Del Gobierno de España a Andalucía, como hiciera el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, al aterrizar en Cataluña -y ganar las elecciones-, María Jesús Montero desembarca en la comunidad del sur con la misma intención y recuperar una región que históricamente ha sido bastión socialista.
Ante la complicada tesitura de que se repita el efecto, la estrategia del presidente andaluz parece clara: entrar en el cuerpo a cuerpo con su contrincante política más directa, la vicepresidenta, que ahora hace el relevo a Juan Espadas al frente de la secretaría del PSOE en la autonomía.
Las espadas están en todo lo alto y ambos dirigentes y sus respectivos equipos tienen poco más de un año hasta la próxima cita en las urnas para dar lo mejor de sí. Entretanto, hay voces que apuntan incluso que Moreno Bonilla está adoptando el tono que en su día adoptó el ahora líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, en aquel momento responsable indiscutible de la Xunta, cuando dio el salto a la dirección de Génova 13.
Por el momento todo lo que rodea a esto son elucubraciones, pero las ‘amparan’ la realidad de que Moreno Bonilla se está alejando de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y también de un Feijóo cada vez más radicalizado.
María Jesús Montero, a los mandos del PSOE andaluz
La también ministra de Hacienda confirmaba esta semana que se presentaría como candidata a la secretaría general de la comunidad autónoma, buscando así devolver la estabilidad a una de las federaciones más grandes del partido a nivel nacional después de unos meses de incertidumbre.
En un acto que tuvo lugar el pasado miércoles, Montero emplazaba a “luchar con ganas y espíritu de victoria” para recuperar la presidencia de la región eventualmente. “Vamos a presentarnos a las elecciones y las vamos a ganar. En un momento muy duro de nuestra organización, que en Andalucía siempre ha ido acompañada de nuestra capacidad de gobierno y, por tanto, de transformación, tenemos que estar a la altura”, indicaba entre agradecimientos al todavía líder de la formación en la región.
Durante el discurso, Montero repasó algunos de los puntos que considera que pueden mejorarse en la autonomía e hizo especial hincapié en la juventud y las oportunidades laborales de este sector de la sociedad. “En Andalucía hay muchos chavales que, pudiendo hacer una formación profesional, no tienen oportunidades porque no hay plazas públicas en el sistema ni la educación pública puede darles una oportunidad a los que no pueden pagarse unos estudios privados”, señalaba.
Montero quiso dejar claro que “nunca” se fue de la comunidad, sino que siempre había trabajado por la región. “Me duele Andalucía porque tiene más talento y más capacidad que esa resignación disfrazada de falsa moderación que practica la actual presidencia con Moreno Bonilla”, indicó.
“Andalucía necesita traer inversión y continuar la senda de modernización que hemos emprendido con orgullo todos los presidentes socialistas para que esta región despegue”, aseveraba a la vez que dejaba claro sus intenciones para que “esta tierra no pierda ni un minuto más para no incorporarse a aquello que permita construir una España justa, igualitaria y en la que nuestros jóvenes no tengan que irse más allá de Despeñaperros porque allí no encuentran oportunidades para hacer su vida”.
«Estemos todos comprometidos con el instrumento más importante que necesitan los andaluces, que no es otro que un Partido Socialista unido y cohesionado y en el que todo el mundo es imprescindible: cada militante, cada mujer, cada hombre, en todos los pueblos, en todos los barrios pobres, en todas las ciudades, para construir un proyecto colectivo», pidió a la militancia. Porque “lo importante no es quién lidera el partido, que alguien tiene que hacerlo, sino que la base de este partido está compuesta por miles de hombres y mujeres que decidieron desapegarse de la riqueza para impulsar la justicia social».
Horas más tarde, Montero se refería directamente a Moreno Bonilla después de que éste segundo dijera que la candidatura de la vicepresidenta venía impulsada desde el Ejecutivo Central: “El presidente no me lo ha pedido (…) Compartía que si yo tomaba esa decisión probablemente era la mejor posible, pero el presidente ante una decisión personal de estas características delega evidentemente la capacidad de tomarla a la persona que se siente interpelado por ello”.
“(Moreno Bonilla) centra gran parte de sus intervenciones en el Parlamento andaluz en criticar a Pedro Sánchez y a mí, día sí y día también (…) En vez de dedicarse a gobernar lo que hace permanentemente es confrontar con el Gobierno de España e intentar trasladar una situación falsa de maltrato o ninguneo a Andalucía o de privilegio de otras CCAA”, lapidaba.