Incluso después de su muerte, la elefanta Yoyo, la más longeva del mundo, seguirá viviendo a través de la ciencia y su historia, su legado y sus enseñanzas seguirán dejando huella en las generaciones futuras. Tras el anuncio de su fallecimiento, ocurrido a los 54 años, un equipo de arqueólogos del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA) se ha desplazado hasta el Zoo de Barcelona, su último hogar, para procesar los restos del animal y extraer su esqueleto. Según ha podido saber EL PERIÓDICO, sus restos se incorporarán a una «biblioteca arqueológica» para ser estudiados en todo el mundo y ayudar, por ejemplo, a entender la historia evolutiva de estos majestuosos animales. «Me gusta pensar que ahora Yoyo empieza una segunda vida«, explica Palmira Saladié i Ballesté, una de las arqueólogas detrás de este proyecto.
Los restos de Yoyo son un tesoro científico en sí. Y no solo porque pertenecieron a una elefanta extremadamente longeva, que superó en más de dos décadas la esperanza de vida promedio para su especie, sino también porque en el mundo hay muy pocos esqueletos completos de elefantes preservados de forma íntegra para estudios arqueológicos. «Los huesos de Yoyo nos ayudarán desde estudiar la historia de los mamuts que vivieron en la Península Ibérica hasta, por ejemplo, entender la evolución de estos animales a lo largo de millones de años de historia», comenta la arqueóloga, quien ha liderado las tareas para extraer los restos de esta elefanta africana y transportarlos hasta Tarragona, a la sede del IPHES, donde ahora serán limpiados, procesados y convertidos en modelos virtuales en 3D.
«Los huesos de Yoyo nos ayudarán desde estudiar la historia de los mamuts que vivieron en la Península Ibérica hasta, por ejemplo, entender la evolución de estos animales»
La imagen, o mejor dicho la reconstrucción, de los huesos de Yoyo se publicará en abierto para que todos, desde arqueólogos hasta veterinarios, estudiantes y curiosos, puedan observar su estructura y entender más sobre estos fascinantes animales. En Madrid, el equipo de Ignacio de la Torre Sainz, del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), será uno de los encargados de liderar el estudio de los restos de esta elefanta y conservar su legado para la posteridad.
Una «biblioteca de huesos»
Para entender la importancia que tendrán los huesos de Yoyo para la ciencia hay que dar un paso atrás y entender cómo trabajan los arqueólogos. «En la mayoría de casos, en los yacimientos nos encontramos con fragmentos de huesos. Y para entender a qué animal pertenecieron, y a ser posible reconstruir su historia, necesitamos comparar los fragmentos que tenemos con otros restos similares. Es ahí donde entran en juego las “bibliotecas de huesos” como a la que ahora pertenecerá Yoyo», explica el arqueólogo Antonio Rodríguez-Hidalgo, uno de los expertos que está realizando las labores de «esqueletificación» y estudio de los restos de esta elefanta.
«Los catálogos osteológicos no son una mera colección de curiosidades, sino de un recurso que los arqueólogos utilizamos en nuestro día a día para entender a qué animal perteneció un hueso»
«Los catálogos osteológicos no son una mera colección de curiosidades, sino un recurso que los arqueólogos utilizamos en nuestro día a día para entender a qué animal perteneció un hueso que encontramos y que, a veces, nos permite hasta averiguar la especie exacta”, comenta Rodríguez-Hidalgo. Hace unos meses, por ejemplo, el equipo de Saladié encontró los restos de un animal prehistórico en un yacimiento situado cerca de Tarragona. En un principio se especuló con que podían pertenecer a un mamut pero en septiembre, cuando recibieron los restos de otro animal fallecido en el Zoo de Barcelona, tuvieron un momento ‘eureka’. «Tan pronto como vimos los huesos de este animal nos dimos cuenta de que lo que habíamos encontrado en la excavación de Tarragona era un hipopótamo que vivió en Cataluña hace miles de años», comenta la científica.
En el caso de la «biblioteca de huesos» del Institut Català de Paleoecologia Humana (IPHES-CERCA), iniciada por el famoso antropólogo Eudald Carbonell, el catálogo incluye los restos de más de 300 ejemplares excepcionales. «Hay de todo. Desde huesos de hipopótamos y chimpancés actuales hasta restos arqueológicos de tigres, bisontes y caballos salvajes que vivieron antaño en la Península Ibérica. Es una verdadera joya», comenta Rodríguez-Hidalgo. Tanta es su importancia que, tal como explican sus responsables en una conversación con este diario, el centro está trabajando para ‘escanear’ todos los restos óses de su catálogo y publicarlos de forma gratuita para que puedan estar a disposición de toda la comunidad científica. Entre ellos, cómo no, también estarán los de la aclamada elefanta Yoyo.
El centro está ‘escaneando’ todos los huesos de su catálogo para publicarlos ‘online’ y que puedan utilizarse para todo tipo de estudios científicos
El tesoro científico que se esconde en los huesos de algunos animales, en ocasiones, también permite realizar experimentos científicos poco convencionales que de otra forma serían imposibles de realizar. Hace unos años, por ejemplo, Rodríguez-Hidalgo explica que recibieron los restos de Toto, el chimpancé en cautividad más longevo del mundo, y decidieron utilizar parte de estos para llevar a cabo un curioso estudio sobre canibalismo prehistórico.
En ese caso, los arqueólogos utilizaron el cadáver del animal, fallecido por causas naturales, para poner a prueba la hipótesis de que nuestros antepasados se comían entre ellos y utilizaban herramientas de piedra para trocear los cuerpos. «Gracias al experimento realizado con este animal, cuya anatomía es muy similar a la de nuestra especie, pudimos comprobar cómo son las marcas que quedan en los huesos tras este proceso y cómo, además, estas coinciden con los fósiles hallados en yacimientos arqueológicos como el de Atapuerca«, explica el arqueólogo.
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