Está convencido de que es un error. Que España no se lo puede permitir y que el sistema energético de nuestro país se resentirá si finalmente la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de cerrar las plantas nucleares se lleva a cabo. El cronograma plantea un ‘apagón nuclear’ completo entre 2027 y 2035 para desactivar los siete reactores actualmente en funcionamiento. El lunes, una manifestación unirá en Almaraz a representantes del PP y el PSOE en contra del cierre de la primera de las centrales prevista.
Jordi Sevilla sabe bien de lo habla. Quien fuera ministro de Administración Pública con Zapatero entre 2004 y 2007 fue años después, entre 2018 y 2020 presidente de Red Eléctrica de España. En noviembre pasado, como director de Contexto, la Unidad de Inteligencia de LLYC, presentó el informe ‘Nucleares para consolidar una transición energética limpia’ en el que se concluía que las nucleares siguen siendo esenciales. Lo son, según el documento, para alcanzar los objetivos climáticos pero también para dotar de estabilidad al sistema y red de suministro eléctrico.
Sevilla defiende la necesidad de prorrogar al menos diez años más la vida útil de las centrales y revisar las “cargas fiscales” que pesan sobre ellas y cuestionan su rentabilidad. Lamenta que el Gobierno Sánchez aún no haya dado ni una sola razón técnica para justificar su plan antinucleares y este responda más a argumentos ideológicos “más propios del siglo pasado”.
Pregunta.- ¿A qué se enfrenta España con la decisión de cerrar sus siete reactores nucleares en la próxima década?
Respuesta.- Es un error continuar emperrado en el cierre de las centrales nucleares. No encuentro una sola razón, un solo argumento por el que justifique el Gobierno ese cierre. El único bajo el que se esconde es que hay un acuerdo firmado entre las eléctricas y Enresa. Pero en democracia yo creía que la política energética la decide un gobierno y no las empresas y Enresa. Ese es un argumento muy pobre. Es negarse a entender cuáles son las razones de penalización fiscal a la nuclear que ha hecho este gobierno y por las cuales las empresas deciden, sólo en España, cerrar. En el resto del mundo se están planteando abrirse. Creo además que es un error innecesario que pone en riesgo la garantía de suministro eléctrico. Se cierra sin tener claras las suficientes alternativas a la nuclear. Este no es un tema de nuclear contra renovables. Necesitamos las renovables y la nuclear. Si seguimos preocupados con el cambio climático y la lucha contra las emisiones de CO2, las nucleares están en la taxonomía verde de la UE y el gas no. El Gobierno debería plantear alargar la vida de nuestras plantas nucleares al menos una década.
P.- ¿Diría que es una razón más ideológica que técnica? ¿Conoce algún argumento técnica esgrimida para adoptar esta posición?
R.- No. Si la hubiera la dirían. Si alguien ha escuchado alguna razón por la cual el Gobierno cree que es bueno para España cerrar las nucleares que levante la mano y lo diga. Llevo años sin escuchar ninguna razón, excepto cosas de hace 20 años, de una antigüedad tremenda y que van en contra de la realidad. Incluso de la realidad europea. La propia ministra que estaba a favor del cierre, ha sido llegar de comisaria a Europa y habla ahora diciendo que le nuclear es necesaria para Europa. Si Europa necesita la nuclear, ¿España no? ¿Por qué? ¿Por qué somos el único país europeo que no necesita la energía nuclear? Si el único argumento es que las centrales no quieren, pido al gobierno que ejerza la política energética, que no la deje en manos de las centrales y que no las penalice con una carga fiscal absolutamente superior a la de cualquier país europeo. Debe equipararla a la medida de la Unión Europea, así veremos cómo las empresas sí están dispuestas a continuar.
P.- Dice que las compañías no quieren seguir… ¿O no pueden? En las condiciones actuales, ¿son viables las centrales?
Si alguien ha escuchado alguna razón por la cual el Gobierno cree que es bueno para España cerrar las nucleares que levante la mano»
R.- No quieren en las condiciones que les ha impuesto el Gobierno, pero si les pone las mismas condiciones que en Francia o Italia no hay ningún problema. Pero no es sólo una cuestión económica. El sistema eléctrico español necesita tener ese 20% de demanda que cubren las centrales nucleares, sobre todo con una perspectiva de crecimiento de demanda que tenemos, con demandas intensivas como las de los centros de datos. Es un error que el gobierno siga defendiendo ideas de hace 20 años. La sociedad debería pedirles que se actualicen y prorroguen diez años la vida útil y vamos viendo cómo se desarrolla nuestro sistema eléctrico. Si no, es correr un riesgo más allá de lo necesario. Luego está lo que vamos a ver en casos como los de Almaraz, el impacto sobre el empleo, sobre el PIB, sobre la fiscalidad de determinadas zonas, que también es importante, pero no nos podemos permitir el lujo de cerrar las centrales nucleares.
P.- ¿Existe detrás el temor a una imagen, no sé si algo trasnochada, del desgaste impopular que tendría apoyar la energía nuclear? El impacto social en 2025 que tendría alargar la vida de las nucleares, ¿sería el mismo que en la España de los 80 o 90?
R.- Sí, es algo muy anticuado. Yo forme parte del equipo que hizo el programa electoral del PSOE de 2000. Fue la primera vez en la que apareció el cierre de Garoña. Las razones por las que algo así se incluyó hace 25 años no tiene nada que ver con la realidad actual. España no se puede permitir el lujo de prescindir para su sistema eléctrico de la energía nuclear. Vivimos una política judicializada y polarizada que impide poder hablar y negociar temas importantes como este. Yo soy militante socialista y tengo la plena convicción de que si mañana el presidente anuncia que se prorroga diez años la vida útil de las centrales y pone las condiciones económicas parta que eso sea posible, el PSOE lo aceptará en su inmensísima mayoría.
P.- Usted que conoce el PSOE y el entorno del Gobierno, ¿cree que a día de hoy hay margen real para revertir la decisión?
R.- No sería complicado. Si el único argumento que se da es el del acuerdo privado entre las compañías y Enresa, el Gobierno puede decidir en su política energética que España no puede prescindir de las nucleares y anunciar que siguen. A partir de ahí, sentarse con las empresas para ver las condiciones y planificar los próximos 10 años. Todo está en manos del presidente del Gobierno, es el único que puede tomar esa decisión y desatascar un tema que es más del siglo pasado que de este.
P.- Quedarse en apenas una década sin energía nuclear, ¿qué impacto tendría? ¿Cuál sería la dimensión del problema en términos energéticos?
R.- No es sólo un problema de cómo cubrir ese 20% de la energía nuclear, es un problema técnico. La energía funciona con leyes físicas que no proporcionan las energías renovables. Las energías fotovoltaicas y eólica, que son buenísimas, no tienen la tensión suficiente como para que la electricidad pueda circular adecuadamente a través de las redes de transporte y distribución. Necesitan el respaldo de otras energías como la nuclear o la del gas, que emite CO2. Es decir, estaríamos en manos del mercado del gas, que puede subir o bajar, o de uno más estable y una generación más barata que es la nuclear. Por tanto, también es un problema técnico.
P.- Las centrales están ubicadas en muchos casos en la llamada ‘España vaciada’, en zonas demográficamente despobladas. El ministerio que decide el cierre lo es también de “reto demográfico”…
R.- También uno de sus objetivos es cumplir los acuerdos de Paris y reducir las emisiones de CO2 y el año pasado las hemos subido. Se han centrado en el sector eléctrico, en las renovables y se ha abandonado ámbitos como el transporte y la edificabilidad que son sectores con muchas emisiones de CO2.