Suenan las primeras notas de una pieza musical, tal vez una jota, una mateixa o un bolero, y los balladors comienzan a llenar la plaza. Se distribuyen en parejas o en grupos y comienzan a moverse siguiendo el ritmo de la música. Los que se quedan observando desde las terrazas de los bares no pueden evitar sentir que está ocurriendo algo que va más allá del simple hecho de bailar.
La ballada popular es, a día de hoy, un elemento imprescindible en cualquier celebración festiva o reivindicativa y su importancia ha sido reconocida al formar parte del Inventari del Patrimoni Cultural de Mallorca, pero no siempre ha sido así. En 2024 se cumplieron 50 años de la recuperación del ball de bot como expresión del pueblo, espontánea y genuina, lejos de las exhibiciones folklóricas de los Coros y Danzas que habían imperado durante la dictadura. Esta efeméride ha invitado a Maria Pilar López Sastre, Pilar Reiona, a tirar del hilo de la historia de la ballada popular en Mallorca. Fundadora del grupo Xaloc Música, Pilar Reiona ha vivido desde dentro este fenómeno como balladora, sonadora y cantadora. En estos momentos se halla inmersa en un trabajo de investigación que pondrá sobre el papel lo que ha estado ocurriendo estas cinco décadas en las plazas de Mallorca.
«Los verdaderos protagonistas del éxito de la ballada popular han sido y son todos los que participan, ejecutan y mantienen la práctica y la transmisión del ball de bot, la música, el canto y el baile», dice Reiona. Y éste es precisamente el gran valor de la ballada como expresión cultural e identitaria que es punto de encuentro de «gente muy diversa, un bien de interés cultural inmaterial que comparten muchas personas. Al sonar la música y comenzar el baile, se contagia el sentido de pertenencia, de cohesión e integración de los participantes», dice la investigadora.
En el Llevant de Mallorca persistía la tradición de bailar tras los trabajos del campo, pero solo se mantenía en el ámbito privado. «Tenemos constancia de que las ballades se recuperaron en Sant Llorenç en 1974», apunta Reiona. En mayo de ese año la agrupación Card en Festa organizó el primer ball de bot en el patio del Convent de ca ses Monges. En septiembre repitieron con una ballada en Son Berga. La mecha había prendido y ya no dejaría de arder. De hecho, la recuperación de las ballades populars se produjo de manera simultánea en diferentes pueblos de Mallorca y también en Palma.
Para Reiona «es imprescindible hacer un reconocimiento a los activistas culturales que tanto hicieron por la ballada popular». Así, menciona que sonadors como Biel Caragol y Biel Majoral, que desde el Pla recorrieron todos los pueblos de Mallorca con balladors que les seguían. Eran defensores del ball obert, para participar no había que vestir un traje folklórico. Eran los primeros años de la década de los 70. En Palma, las primeras citas se celebraron en 1975 de la mano de Bel Cerdà. «Tenían lugar en la plaza Major, cada sábado, sin escenario ni luces. Fue el lugar donde el ball de bot encontró un espacio para bailarse y mostrarse», dice Reiona, algo que fue posible gracias a un tejido social imprescindible «predispuesto a cambiar muchas cosas, entre ellas el baile y la música popular». Y es que la recuperación del baile popular coincide con los últimos años de la dictadura franquista. Los aires de libertad, también soplaban en las plazas donde músicos y balladors retomaban un nuevo espacio para el pueblo.
Marjal en Festa y madò Buades, de sa Pobla; Toni Fai de Sant Llorenç, s’Estol des Gerricó en Felanitx o Balls i Tonades de Son Roca, son algunos de los grupos y personas presentes en esta nueva ola que en Palma estuvo alentada por el importante movimiento vecinal. En 1978 se sumaron a la ballada popular en Palma las personas que más tarde crearon el grupo Aliorna: «Eran jóvenes osados y revolucionarios que paraban el tráfico para bailar como forma de reivindicar que hubiera ballades», explica Reiona. Fruto de este movimiento se crean nuevos grupos y escuelas: Escola de Ball de Bot d’Alcúdia, Escola de Ball de Bot de Campanet, Escola Marjal en Festa de sa Pobla y l’Escola Card de Sant Llorenç. En 1980, se abrió el debate «El ball de bot avui», en el que se pedía más protagonismo al ball obert frente a las agrupaciones.
La consolidación de la ballada también significó la creación de grupos de música popular que reinterpretan la música tradicional para el ball obert. Entre finales de los 70 y principios de los 80 Aliorna, Sis Som, Música Nostra y Tramudança marcaron el ritmo en las plazas. Ya en los años 90 se crearon grupos de relevancia como Xaloc Música y Al Mayurqa.
El paso de los años no ha restado vitalidad a la ballada popular que continúa vigente, sumando nuevos balladors y sonadors. Las plazas llenas y las innumerables convocatorias son las prueba de que el ball de bot regresó para quedarse.
Suscríbete para seguir leyendo