Desde la redacción del primer Documento de Regulación Aeroportuaria (DORA) en 2017 –el DORA, de carácter quinquenal, lo aprueba el Consejo de Ministros y determina las condiciones para garantizar la suficiencia e idoneidad de los aeródromos españoles, incluida la planificación de las obras de construcción o mejora de infraestructuras–, Aena ha proyectado inversiones en la red aeroportuaria de Baleares por un montante un 53% superior al previsto para los ocho aeródromos canarios. Ello a pesar de que el volumen de pasajeros en el archipiélago mediterráneo es un 8,4% inferior al que soportan los aeropuertos de las islas atlánticas.
En el DORA I, el correspondiente al período 2017-2021, se programaron inversiones en los cuatro aeródromos baleares –Ibiza, Menorca, Palma de Mallorca y Son Bonet– por un total de, exactamente, 380,32 millones de euros. En el caso de los ocho aeródromos canarios fueron 313,1 millones. En el DORA II –el que está en vigor y abarca la planificación estratégica para el período 2022-2026–, los aeropuertos de las islas mediterráneas cuentan con inversiones planificadas por un importe de 361,413 millones de euros, mientras que los del archipiélago atlántico, con 171,13 millones. Es verdad que hay o puede haber inversiones incluidas en sucesivos DORA, ya sea porque su ejecución se retrasa o porque sus plazos van más allá de los cinco años de vigencia del documento regulador –inversiones que, en parte o en su totalidad, se computen doblemente, por así decirlo–, pero no es menos cierto que el DORA muestra a las claras las prioridades del gestor aeroportuario.
En definitiva, Baleares dispone o ha dispuesto en los dos DORA que se han aprobado hasta la fecha de un planning de inversiones por un global de 741,733 millones de euros. Canarias cuenta o ha contado con mucho menos, en concreto con 484,23 millones. Es decir, con 257,5 millones de euros menos que la otra Comunidad Autónoma insular. Un 53,2% menos. Una diferencia que por sí sola ya resulta más que notable pero que llama más si cabe la atención si se considera el tráfico de pasajeros de una y otra red.
En los dos últimos años –2022 y 2023, ya que de 2024 aún faltan las cifras de diciembre–, los cuatro aeródromos baleares registraron una media anual de 42,37 millones de pasajeros. En el caso de Canarias, el tráfico de viajeros alcanzó una media de 45,95 millones al año en el mismo bienio. Así que si se tiene en cuenta que el DORA II incluye inversiones por una media anual de 72,28 millones de euros en las islas mediterráneas y de 34,23 millones en el archipiélago atlántico, resulta que el desembolso por pasajero equivalente es de 1,7 euros en Baleares y de solo 0,74 euros, menos de la mitad, en Canarias –8,5 y 3,7 euros si la inversión per cápita se calcula con la inversión quinquenal–.
Hay que puntualizar, eso sí, que la Comunidad Autónoma, y más en concreto sus tres aeropuertos con mayores problemas –los dos de Tenerife y el de Lanzarote–, está incluida en la actualización del plan estratégico de Aena hasta 2026. En el gestor aeroportuario consideran que «la capacidad actual garantiza la cobertura del tráfico en los próximos años» –hay que recordar que el aeródromo de Tenerife Norte cerró 2024 por encima de su capacidad máxima teórica y que el de Lanzarote está al 96%–, si bien «es necesario adelantar proyectos en este DORA que se ejecutarán en el siguiente». Y entre esos proyectos están los de modernización y mejora de las dos infraestructuras tinerfeñas y la lanzaroteña. De hecho se encuentran ya en redacción. Es esperable, por tanto, que ese déficit comparativo de inversiones que denuncian tanto las instituciones como los empresarios isleños se corrija, al menos en parte, en el DORA III, ya que solo la inversión prevista en Tenerife Sur supondrá unos 300 millones de euros.
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