Este modelo de Supercopa, emigrante a esas tierras en las que los derechos de las mujeres brillan por su ausencia, está diseñada con el fin de que la afición de Arabia Saudita disfrute al final de un clásico Real Madrid-Barça, que se supone compensa todo el dispendio que cuesta. El Athletic, mermado por las bajas de Nico, Sancet y Galarreta, poco pudo hacer en la primera eliminatoria ante el Barcelona. El Mallorca tampoco consiguió revertir el guion de una eliminatoria desequilibrada, por el diferente potencial de las dos plantillas, pero si compitió como se espera y se desea.
Los de Arrasate se mantuvieron con vida durante 63 minutos, apurando sus opciones de llegar a los penaltis, donde todo se iguala. Fue un ejercicio de resistencia con un rival volcado y que quería resolver el encuentro con rapidez. Contener toda una primera mitad a un Real Madrid con Mbappe, Rodrigo, Bellingham o ese Vinicius, que no debía haber jugado este partido porque la sanción de dos partidos que se le impuso es ridícula si se compara con lo que se merecía tras su acción sobre Dimitrievski y su desconsideración hacia el colegiado en ese partido, tiene gran valor. La baja del capitán Raíllo fue además otro contratiempo en el engranaje defensivo. Una baja que esperemos no se prolongue en el tiempo.
El Mallorca viene de dos tres a cero en contra en otros tantos partidos pero, a diferencia de lo ocurrido en la eliminatoria de copa en Pontevedra, el equipo sí compitió dentro de sus posibilidades y con sus armas. Fue un resultado engañoso, con dos goles en el descuento, cuando los isleños ya no tenían nada que perder y se fueron con todo hacia adelante. Es una derrota, pero menos dolorosa y que ha de quedar en el olvido rápidamente porque ayer no se hizo el ridículo.
Suscríbete para seguir leyendo