplanificación de eventos de ocio que arrasa nuestras vidas desde que sobrevivimos al coronavirus. Esta moda infernal nos obliga a comprar entradas de conciertos para próximos años, como si nos fuéramos a acordar llegado el día si no nos ponemos una alarma en el móvil. La de sillas vacías que se están acumulando en eventos. A este nuevo modus operandi se sumó el año pasado Dani Martín, que pretende explotar la nostalgia de los treintañeros y cuarentones y en el mes de marzo del año pasado presentó su gira 25 p*t*s años, con un concierto, en principio, en el WiZink Center de Madrid el 13 de diciembre… de 2025, es decir, con un año y nueve meses de antelación.
Desde entonces, Martín, que en febrero cumplirá 48 primaveras, ha ido añadiendo fechas y ciudades y, atención, el último concierto programado será el 24 de octubre de 2026. No le culpen, la culpa es nuestra, que ya hemos agotado las entradas de los seis conciertos de noviembre y los cuatro de diciembre en la capital española. Los coruñeses también han colgado el cartel de completo para el primero de los dos espectáculos del cantante. Como si fuera John Lennon que ha vuelto de entre los muertos. Lo que nos gusta echar la vista atrás.
‘Al salir de clase’
Fue en 1994 cuando España entera conoció a Dani Martín como vocalista de El Canto del Loco, el grupo que más éxito cosechó entre finales de los 90 y hasta 2010. Aunque su historia viene de antes. Se formó como actor y su primera aparición en la pequeña pantalla fue con un pequeño papel como botones en un especial de Nochevieja de Martes y Trece. Como todo actor de la época, participó en algunos capítulos de Al salir de clase haciendo del malote de la Banda del Bate –no se rían–. De hecho, yo diría que nunca dejó de interpretar ese papel.
Uno de sus atributos es su más que reconocible modo de hablar. Tiene un deje de chulo de Madriz que muy poca gente es capaz de mantener como él en el tiempo. E igual que lo exhibe en una entrevista, lo hace también sobre los escenarios.
Enamoró a una generación entera de adolescentes de hace 25 p*t*s años. Con El Canto del Loco, Martín hacía algo que estoy seguro que ahora sería cancelado desde el minuto uno. Era común subir a una chica joven y guapa de la pista al escenario para cantarle de cerca y, por supuesto, terminar dándole un beso de tornillo ante el grito entusiasmado del vulgo. Todos y todas pensábamos que molaba. Qué penosos éramos y qué poca cuenta nos dábamos.
Pasando un tupido velo, hay que reconocerle a Martín, su primo David Otero y el resto de la banda su gran capacidad para levantar el ánimo a miles de personas en cada concierto. A contracorriente, Son sueños, Volver a disfrutar, Ya nada volverá a ser como antes o Una foto en blanco y negro marcaron muchas vidas… Y La madre de José revolvió las pasiones de millones de adolescentes con la cara petada de granos. Zapatillas continuó el tono gamberro tan característico del grupo, pero en sus discos siempre hubo espacio para las canciones de amor, como Volverá.
El año más negro en la vida de Dani Martín fue 2009, que comenzó con la muerte repentina de su hermana Miriam, con tan solo 35 años, dos más que él. «La vida me frenó de golpe», explicó en varias entrevistas que ofreció más adelante. El grupo se separó un año después y el vocalista ha sido el único que ha tenido éxito –digamos, rotundo– en solitario. Mi Lamento y Cómo me gustaría contarte son dos canciones dedicadas a su hermana.
En esta nueva etapa, Martín comenzó a mostrarse como no lo había hecho antes, más humano y atormentado, y a hablar en redes sociales de sus problemas de salud mental. «Llegué a darme 125 besos en una muñeca», reconoció una vez, desvelando su lucha contra el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), con medicación incluida.
Como ya se ha dicho, 2024 fue el año en el que anunció su vuelta por todo lo alto, aunque todo comenzó con una polémica canción llamada Ester Expósito, llena de referencias a la bella actriz. A algunos dio algo de ‘cringe’ ver a Martín cantarle a una joven a la que le saca más de veinte años, como si se mantuviera en los inicios de El Canto del Loco, pero, oigan, los rockeros no están para ser políticamente correctos, sino todo lo contrario. ¿O ya tampoco?
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